El aventurero Zalacaín ocupa una charla en torno a un exprés de la variedad Sarchimor para traer a la mesa el recuerdo de “La Bersagliera”, Gina Lollobrigida…
Por Jesús Manuel Hernández*
Aquel lunes 16 de enero del año 2023 quedará registrado en el mundo de la cinematografía con el último suspiro de la actriz italiana Gina Lollobrigida, quien había nacido el 4 de julio de 1927, 95 años cumplidos y una vida salpicada de amores, desamores, el gusto por la fotografía y objeto de deseo de muchas generaciones, la de Zalacaín incluida.
El aventurero lo comentaba en el café de aquella mañana. El exprés de la variedad Sarchimor, apenas tostado unas dos semanas antes, provenía de Zentla, Veracruz, y se había convertido en el favorito del aventurero los últimos meses, el grado de acidez cítrica, los aromas de avellanas, algo de dátiles, frutos secos, le había provocado la repetición de dos o tres dosis en la mañana.
Zalacaín recordaba a Gina, “La Bersagliera”, en aquellas escenas donde aparecía montada en un burrito, transportando madera, entrando al pueblo cuando se topa con un grupo de carabineros y cruza miradas con uno de ellos, el mariscal de más alto rango quien se queda prendido de la belleza de María de Ritis, el papel de Gina, y luego la ve bailando en un escenario con la fecha 1954 una tarantella, descalza y envuelta en un vestido de franjas, amplio, daba vueltas y vueltas y dejaba ver sus piernas, prácticamente perfectas, mientras el escote apenas dejaba ver el busto.
La película trascendió lo mares, el mariscal de carabineros era interpretado por Vittorio Domenico Stanislao Gaetano Sorano De Sica, mejor conocido como Vittorio De Sicca. Después del éxito La Lollobrigida había asegura su pecho en un millón de dólares.
Frank Sinatra y el comandante Fidel Castro buscaron inútilmente conquistarla. Zalacaín la recordaba en aquella película, de las primeras, “Pan, amor y fantasía”, donde consiguió los reflectores internacionales, la película, blanco y negro, fue doblada al español y alguna vez el aventurero la había comprado y guardado para el disfrute de una de las actrices más hermosas del mundo.
El segundo exprés llegó y alguien pidió alguna galleta de jengibre para acompañarlo. Uno de los amigos de Zalacaín preguntó, cómo habría logrado conservar tan bella figura La Lollobrigida.
Ante todo Gina era una auténtica italiana, comía pastas, sobre todo lasaña, pizzas, bebía vino y favorecía el “antipasti” de verduras y pescados, como se hacía en su país desde el Renacimiento.
Esta dieta, contaba Zalacaín, la acostumbró Gina diariamente de lunes a viernes, pero el fin de semana se sujetaba a una seria disciplina alimentaria. Por ejemplo en el desayuno solo tomaba agua mineral sin gas, almorzaba 50 gramos de queso bajo en grasa, 200 gramos de carne cocida y medio litro de jugo de naranja. La cena era muy corta, solo agua con jugo de limón.
A lo largo del día La Lollobrigida practicaba gimnasia y por las tardes-noche se sometía a una mascarilla resultado de la mezcla de jugo de uva con la pulpa prensada y emulsionada con aceite de oliva.
A los 70 años dejó de practicar las severas dietas, canceló el seguro, obtuvo una compensación y usó el dinero en otros gustos, incluso se casó con un joven catalán, 35 años menor, Javier Rigau, en el año 2010 cuando ella alcanzaba los 83 años. Fue en esa época cuando Gina declaró: “tengo muchos planes… a esta edad viene la sabiduría y los mejores cosméticos, en eso consiste el amor, cuando tu pareja no le tiene miedo a las arrugas”.
Zalacaín no confesó aquella mañana su debilidad por la cocina italiana, en buena medida le venía precisamente las películas de Gina Lollobrigida, la mujer del millón de dólares por sus pechos, la fotógrafa enamorada de Italia, “La Bersagliera” -la legionaria- quien tenía una frase para recordar: “Una mujer a los 20 es como el hielo, a los 30 está tibia y a los 40 está ardiente”. Pero esa, esa es otra historia.
*Autor de “Orígenes de la Cocina Poblana, Ed. Planeta