El influyente pensador alemán rastrea el efecto en la psique colectiva de las condiciones económicas y reivindica la solidaridad
CARMEN PÉREZ-LANZAC / IDEAS
Heinz Bude (Wuppertal, Alemania, 1954) es uno de los sociólogos más influyentes de nuestro tiempo. Estudioso de las cuestiones generacionales y experto en la de 1968, el catedrático de Macrosociología de la Universidad de Kassel es un diagnosticador contemporáneo que rastrea cómo las condiciones económicas afectan a la psique colectiva. Recientemente ha estudiado los males de la sociedad occidental y también su posible solución. Publicó La sociedad del miedo (Herder, 2017), donde afirmó que todo nos da miedo: encarar la vida desde la individualidad (abandonados por los Estados), la pérdida de oportunidades vitales, incumplir las expectativas de los demás, que se convierten en el enemigo… En 2019 publicó Solidarität: die zukunft einer großen Idee (Solidaridad: el futuro de una gran idea, sin traducir al español), donde ahonda en la que sostiene debería ser nuestra respuesta. Ahora, sin embargo, cree que hemos entrado en la etapa de los perdedores. “Todos perdemos”, sostiene.MÁS INFORMACIÓNHay que combatir el miedo al futuro
Bude recibe en su piso de Berlín, un lugar envidiable: situado a las afueras de la ciudad (a pocos minutos del centro en tranvía), cerca de un lago, rodeado de árboles y un jardín con al menos diez tipos de flores (todas abiertas, asombrosamente) y en el que los niños comparten arenero. Bude ha dispuesto galletitas sobre la mesa del salón. Hablamos (en inglés, él con fuerte acento alemán) y por los grandes ventanales se cuela el bosque otoñal.
PREGUNTA. Desde que escribió su libro el miedo crece y crece.
RESPUESTA. Las últimas tres décadas de neoliberalismo han sido la etapa de las oportunidades vitales. Luego muchos empezaron a preguntarse si se estaban perdiendo algo. En el amor, el trabajo, incluso en las vacaciones, siempre la misma pregunta: ¿esto es suficiente para mí? ¿Soy capaz de asir todas las oportunidades que se me ofrecen? Pero ya no estamos en esa etapa. Hemos entrado en la de los perdedores. Todos perdemos.
P. Poder adquisitivo desde luego.
R. Ahora la pregunta es: ¿cómo sobrevivo bajo estas nuevas condiciones? Estamos además en un periodo de pérdidas ideológicas. Muchos no entienden ya el mundo. Esto pivota alrededor de la guerra en Europa. Pensemos en el imperialismo: tenemos el angloamericano, pero también el ruso y el chino. Muy distintos entre sí. Y eso nos deja confusos. Cuando termine la guerra en Ucrania, ¿en qué situación quedará Europa?
P. ¿Qué dicen sobre esto los políticos alemanes?
R. Nadie sabe. Aquí no hemos trabajado bien la política exterior. No tenemos a un Henry Kissinger que esté pensado en nuestro mundo cambiante con múltiples ejes. ¿Es posible una Europa unida? Europa, ¿es solo Europa occidental? ¿Debemos abrir nuestras fronteras a Turquía o incluso a Rusia? Quizá en 20 años Rusia sea parte de Europa.
P. Mmm… Difícil.
R. En la Guerra Fría había dos sistemas enfrentados: el socialista o comunista y el capitalista. Pero en Rusia ahora hay un capitalismo extremo, por lo tanto la guerra actual trata sobre nada. Es una guerra de poder. Nada ideológico la sostiene. Esta guerra lo que sí demuestra es que Rusia ha perdido definitivamente la Guerra Fría.
P. ¿No eran conscientes de ello?
R. Muchos creen que ellos ganaron la II Guerra Mundial. Ahora tienen que imaginar que todo fue en vano. Rusia ahora no es mejor de lo que fue Alemania. Solo la mueve el poder.
P. Hablamos de las pérdidas… ¿y qué nos sostiene? Algo lo hará.
R. Durante la pandemia fue la familia. Las personas con 40 años se percataron de sus importantísimas obligaciones y vieron que podían afrontarlas. Pero la familia también causa sufrimiento. Cuestiones de género que confronta a sus miembros, por ejemplo. Los jóvenes creen en la familia pero no se ven capaces de afirmarlo. No quieren señalarse como conservadores. Les faltan términos e ideas para interpretar la situación.
P. Estamos en una etapa de muchos cambios, ¿no?
R. Sí, es una etapa llena de ambigüedades, nos falta orientación. Esto es evidente en Alemania. Los verdes están creciendo mucho, es el único partido que está aprendiendo. Pero en el proceso de aprendizaje está abandonando su centro ideológico. Ahora están pensando sobre el gas que nos llega desde EE UU en barcos… Este realismo verde es a la vez una forma de perder terreno. Y en 20 años se pueden encontrar vacíos ideológicamente. Aprender puede tener un precio.
P. ¿Cómo se han vivido en Alemania los errores de Merkel en sus tratados energéticos con Rusia?
R. Hace poco habríamos dicho que fue una gran estadista. Pero ahora se está convirtiendo en una figura del fracaso. Tras la crisis de 1989 llegaron unos años increíblemente buenos para los alemanes, incluso paradisiacos. En los últimos 10 han llegado a su fin.
P. Para Alemania y para buena parte de Occidente.
R. Quizá en Alemania más que en otros países. Los mandatorios se preguntan, ¿tenemos la fuerza necesaria para afrontar lo que venga a partir de ahora? ¿Podemos tirar del carro como antes? Si flaqueamos, ¿quién lo hará?
P. ¿Quién?
R. Macron intenta hacerlo. Ve que es su oportunidad para convertirse en una figura histórica. Tiene prácticamente cuatro años para lograrlo. Se ve con la capacidad de abrirle a Europa nuevas oportunidades. No veo a otro líder que pueda acompañarle. Scholz intentar ser de ayuda para Alemania de forma discreta. ¿Qué quiere para el futuro de Europa? Quizá no lo sepa ni él mismo. No hay estrategia en su política. Roosevelt dijo: “Lo único que debemos temer es al propio miedo”. No veo a nadie en Alemania con fuerza para afirmar eso.
P. ¿No cree que haya gente que se diga eso, que rechace el miedo?
R. Desde luego deberíamos hacerlo porque el miedo solo nos lleva a la impotencia. Más en un momento en que todo gira en torno al poder individual de cada uno. El poder solo lo obtenemos cuando lo hacemos acompañados de los demás: la solidaridad. Pero esto debemos verlo cada uno de nosotros. ¿Nosotros los alemanes? ¿Nosotros los berlineses? ¿Nosotros los anticapitalistas? La idea de “nosotros” está también en crisis, pero necesitamos un nosotros.
P. ¿Dónde debemos buscarlo?
R. Nace de la experiencia de la soledad. Hoy somos individuos solitarios y si no nos abrimos al resto, fracasaremos.
P. Pero esta idea llega con la edad.
R. Sí, y los mileniales tienen la edad para verlo, que no pueden vivir por sí mismos. Somos dependientes de los demás. Eso no es una fuente de miedo sino una fuente de solidaridad. A muchos se le podría comunicar esta idea pero los políticos fallan en ello. A los políticos europeos les falta existencialismo. Es más: lo temen y se equivocan.
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