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Cuándo surgió realmente la idea de amor romántico (y qué había antes) | ACyV

Del amor cortés medieval al concepto del amor líquido, hacemos un repaso por la evolución de este sentimiento tan sublime, lo que todo el mundo anda buscando

Un par de amantes del siglo XV. (Wikimedia commons)

ADA NUÑO / ACyV

Un chico coge el autobús todos los días a la misma hora para poder cruzarse con el objeto de sus deseos. No duerme, no come y piensa solamente en esa persona, a la que ha idealizado por completo. En realidad no ha inventado nada, está enamorado, (tiene un ‘crush’, si se prefiere), la oxitocina riega su cerebro. Es el amor romántico, del que los poetas han hablado hasta la saciedad, creando composiciones bellas que hacen que todo el que las lea se sienta identificado («buah, es que soy yo literal«, que también podría decirse).

¿Qué fue antes, el amor romántico o el deseo sexual? En realidad, si echamos la vista atrás, el primero tampoco tiene tanto tiempo. Es decir, que si tuviéramos que enumerar las causas que nos dotaron de espiritualidad y nos convirtieron en seres diferentes al resto de animales que pueblan la Tierra, hablaríamos quizá de una pintura en una cueva o la curación de un fémur, pero no de la primera vez que alguien cayó rendido de amor.

Si enumerásemos las causas que nos dotaron de espiritualidad hablaríamos de un fémur curado o una pintura en una cueva, pero no de la primera vez que alguien cayó perdidamente enamorado

Quizá el término más cercano al amor que nos vende la factoría Disney desde nuestra niñez sería el del amor cortés medieval. El concepto, literario y originado en la poesía de los trovadores, expresaba el amor en forma noble y caballeresca. La relación que se establecía entonces entre el caballero y la dama era comparable a la relación de vasallaje (la relación entre el vasallo y su señor feudal). En realidad era algo así como un romance secreto y exclusivo para miembros de la nobleza, puesto que los matrimonios eran arreglados entre las familias por absoluta conveniencia, por lo que se trataba de un amor no bendecido con el matrimonio y en la mayor parte de los casos adúltero y prohibido.

El enamorado llega hasta su amada. Ilustración del Codex Manesse.

Pese a tener probables orígenes en la literatura árabe, lo cierto es que se popularizó en la Europa medieval, aunque en realidad tenía poco de ‘amor’ como podríamos entenderlo ahora. En primer lugar, porque las relaciones estaban pensadas para un sector pequeño de la población: damas y caballeros que se diferenciaban del pueblo vulgar y los burgueses, que no podían competir culturalmente con ellos. En segundo, porque el papel de la mujer era bastante pasivo y era algo así como una ‘prueba’ que el hombre debía conseguir: solía ser la inalcanzable esposa del señor, a la que se trataba de seducir.

El amor cortés medieval sería el punto de partida, aunque el papel de la mujer era bastante pasivo y se trataba de relaciones prohibidas y fuera del matrimonio

Es el comienzo en parte del amor platónico como lo conocemos hoy en día, pues al fin y al cabo la concepción expuesta por Platón poco tenía que ver con lo que hoy en día creemos: un tipo de amor en el que el deseo sexual o las características románticas son inexistentes o han sido reprimidos. Los primeros matrimonios de los que se tiene constancia (en Mesopotamia, Grecia, los hebreos o Roma) se acordaban para asegurar alianzas o producir descendencia exclusivamente.

De hecho, en la Antigua Grecia no se encuentran referencias parecidas al amor que conocemos hoy en día, puesto que el concepto de amor era radicalmente opuesto a cualquier cosa que hoy consideremos moralmente apropiada. Para empezar, no tenían una, sino muchas palabras para definir el amor (storge, pragma, philia, eros, y la lista sigue). Y en cuanto a la parte moral, no hay más que echar un vistazo a la idealización de la pederastia, cuando se establecían relaciones entre un joven adolescente (erōmenos) y un hombre adulto (erastēs), algo considerado un elemento esencial en la propia cultura del pueblo desde los tiempos de Homero. Era algo paralelo a las relaciones matrimoniales, que también se establecían entre hombres en la treintena y mujeres jóvenes de entre 15 y 18 años.

Los primeros matrimonios de los que se tiene constancia (en Mesopotamia, Grecia o Roma) se acordaban para asegurar alianzas o producir descendencia exclusivamente

Según algunos antropólogos como Lévi-Strauss, existían formas complejas de cortejo en las sociedades primitivas, pero no hay pruebas de que se formasen relaciones amorosas paralelas de alguna forma a nuestra concepción del romance moderno. El afecto era importante, eso sí, y se tenían en cuenta los deseos de los que se iban a casar para concertar los matrimonios. No es extraño, por tanto, que incluso en la actualidad algunas tribus como algunas que habitan en Samoa no contemplen el amor como nosotros, anclado a otras ideas como la monogamia, los celos, la exclusividad o la fidelidad.

Amor burgués y victoriano

El amor cortés evoluciona hacia el amor burgués y el victoriano, en los que ya no hay una idealización como las de Petrarca o Dante con sus amadas, sino que el amor no se contempla sin consumación y matrimonio. Con ellos va surgiendo durante el siglo XVIII el concepto que hoy en día tenemos arraigado, encaminado a romper con los cánones anteriores, uniendo pasión y deseo sexual y convirtiendo a los propios sujetos en dueños de sus emociones. Es muy importante, porque sirve para cambiar algunas ideas preconcebidas en la sociedad: sirve para la emancipación de la mujer o cambia las relaciones con respecto a la maternidad.

Aunque en algunas tribus primitivas existían complejas formas de cortejo, su idea de ‘amor’ no estaba anclada a la monogamia o los celos

A día de hoy la idea aceptada es que tenemos una persona predestinada que será nuestra ‘media naranja’, aquel que nos complete (de nuevo un concepto platónico distorsionado) y esté con nosotros para siempre. Por supuesto, en la mayoría de los casos no funciona, y muchas voces ya se han alzado para hablar de nuevos conceptos como el amor líquido en una sociedad líquida (conceptos creados por Zygmunt Bauman), una posible respuesta a los cambios de las sociedades capitalistas. De cualquier manera, mucho se ha estudiado sobre el amor romántico, hasta el punto de investigar lo que pasa en el cerebro cuando alguien se enamora: reacciones químicas en las que la dopamina o la norepinefrina son protagonistas.

Tristán e Isolda. (iStock)

Pero por mucho que se teorice al respecto, todavía no hay una hipótesis única acerca de qué lleva a dos seres a ese mágico proceso de limerencia: una especie de trastorno obsesivo en el que los sentimientos no pueden reprimirse y parecemos hechizados por la otra persona, con pensamientos intrusivos sobre ella, y la sensibilidad a flor de piel.

Los cambios sociales llevan, irremediablemente, al surgimiento de nuevos conceptos como el amor líquido, establecido por Zygmunt Bauman

De cualquier manera, aunque el amor esté siempre ahí con ese u otro nombre, los cambios sociales le hacen adaptarse irremediablemente a ese devenir de los tiempos. En la búsqueda de una sociedad igualitaria y ciertamente individualista, los ideales de amor cortés ya no sirven. Deben buscarse otros más acordes para interpretar aquello que hace sollozar a los poetas: el sentimiento más sublime, lo que nadie ha perdido, pero todo el mundo anda buscando.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2023-01-05/idea-amor-romantico-medievo-historia-antiguedad_3549894/

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