Se rompe el tabú de los tanques para Ucrania. Tras semanas de presión internacional, Alemania ha anunciado este martes que enviará sus propios tanques Leopards 2
A.A. / K.A.P. / EL CONFIDENCIAL
Se rompe el tabú de los tanques para Ucrania. Tras semanas de presión internacional, Alemania ha decidido este martes que enviará sus propios tanques Leopard 2 —y dejará a otros aliados hacer lo propio— para reforzar el músculo bélico de Kiev, según reporta el medio alemán Der Spiegel. En paralelo, funcionarios estadounidenses también han anunciado que Washington está dispuesto a enviar carros de combate Abrams M1, según información adelantada por la agencia estadounidense Bloomberg. Unas decisiones que se espera sean confirmadas oficialmente el miércoles y que podrían cambiar el statu quo en el frente, estancado ante la esperada ofensiva rusa de primavera.
La medida del canciller Olaf Scholz sigue a la luz verde otorgada la mañana del martes a otros aliados europeos, como Polonia, para que envíen también sus tanques Leopard 2, de fabricación germana. Hasta el momento, el mandatario alemán había resistido la presión de sus socios, insistiendo en que no cruzaría la línea de entregar blindados pesados a Ucrania si no era en coordinación con el envío de los Abrams M1 de Estados Unidos y como parte de una coalición más amplia. Según reporta Spiegel, Alemania enviaría al menos una compañía de tanques Leopard 2 A6 (una compañía suele estar compuesta de entre nueve y 14 carros).
Además de Polonia; Finlandia y Dinamarca son otros países que se han mostrado abiertos públicamente a mandar Leopard. Funcionarios ucranianos dijeron el martes que había al menos 12 países dispuestos a donar hasta un centenar de unidades Leopard. Entre los 13 Ejércitos europeos suman unas 2.000 unidades, según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos —aunque no se sabe cuántos están operativos para la batalla—. El propio fabricante alemán Rheinmetall dijo que tiene hasta unos 139 Leopard disponibles para enviar a Ucrania si fuera requerido. Al menos una treintena de Leopard 2A4 estarían en condiciones de ser entregados entre abril y mayo. Los otros 22 podrían llegar a finales de 2023 o comienzos de 2024, lo que sugiere a los expertos que su estado debe ser pésimo. Los 88 restantes son del viejo modelo Leopard 1 y no hay estimaciones sobre su posible llegada al frente.
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Alemania, que cuenta con 350 Leopard 2 en su arsenal, ya había asegurado que no bloquearía el envío de los Leopard 2 que solicitaran los aliados. “Si nos preguntan, no nos pondremos en medio”, dijo la ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, el fin de semana. Esto se produjo después de que los aliados de la OTAN no lograran la semana pasada llegar a un acuerdo sobre el envío de carros de combate modernos y con tecnología occidental al conflicto en la cumbre de Ramstein. La reticencia alemana puso toda la presión diplomática y política sobre Scholz, quien días antes aceptó la renuncia de su ministra de Defensa por las críticas a su gestión del rearme de la Bundeswehr y la lentitud en los envíos de armas a Kiev. Para reemplazarla, eligió a Boris Pistorius, un fontanero de la política regional que espera sea más expedito en llevar a cabo la grandilocuente Zeitenwende (un cambio de era en la defensa alemana).
Ataques combinados
Cuando la invasión rusa de Ucrania se acerca a los 12 meses, los aliados occidentales han ido anunciando que suministrarán armamento pesado moderno al Ejército ucraniano, incluidos 100 vehículos de combate de infantería Bradley (EEUU) y unos 40 Marder (Alemania), unos 14 carros de combate Challenger 2 (Reino Unido), blindados ligeros AMX-10 RC (Francia) o vehículos blindados CV-90 (Suecia). Otros equipos destacados que enviará EEUU son unos 90 vehículos Stryker y unos 100 blindados de infantería M113. Esto se suma a los más de 500 carros rusos capturados desde el inicio de la invasión —aunque la cantidad de unidades que pierde bajo el fuego enemigo también es considerable y los repuestos son escasos entre los aliados—.
Sin embargo, el tabú del envío de tanques occidentales —Polonia y República Checa ya habían enviado unos 240 blindados T-72 de fabricación occidental— seguía incólume. El Gobierno ucraniano lleva semanas insistiendo en que estos carros son estratégicos para cambiar la dinámica en el frente de batalla, estancado desde hace dos meses en una guerra de desgaste con escasos avances, tanto de uno como de otro lado. Además, la semana pasada pidió directamente a varios países, entre ellos España, el envío urgente de este armamento. “Hacemos un llamamiento a los Estados que tienen en servicio tanques Leopard 2, entre ellos Alemania, Canadá, Dinamarca, España, Finlandia, Grecia, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Suecia y Turquía”, dijeron en un comunicado los ministros de Exteriores y Defensa ucranianos.
