Dijo que no era réferi, pero terminó levantando la mano no a uno, sino a dos aspirantes que puntean para hacerse de la candidatura al gobierno de Puebla en 2024
JESÚS ARRÓNIZ / E-CONSULTA
Viernes 13. La atención estuvo centrada en Adán Augusto López Hernández, una de las corcholatas que aspiran a suceder en la presidencia de la República al presidente Andrés Manuel López Obrador. Y también en lo que hicieran Alejandro Armenta Mier e Ignacio Mier Velazco, primos de sangre que buscan la candidatura de Morena a la gubernatura de Puebla.
¿Quién de los primos se sentó a la izquierda de Adán Augusto?, ¿quién a la derecha?, ¿quién se llevó más aplausos? Irrelevante. Los ojos del círculo rojo estaban centrados en lo que dijera, en los gestos, en las palabras y los abrazos del funcionario federal.
Él, viejo lobo de mar, fue salomónico: “no voy a negar mi amistad con Nacho ni con Armenta”, porque “no vine a Puebla a levantarle la mano a nadie” como posible aspirante de Morena a la candidatura por la gubernatura en 2024.
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Tan salomónico él, que a los dos los abrazó al encabezar los Diálogos Ciudadanos: Reforma Electoral y Gobernabilidad en México en el Centro de Convenciones de Puebla.
Hay quienes afirman que la imagen dice más que mil palabras y para quienes lo dudan queda la fotografía de Rafael Pacheco: Adán Augusto ve al frente mientras atrae hacia sí a los primos, los Mier. Uno de ellos, Ignacio, busca con la mirada a su consanguíneo, pero éste, Alejandro, ve al infinito. Ambos sonríen y entrelazan sus brazos a la altura del estómago de Adán Augusto.
¿Y Julio Huerta?
En el ambiente quedaron las palabras del funcionario federal: “Yo no soy réferi de boxeo para andarle levantando la mano a nadie, yo tengo amigos, no voy a negar mi amistad con Nacho (Mier), cómo no voy a negar mi amistad con (Alejandro) Armenta: no voy a negar mi amistad con los actores políticos de los partidos, pero yo no soy quien toma decisiones en la vida interna de los partidos”.
Aclaró, por si hiciera falta, que llegado el momento serán los dirigentes nacionales, Mario Delgado, y estatal, Olga Lucía Romero, quienes harán una radiografía para evaluar cómo se encuentra la entidad para las elecciones del siguiente año.
Afuera, en las calles, al que hicieron notar fue a Mier Velazco: ¡sus simpatizantes deambulaban con playeras y la leyenda Morenacho…
En esta, su tercera visita en menos de seis meses a Puebla, la agenda del tabasqueño estuvo salpicada de una conferencia para detallar el plan B de la reforma electoral del presidente, anécdotas del exgobernador Luis Miguel Barbosa Huerta y su reconocimiento a la designación del gobernador sustituto, Sergio Salomón Céspedes Peregrina.
«El gobierno federal, dijo, no tiene duda de que el gobernador es Sergio Salomón Céspedes Peregrina. Desconozco denuncias, queja o comunicación. Yo lo reitero: el gobernador es Sergio Salomón Céspedes y estuvo hace unos días reuniéndose con nosotros».
¡Ah!, pero si no apoyó a ninguna de las dos corcholatas más conocidas para gobernar Puebla en 2024, no le hizo el feo a quienes le gritaron ¡presidente, presidente! A ellos, sólo a ellos, les dijo, «pues no les voy a quitar las ganas (…) va a haber continuidad con cambio, por eso va a seguir la transformación del país”.
O sea: vino a lo suyo en público.
Y también en privado.
Una vez concluido su discurso, antecedido por el mandatario poblano y su homólogo estatal, Julio Miguel Huerta Gómez, tocaba turno a los periodistas para preguntar, pero no… ¿O sí?
La palabra sólo se la dieron a dos de ellos: Viridiana Lozano y Ricardo Morales, directores de Ambas Manos, y Efekto 10, quienes le preguntaron su percepción del panorama político rumbo a 2024. Después apañaron la palabra los legisladores del Congreso local.
La primera fue la diputada Tonantzin Fernández: sólo intervino para felicitar por su cumpleaños al secretario de Gobernación estatal, Julio Huerta, quien se limitó a responder: «Bueno, no fue precisamente una pregunta, pero muchas gracias diputada Tonantzin Fernández«.
