Los Periodistas

Resignificar la Navidad

Por Fernando Manzanilla Prieto

Estamos a unos días de que celebremos la Navidad, una fecha que nos transmite la idea de alegría, convivencia y paz entre todas y todos; sin embargo, esta época no deja el mismo sabor de boca a todas las personas, ya que muchas, por el contrario, no la pasan nada bien.

Esto, según los especialistas, puede tener diferentes causas, que van desde condiciones medioambientales, hasta biológicas. Un ejemplo de ello es lo descubierto por científicos del Instituto de Investigaciones Baker en Melbourne, en Australia, quienes observaron que en los meses de invierno los niveles de serotonina disminuyen debido a la baja luminosidad.

Cabe destacar que la serotonina es un neurotransmisor del sistema nervioso central que influye en la gestión de los estados de ánimo y sus cambios estacionales. En este sentido, a menos horas de luz, hay menos producción de serotonina y por tanto peor humor y menos energía.

Incluso, a la respuesta que origina en el cerebro la disminución de la exposición a la luz natural se le ha denominado en el mundo anglosajón con el acrónimo de SAD, Seasonal Affective Disorden, que en español se traduce como “depresión de invierno” o trastorno afectivo estacional (TAE).

Nuestro país no escapa de este fenómeno, ya que la Encuesta Nacional sobre la Satisfacción Subjetiva con la Vida y la Sociedad, elaborada por la UNAM, proyecta que diciembre es la época del año donde se registran los niveles más altos de frustración y soledad.

De acuerdo con el titular del Laboratorio de Neuropsicofarmacología de la Facultad de Psicología de la Máxima Casa de Estudios del país, Hugo Sánchez, en esta temporada la publicidad y la sociedad misma fomentan altas expectativas, que predisponen a las personas a una presión por conseguir ciertas condiciones que, considera, materializarán su felicidad.

Asimismo, el investigador alertó que estas falsas expectativas conducen a conflictos emocionales que pueden derivar en un estado de depresión y, en casos extremos, al suicidio. Por ejemplo, uno de los momentos más estresantes de la temporada es cuando se hace un recuento de los logros alcanzados en el año, los cuales, al no estar al nivel de nuestras expectativas, producen frustración.

Si bien es cierto que la respuesta de cada persona es diferente a las circunstancias, también lo es el que contamos con diversas estrategias que podemos poner en marcha para combatir estas reacciones o incluso para ayudar a quienes nos rodean a afrontarlas.

La primera es hacer el ejercicio de reinterpretar el significado de la Navidad y romper el estereotipo de una felicidad irreal, ya que en esta época no se trata de lo que tenemos o lo que somos, sino de quienes tenemos a nuestro lado. Valoremos la compañía de nuestros seres queridos y veámoslos como el mejor regalo que podemos tener en estas fechas.

Al final, la propia felicidad no es algo que podamos encontrar en las cosas materiales, ni en el reconocimiento, sino por el contrario, nace en nuestro interior y en el bienestar emocional que cultivamos.

De igual forma, es importante no ser perfeccionistas en cuanto a las metas alcanzadas, si bien muchas no se lograron en este año, podemos tomarlo como un aliciente para que el próximo año lo iniciemos con mayor energía y entereza.

Pero, sobre todo, asumamos que el verdadero significado de la Navidad está en dar a los demás. Tal vez no podamos obsequiar recursos materiales, pero sí podemos entregar nuestro afecto, compañía e incluso la propia tranquilidad de que transmitimos un estado de bienestar.

No siempre podemos tener todo lo que deseamos de la manera que queremos, pero sin lugar a duda sí podemos agradecer por la oportunidad que tenemos al estar vivos y, sobre todo, porque vendrán mejores momentos.

Aprovechemos estos días para ver lo bueno del camino andado, para abrazar a nuestros seres queridos y sobre todo para dejar una huella positiva de nuestro andar en este planeta, ya que como dijo Henry Van Dyke: «La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos».

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