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La pandemia del hambre (I) | Rtve

Somalia, epicentro del hambre: «El sonido más insoportable es el llanto de una mujer que acaba de perder a un hijo»

  • Somalia vive pendiente del cielo esperando la lluvia mientras sufre las consecuencias de la guerra de Ucrania
  • RTVE.es viaja a Somalia, donde la mitad de la población está en riesgo de hambruna extrema 
Amina, Nour y Mariama en el campo de desplazados de Burao, en el norte de Somalia, a 1.000 kilómetros de Mogadiscio. PABLO TOSCO (OXFAM INTERMÓN)

EBBABA HAMEIDA (Enviada especial a Mogadiscio) / PABLO TOSCO (Fotos) / RTVE

El piloto anuncia el aterrizaje mientras maniobra para encauzar la pista del aeropuerto internacional Aden Adde. A vista de pájaro, una serpiente de hormigón rompe la armonía de las simétricas calles de Mogadiscio para dibujar un perímetro perfecto, un punto y aparte, lo seguro de lo desconocido, la Zona Verde.

Varias avionetas y helicópteros repostan al tiempo que en sus bodegas se almacenan fardos de ayuda humanitaria, en su mayoría destinados a cubrir las necesidades de las gentes lejos de esta fortaleza inexpugnable. La seguridad del aeropuerto la mantiene la Misión de Paz de la Unión Africana (UA) desplegada en el país, hombres y mujeres pertrechados con sofisticados armamentos y que tienen como objetivo último la reconciliación del pueblo de Somalia.

La Zona Verde de Mogadiscio recuerda a una ciudadela medieval, como un castillo feudal. Dentro de este perímetro se toman las decisiones y se coordinan las acciones para encauzar el futuro de todo el país. En este cinturón de seguridad coexisten las embajadas, la ONU, la UA, las organizaciones humanitarias y todo el personal que a su alrededor se mueve. Pese a lo invencible que pueda parecer, la siempre latente amenaza de Al Shabab hace que todas las medidas de seguridad sean pocas, tanto es así que la escasa distancia entre el aeropuerto y el hotel hay que recorrerla en un vehículo autorizado.

A la entrada del hotel, un hombre de gran envergadura y con pistola al cinto autoriza el acceso a un espacio que busca extraerse de la realidad que lo rodea. Los hoteles en este lado de la ciudad cuentan con árboles y palmeras, restaurantes, grandes superficies tapizadas con césped artificial y terrazas en las que la paz que evoca la brisa del Océano Índico se entremezcla con los disparos que las insurgencias intercambian con las fuerzas estatales o internacionales, según el momento. “El primer enemigo de Somalia es Al Shabab y el segundo la corrupción política”, dice Aisha Bakar, una joven somalí de 23 años que trabaja como recepcionista en el hotel, antes de ensalzar la belleza de su ciudad. “Mogadiscio es una ciudad bonita, tiene unas playas preciosas y a mí me gusta mucho”.

“El primer enemigo de Somalia es Al Shabab y el segundo la corrupción política“

Aicha coincide con otras voces en que, fuera de la Zona Verde, la vida sigue y pese al estigma de la inseguridad reinante en el país “aquí la gente trabaja y emprende”Somalia es un país que quiere quitarse la etiqueta de «estado fallido» y que en los últimos años se ha mostrado puntero en las nuevas tecnologías y en el mundo digital. «Todos queremos vivir en paz», arguye la recepcionista del hotel. La suya, dice, es una ciudad calma a la par que bulliciosa y con ganas de vivir.

 Dos niñas con un rebaño de ganado en Sincaro una aldea en el norte de Somalia
Dos niñas con un rebaño de ganado en Sincaro una aldea en el norte de Somalia PABLO TOSCO (OXFAM INTERMÓN)

De Mogasdicio a Baidoa: la ayuda que no llega

Junto con Somalia, Sudán del SurEtiopía y Kenia también preocupan a la Comunidad Internacional por ser un caldo de cultivo para convertirse en el epicentro de la hambruna mundial. Somalia preocupa especialmente porque a la inseguridad endémica se suman los efectos del cambio climático traducidos en una sequía prolongada. Más de la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Oxfam Intermón denuncia que uno de cada cinco niños en el país podría enfrentar formas mortales de desnutrición si no se toman medidas inmediatas.