¿Era necesaria la felicitación en público de un cumpleaños que fue dos días atrás? Quizá sí, quizá para fijar en la mente de Adán Augusto a Julio Huerta, hasta ahora un emergente en la carrera por la sucesión en la gubernatura de Puebla.
Adán Augusto, entre risas, dijo, «hasta calor me dio con la intervención de Tonantzin, pero también me sumo a las felicitaciones del cumpleañero. No siempre se cumplen 53 años, pa’que veas que sí te tengo bien fichado ca’».
O sea, no era necesario ruborizar lo ruborizable en público. El secretario de Gobernación, se sabe, es el segundo hombre mejor informado del país, después del presidente. Y él y su equipo hicieron la tarea.
La diputada Nora Merino pidió no hacer a un lado al Partido del Trabajo que, dijo, «ha sido fundamental para la consolidación de la Cuarta Transformación en Puebla (…) Hace rato faltó mencionar que está también la fuerza del Partido del Trabajo que siempre ha estado a su lado y ha estado históricamente del lado del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, el PT es parte fundamental de la Cuarta Transformación«.
En la otra orilla, la de la oposición, el legislador priista Néstor Camarillo aseguró que «desde que llegamos al Congreso hubo presiones, hay que decirlo. Hoy estamos convencidos de que el PRI es una herramienta del poder al servicio de la gente. Aquí estamos puestos y firmes, claro que el PRI le sirve a México, el PRI está para construir y no para destruir».
¿Y eso qué fue?, ¿un guiño?, ¿una queja?, ¿una queja-guiño?, ¿un guiño-queja?
Entonces, ¿nada para nadie?
Y se fueron la mañana, la tarde, la noche. El día: nada para nadie. Al menos, hasta este 13 de enero Adán Augusto no quiso revelar con quién de los Mier están sus simpatías políticas. Si las tiene, las ocultó bien, entre la cercanía y la distancia que puso entre los primos en varios momentos del día.
No obstante, la operación política durante su último evento desde el Centro de Convenciones en la ciudad de Puebla, dejó entrever que los dados estarían cargados a los suspiros que llegan desde la Cámara de Diputados.
Su visita estuvo plagada de porras a su figura, como funcionario y aspirante a la presidencia de la República, también hacia el partido que representa y al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Lo que sí quedó claro es que los tiempos cambiaron. Que llegaron los días de conciliar: se sentó con el gobernador sustituto, con los integrantes del Comité Ejecutivo Estatal (CEE), los izquierdistas disidentes, así como los equipos de trabajo de los Mier.
Donde se notó el poder de convocatoria que tiene en la entidad, o al menos de aquellos que no llegaron como acarreados en camionetas y autobuses del transporte público, fue en el Centro de Convenciones.
Desde las 15:00 horas, grupos de militantes y simpatizantes de Morena, en especial del presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados identificados con playeras con la leyenda «Morenachos», saturaron la entrada del recinto.
Entre pancartas a favor del presidente y la Cuarta Transformación, lonas que presumían a los grupos que se sumaron al proyecto electoral del secretario de Gobernación, como los transportistas, banderas blancas, porras y bailes regionales, esperaron pacientes la llegada de Adán Augusto.
Como si supieran que lo que faltaría en el salón San Francisco eran lugares, instalaron paneles enormes en el pasillo, para que ninguno de los presentes se perdiera el mensaje sobre la reforma electoral.
Al llegar, una valla de personas blindó su caminar desde la escalinata hasta la puerta de acceso quienes corearon «Adán, Adán, Adán» hasta que se perdió de la vista de todos; aunque fue imposible ignorar que a su diestra se encontraba Alejandro Armenta Mier.
A pesar de que en la mañana había asegurado que «no era referí de boxeo», al finalizar su mensaje y explicación sobre el Plan B, que no duró más de 15 minutos, tomó a ambos de las manos y realizó un gesto de victoria, con la confianza de que su mensaje fuera entendido por propios y extraños.
El mar de personas que superó los 5 mil asistentes comenzó a abandonar el lugar con una velocidad envidiable, impidiendo que alguien pudiera caminar a contracorriente o acercarse para despedirlo. Él fue sacado por la puerta trasera para sostener una última reunión privada antes de partir.
Si ya se había reunido también con los empresarios ¿con quién?, ¿con quienes fue esa reunión privada?