DAVID BROOKS / LA JORNADA
Nueva York. La fiscalía arrancó su caso contra Genaro García Luna acusando que el entonces jefe policiaco nacional “traicionó” tanto a México como a Estados Unidos al volverse cómplice del entonces cártel más poderoso de su país y presentó a un ex narcotraficante que dijo que atestiguó la entrega de sobornos multimillonarios al acusado, mientras que la defensa argumentó que “no hay pruebas” más que las de los narcos que el propio ex funcionario encarceló y que este juicio es de hecho un acto de venganza de esos criminales y oficiales corruptos que el acusado persiguió.PUBLICIDAD
Frente el jurado y apuntando a García Luna -quien estaba sentado en la mesa de defensa en un traje gris y que al llegar saludó con la mano sobre su corazon y una sonrisa a su esposa e hija que estaban con el público atrás en la sala-, el fiscal asistente Phillip Pilmar acusó, en el argumento de apertura de la fiscalía federal, que el ex máximo funcionario de seguridad pública en México “aceptó millones de dólares de un cártel para permitir el traslado de toneladas de cocaína a Estados Unidos”. Aseguró que al final del juicio, este jurado determinará que “el hombre que traicionó a su país y al nuestro es culpable de todos los cargos”.
El primer testigo convocado por el equipo de fiscales federales fue el ex policía y después narcotraficante Sergio El Grande Villarreal Barragán, quien detalló múltiples ocasiones en que acompañó a su jefe Arturo Beltrán Leyva en reuniones en donde se le entregaba a García Luna, entonces jefe de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) durante el sexenio de Vicente Fox, aproximadamente un millón y medio de dólares cada mes a cambio de que él protegiera el negocio del cártel de Sinaloa. Estos pagos solían ser, dijo, en billetes de 100 empaquetados dentro de una maleta “chorizo” negra.
Contó que en una ocasión, cuando Villarreal y su gente logró interceder un cargamento de dos toneladas de cocaína de sus rivales del cártel del Golfo, el acuerdo con la AFI en este tipo de situaciones era que cada quien se quedaba con un mitad y por lo tanto entregaron personalmente a García Luna un pago de entre 14 a 16 millones de dólares, en billetes de 20 empacados en cajas de cartón.
También había regalos: Arturo Beltrán Leyva, quien aparentemente gustaba vestirse como un rapero rico, con ropa de lujo “exótica” y joyería y tener autos como los Rolls Royce, Ferrari y Mercedes Benz, casas de lujo y animales como panteras negras y tigres blancos, le regaló una motocicleta Harley Davidson edición especial a García Luna.
El Grande, quien mide unos dos metros de alto, declaró que el encargado de pagarle a García Luna cuando era jefe de la AFI desde 2001 por parte del cártel de Sinaloa era Arturo Beltrán Leyva.PUBLICIDAD
Indicó que la participación de García Luna fue clave en el crecimiento del cártel tanto en control de territorio como en el volumen de su comercio de drogas, como también en “eliminar a nuestros rivales”. Detalló que el acusado, a cambio de los sobornos, “nos daba información sobre operativos… nos ayudó a tener o quitar agentes en México, compartió información para ayudarnos a golpear a rivales”, como también avisar si se estaba preparando un ataque de otras fuerzas gubernamentales contra integrantes del cártel, incluyendo los impulsados por inteligencia de otros gobiernos. “Sin su apoyo, hubiera sido imposible el crecimiento del cártel”, repitió varias veces.
Durante horas, guiado por el interrogatorio de la fiscal asistente Erin Reid, parte del equipo de fiscales encargados del juicio, Villarreal Barragán brindo detalles de esta relación, informando que los pagos multimillonarios a García Luna y su gente eran una polla de varios líderes del cártel de Sinaloa -de los Zambada, El Chapo y los Beltrán Leyva, y después de una ruptura, directamente de los últimos. Se referían al jefe del AFI como El compa o El Tartamudo (por su problema al hablar).
El Grande detalló que presenció por lo menos 20 reuniones entre García Luna y Arturo Beltrán Leyva en una casa de seguridad en el sur de la Ciudad de México donde se le entregaba su pago mensual. La casa estaba cerca de Perisur, donde recogían al jefe de la AFI y algunos de sus hombres como Luis Cárdenas Palomino, para traerlos al lugar, el cual también estaba cerca de la iglesia conocida como La Paloma que le gustaba al capo.
El testigo reportó que los jefes del cártel consideraban el negocio con García Luna “como la mejor inversión que teníamos, no teníamos ningún problema”.
La fiscal usó su testigo para identificar a un número de comandantes de la AFI que fueron parte del canal corrupto de García Luna, incluyendo a Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño, también acusados en este mismo caso.
El Grande, quien sólo abordó hasta ahora el periodo de García Luna como director de la AFI, continuará declarando este martes por segundo día, y sólo es el primero de varios ex narcotraficantes que se presentarán en este juicio.
“No hay pruebas”
La defensa, encabezada por el abogado de oficio César de Castro, ofreció sus argumentos de apertura subrayando al jurado que el caso en contra de García Luna gira exclusivamente en las declaraciones de narcotraficantes que están cooperando con el gobierno a cambio de reducción de sus sentencias o que son testigos protegidos, todos culpables de algunos de “los perores delitos” y que comparten otra cosa: “todos los testigos del gobierno fueron víctimas de esta guerra encabezada por García Luna”.
Más aún, enfatizó que “no hay pruebas” más allá de estos testimonios. “No hay dinero, no hay llamadas telefónicas, no hay fotos, no hay evidencia creíble” en el caso, insistió.
En su presentación, De Castro ofreció la biografía profesional de su cliente, desde el CISEN hasta secretario de Seguridad Pública, donde fue “la cara pública de la guerra contra las drogas”, comprobando con sus acciones que fue “enemigo de los cárteles” y de los policías y políticos corruptos.
Recordó que fue quien encabezó la implementación de la Iniciativa Mérida, y que fue reconocido no sólo en su propio país sino por sus contrapartes estadunidenses. Mostró al jurado fotos de el secretario de Seguridad Pública durante el sexenio de Felipe Calderón junto con la entonces directora de la DEA, la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton, senadores como John McCain y Lindsey Graham y hasta saludando al presidente Barack Obama.
Acusó que en el fondo, este juicio es una venganza de narcotraficantes y funcionarios corruptos contra “el hombre que más odian”, y advirtió al jurado que “los cárteles que él cazó y los oficiales corruptos que él saco quieren que ustedes les ayuden a buscar la venganza”.
García Luna enfrenta cinco cargos criminales y si es declarado culpable por este jurado enfrenta una condena máxima de cadena perpetua y mínima de 20 años de prisión.
El juez Brian Cogan recordó al jurado que el acusado es presunto inocente hasta que el gobierno compruebe más allá de la duda razonable las acusaciones en su contra.