“Uno de cada cinco niños en el país podría enfrentar formas mortales de desnutrición si no se toman medidas inmediatas“

El gran reto de las organizaciones internacionales es esquivar el conflicto y la inseguridad. No es fácil salir de esta zona verde. El norte de la capital es un polvorín y la gente más afectada se encuentra en las zonas más rurales del país, las zonas más inestables. Una población que depende principalmente del ganado se está quedando sin su principal sustento. Muchas familias caminan días y días para llegar a un campo de personas desplazadas como el de Baidoa en busca de la asistencia que brindan las oenegés. 

Aisha y Fatoumata caminaron 13 días para llegar a un campo de personas desplazadas internas de Burao
Aisha y Fatoumata caminaron 13 días para llegar a un campo de personas desplazadas internas de Burao PABLO TOSCO (OXFAM INTERMÓN)

La población somalí ha olvidado el significado de la paz. La inestabilidad crónica y la inseguridad, además de la desidia internacional, dificultan cualquier respuesta humanitaria. Mohamud Yousef tiene cuatro años de experiencia en proyectos de asistencia humanitaria, y los últimos cuatro meses está trabajando en el campamento de Baidoa. “Creo que la inseguridad es un factor que afecta a la respuesta”, explica el responsable de proyecto de Save Somali Women and Children (Assist WC), un proyecto local apoyado por OXFAM Intermón.

La inestabilidad política se suma a la sistemática oposición de los insurgentes a permitir la llegada de ayuda humanitaria, lo que hace de Baidoa el epicentro de la hambruna mundial. Centenares de familias llegan a este lugar cada día en busca de ayuda. “Se organizan como pueden en viviendas improvisadas y las condiciones de vida se vuelven insostenibles. Vienen sin nada y sin nada que llevarse a la boca” arguye el trabajador humanitario, y denuncia que hay muchas personas atrapadas en zonas a las que las organizaciones internacionales no pueden llegar.

“La inseguridad es un gran problema para hacer frente a la hambruna”, lamenta. La última vez que se declaró la hambruna en Somalia fue en 2017 y dejó tras de sí a más de 260.000 personas fallecidas, de las cuales, más de la mitad eran niños. “Casi la mitad de las muertes ocurrieron incluso antes de que se declarara la hambruna”, concluye el cooperante.

El impacto del cambio climático

Youssef describe el sonido del hambre como el llanto de una mujer que acaba de perder a un hijo. “Quizás sea el sonido más insoportable para cualquier ser humano. Tener hambre es lo peor que le puede pasar a alguien”, explica. Reconoce que están trabajando en una situación muy al límite y cada día es peor. “La falta de lluvias durante tanto tiempo han llevado a muchas personas a perderlo todo”, añade. De hecho, más de un millón de personas han tenido que abandonar sus hogares, produciéndose en los últimos meses un gran éxodo.

Assist WC sobre todo se centra en brindar agua a unos 2.000 hogares. Además, entregan kits de higiene con jabones de manos y limpieza general. No hay luz eléctrica por lo que “proporcionamos lámparas solares para emergencias cuando es de noche”. “Las familias no tienen nada de nada”, nos explica. Les expulsa la sequía, pero también la inseguridad y los conflictos armados. Llegan a Baidoa y tienen que comenzar de cero.

Aisha y Fatoumata caminaron 13 días para llegar a un campo de personas desplazadas internas de Burao
Aisha y Fatoumata caminaron 13 días para llegar a un campo de personas desplazadas internas de Burao PABLO TOSCO (OXFAM INTERMÓN)

En un mercadillo de mujeres en la región de Sanag, Fatouma intenta vender hortalizas y pan a los vecinos de la aldea. Ella es madre de diez hijos. Cada día intenta sacar los dos dólares que necesita para poder mantener a su familia. Vende patatas, cebollas, una lechuga, tomates, pimientos y guindillas. También tiene un bote de té y en varios saquitos de plásticos tiene envueltas unas hierbas con remedios naturales. Tiene dos cajas vacías que le sirven para volver a guardar lo que no vende. En el rastro se ven muchas telas, telas de todos los colores. Hay una parte en la que hay carniceras y otras comerciantes. Pone varias piezas de hortalizas sobre uno de los platillos de la balanza hasta equilibrar el peso marcado por una pieza de cinc en el otro platillo.

