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La historia de las mujeres que se morían de hambre para poder llegar a Dios | ACyV

En la Edad Media, el ayuno era visto como una meta espiritual a alcanzar, y en el siglo XIX también se pusieron de moda estas chicas que decían no tener que comer para vivir

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ADA NUÑO / ACyV

«Y Moisés estuvo allí, con el Señor, cuarenta días y cuarenta noches. No comió pan, ni bebió agua, pero sí escribió en las tablas de piedra las palabras del pacto, es decir, los diez mandamientos» dice el Éxodo. Antes de que aparecieran los problemas alimenticios en un mundo como el occidental, paradójicamente abundante, ya había mujeres que entraban dentro del espectro de la anorexia aunque por razones diferentes a las actuales. Fue este el extraño fenómeno de las chicas en ayunas, las cuales no comían con la idea de acercarse a Dios.

La Edad Media fue el punto de partida para estas mujeres, y la anorexia (o los ayunos) eran vistos entonces como una meta espiritual a alcanzar. Se habló del ‘ayuno ascético’ en un período en el cual se perseguía la búsqueda de las virtudes espirituales mediante la mortificación del cuerpo. De esta manera, muchas mujeres a las que santificaron después (santa Catalina de Siena o la beata Ángela de Foligno, por poner algún ejemplo) se negaban a comer y se dedicaban al ayuno. Angela de Foligno tuvo durante su vida intensas experiencias místicas y visiones en torno a la Pasión de Cristo y Catalina también tuvo, según sus hagiógrafos, varias visiones sobre el infierno y el purgatorio.

Ángela de Foligno tuvo durante su vida intensas experiencias místicas y visiones en torno a la Pasión de Cristo

Pero por algún motivo en el siglo XIX el fenómeno de las chicas en ayunas volvió a golpear con fuerza Europa. La reciente película ‘El prodigio’, protagonizada por Florence Pugh, cuenta la historia de una enfermera que es obligada a vigilar a Anna O’Donnell, una niña de once años que supuestamente lleva meses sin comer, pero que permanece milagrosamente viva y sana.

Catalina de Siena.

Aunque Anna como tal no existió, sí hubo otras Annas en aquella época victoriana, como Sarah Jacob, una joven inglesa que se hizo muy famosa en 1869 y de la que se hablaba en los periódicos pues, según señalaban sus padres, había sobrevivido sin que un bocado de comida llegara a sus labios durante más de dos años. Sin embargo, cuando una enfermera comenzó a vigilarla como en la película de Pugh, empezó a enfermar de forma súbita, como si se muriera de hambre, hasta que finalmente la profecía se cumplió.

En el siglo XIX se hizo muy famosa Sarah Jacob porque, según contaban sus padres, había sobrevivido sin que un bocado de comida llegara a sus labios durante más de dos años

Pero, como informa ‘BBC’, no era nada nuevo. En 1600, el rey Enrique IV de Francia envió a un médico para que comprobase si era verdad que Jane Balan llevase tres años ayunando. También se hizo famosa en el mismo siglo la llamada ‘famosa damisela de Derbyshire’, que aseguraba haber ayunado durante 12 meses pasándose por los labios de vez en cuando una pluma mojada. A veces no se buscaban explicaciones alternativas, sino que la idea de la abstinencia milagrosa se mantenía presente y se creía que estas mujeres realmente se alimentaban ‘del aire’.

Algunas de estas chicas aprovechaban para lucrarse a partir de estos supuestos ayunos. Se exponían y hacían famosas, dejando que la gente fuese a visitarlas y que la prensa cubriera sus increíbles casos, como el de Mollie Francher, una chica estadounidense que decía ser clarividente y que aseguraba no comer poco más de unas cucharaditas de ponche de leche desde que había sufrido un accidente. La llamaban ‘El enigma Brooklyn’.

La ‘famosa damisela de Derbyshire’ aseguraba haber ayunado durante 12 meses pasándose por los labios de vez en cuando una pluma mojada

En realidad, aunque la fe fue el motivo por el que algunas mujeres medievales como las expuestas anteriormente decidían dejar de comer, los motivos de los siglos posteriores quizá fueron diferentes. Se habló de histeria o de que había surgido a partir de otras enfermedades (como en el caso de Mollie Francher). No se habló en aquellos momentos de anorexia nerviosa, aunque probablemente lo era, y sin duda es curioso porque el término ya existía: en 1689 el médico británico Richard Morton publicó el primer informe de dos pacientes que se negaban a comer (sin tener otros síntomas que motivaran la inapetencia).

Retrato de Miss A., una de las primeras pacientes anoréxicas documentadas.

Las ideas sobre la enfermedad evolucionaron, hasta que poco a poco fueron relacionándose en mayor menor medida con las mujeres y, por algún motivo, también con su sexualidad. No solo Freud creía que se trataba de una forma de melancolía que provenía de una falta de desarrollo sexual, sino que otros como el psicólogo Pierre Janet también consideraba que se daba cuando negaba su sexualidad. Algo bastante alejado sin duda de aquellas santas que querían acercarse a Dios mediante el daño al propio cuerpo.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2022-12-26/historia-mujeres-hambre-poder-llegar-dios-ayuno_3543191/

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