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España posee una flota de 347 Leopard. De los viejos 2A4 hay algo más de un centenar de unidades fabricadas en Alemania, alquiladas en 1995 y compradas 10 años después por 16,2 millones de euros. La mitad se habrían estropeado tras inundarse el hangar en el que están almacenados en Zaragoza desde 2012 y su estado, según la ministra de Defensa, Margarita Robles, «es lamentable». Los 240 restantes son Leopardo 2E, producidos por Santa Bárbara Sistemas en Sevilla, con base en el modelo alemán Leopard 2A6, a un precio estimado de unos 11 millones de euros la unidad.
La misión del tanque occidental es dotar a las Fuerzas Armadas ucranianas del poder de fuego necesario para, combinado con otro tipo de unidades, romper las líneas defensivas rusas en varios frentes y retomar la iniciativa bélica antes de que lo haga Moscú. Su uso es crucial en las llamadas maniobras combinadas, en las que participan junto con infantería y artillería para recuperar territorio con más eficiencia y menos coste humano. Además, el avance tecnológico los pone por encima de las unidades rusas en términos de blindaje, precisión y navegación. El jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, el general Valery Zaluzhny, calculó que el país necesitaría al menos 300 tanques de sus aliados occidentales para poder lanzar una contraofensiva con éxito. Sin embargo, el uso de este equipo moderno también tiene sus contraindicaciones, como la necesidad de entrenar a los pilotos ucranianos o asegurar la logística de suministro y recambios
Los Leopard 2 son la opción más respaldada por los analistas, ligeros, confiables y con menos consumo que los norteamericanos, que llevan una potente turbina diésel. Además, la ubicuidad del modelo hace que haya muchas fuentes de repuestos y partes disponibles. En el caso de los Abrams, podría haber complicaciones adicionales para su despliegue. Fuentes estadounidenses dijeron a la agencia AP que estos equipos serían comprados bajo el paraguas de la Iniciativa de Asistencia para la Seguridad de Ucrania (USAI), que contempla fondos multimillonarios para la compra de armas y equipos de empresas comerciales. Los expertos creen que los bienes adquiridos a través del fondo USAI pueden tardar varios meses en llegar al campo de batalla, a diferencia de las armas enviadas hasta ahora, que procedían en su mayoría de los almacenes del Pentágono.
¿Peligro de escalada?
Analistas creen que el cambio de opinión en Berlín está más vinculado al respaldo estadounidense al enviar sus propios carros de combate que a la presión de sus aliados, de la OTAN, de sus propias filas o de la oposición. La estrategia permanente de Scholz durante el conflicto ha sido que Alemania no procederá nunca en solitario. Una actitud que está pasando factura a su imagen internacional.
«Casi ha pasado un año desde el estallido de la guerra», dijo el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, en una entrevista publicada el domingo. «Las evidencias de los crímenes de guerra rusos pueden ser vistas en televisión y en YouTube. ¿Qué más necesita Alemania para abrir los ojos y comenzar a actuar en línea con el potencial del Estado alemán?».
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El principal temor de la OTAN es que un movimiento militar brusco escale el conflicto con Rusia y se desborde de las fronteras ucranianas. Por ello, la ayuda ha ido fluyendo de forma progresiva, adaptándose al momento de la guerra. En la primera fase, las armas antitanque Javelin y antiaéreas Stinger fueron las protagonistas de la batalla por Kiev. Cuando se replegó el conflicto al Donbás, fueron los cañones Howitzers de 155 mm las estrellas del frente, para dejar paso en la contraofensiva de otoño a los Himars. Y ahora parece que les toca el turno a los carros de combate. Las respuesta del Kremlin no se ha hecho esperar.
“Es una tragedia global que destruiría sus países. Suministrar armas ofensivas al régimen de Kiev podría conducir a una catástrofe global”, dijo el portavoz de la Cámara Baja rusa, Vyachesklav Volodin, en declaraciones a una radio local el fin de semana. “Si Washington y la OTAN suministran armas que sean utilizadas para golpear ciudades pacíficas e intentar capturar nuestro territorio, como amenazan con hacer, esto llevará a una acción de castigo con armas más poderosas”.