Fatouma, Fardisa y Zeinab

Confiesa que la guerra de Ucrania les está afectando negativamente y que desde que se desató este conflicto han notado cómo los precios de los alimentos básicos se han disparado. Fatouma y sus compañeras exponen que la situación alimentaria es catastrófica, la carne es un lujo “inalcanzable en muchos hogares” y el trigo se ha vuelto un privilegio porque “un kilo de harina ha triplicado su valor”. “Nosotros vivimos de cereales y ahora no tenemos ni eso que hemos tenido durante toda la vida”, interrumpe Fardisa. El impacto económico del conflicto en Ucrania ha contribuido a acelerar la crisis humanitaria en múltiples niveles, lo que aumenta la vulnerabilidad de las personas de la región. Más del 90% del suministro de trigo en Somalia proviene de Rusia y Ucrania.

“La mayoría de los somalíes también dependen del grano en sus vidas. Desde que comenzó la guerra, no ha habido un suministro constante de granos y muchas personas están pendientes de escuchar la noticia de que hubo un acuerdo entre la ONU, Rusia y Turquía para tratar de obtener cereales a través del Mar Negro”, explica Adil al Mahi, director de Oxfam Intermon en Somalia. Fardisa, la panadera del mercado, exhibe su puesto con orgullo. “Yo ya lo he vendido todo”, dice contenta. Mientras, nos dirige a su puesto y explica que con su compañera Zeinab hacen pan y lo venden. Ella estuvo de pequeña en Abu Dabi por temas de salud, pero ahora ya no tiene forma de salir de Somalia. Sus 7 hijos la necesitan.

 Fardisa y Zeinab dos panaderas en un mercadillo en Somalia
Fardisa y Zeinab dos panaderas en un mercadillo en Somalia PABLO TOSCO (OXFAM INTERMÓN)

El impacto del cambio climático está haciendo mella en la población. “Sus medios de supervivencia se han reducido debido a las sequías recurrentes”, explica Adil Al Mahi. La quinta estación de lluvia fallida está provocando serias consecuencias para la seguridad alimentaria. Más de 7 millones de personas están en riesgo de hambruna extrema. “Si nos fijamos en la India o en los EE.UU., aportan el 45% de los gases de efecto invernadero, sin embargo, Somalia, Kenia, Etiopía y, en general, el este de África, apenas suma el 0,02% de las emisiones que afectan al clima, y este cambio lo sentimos incluso ahora”, denuncia el responsable de la organización.

La hambruna se da por un conjunto de circunstancias muy adversas. Después de cinco temporadas consecutivas de lluvias fallidas, Somalia, una vez más, se enfrenta a una grave sequía que pone en riesgo de hambruna a gran parte del país y su población.

Ya un millón de personas se han visto abocadas al éxodo en busca de alimentos y agua. Con la experiencia de la última sequía y la hambruna en 2017 las organizaciones internacionales que operan en el terreno reclaman un mayor compromiso y apoyo para prevenir. “Afectó mucho, hubo muchísimos desplazados internos, gente en medio de la calle esperando que alguien les ayudara con agua o comida”, recuerda Al Mahi, y por eso, insiste: “Estamos pidiendo apoyo a la comunidad internacional, para obtener más ayuda para esas personas, para mantenerlas con vida. Nuestro principal objetivo es mantener viva a la gente, y eso es lo que llamamos intervenciones que salvan vidas”.

Un grupo de mujeres reunidas en un campo de personas desplazadas internas en Burao (Somalia)
Un grupo de mujeres reunidas en un campo de personas desplazadas internas en Burao (Somalia) PABLO TOSCO (OXFAM INTERMÓN)

Fuente: https://www.rtve.es/noticias/20230110/somalia-epicentro-del-hambre-sonido-mas-insoportable-llanto-mujer-acaba-perder-hijo/2414851.shtml

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