Charlamos con la eminencia en la medina mental sobre cuándo pedir ayuda, redes sociales o la importancia de la comunicación
BERTO MOLINA / ACyV
Hace algunas semanas, Luis Rojas-Marcos, uno de los psiquiatras españoles (Sevilla, 1943) más valorados y querido a nivel internacional, publicaba su nuevo libro titulado Estar bien aquí y ahora de la mano de la editorial HarperCollins. Con el estilo sencillo y ameno que le caracteriza, ofrece las claves para mejorar nuestro bienestar físico y emocional en una de las etapas de mayor incertidumbre que está viviendo la humanidad.
Con motivo de su nueva publicación, El Confidencial ha tenido la ocasión de charlar sobre algunas cuestiones que toca en su libro y otras relacionadas con la salud mental. El que fuera director del sistema de Salud y Hospitales Públicos de Nueva York desde 1995 hasta el 2002, época en la que tuvo que hacer frente a la catástrofe humanitaria tras los atentados del 11 de septiembre, mantiene su optimismo intacto, creyendo que siempre uno puede mejorar para buscar el mayor grado de felicidad posible.
PREGUNTA. Luis, has lanzado Estar bien aquí y ahora, ¿es fácil realmente llegar a estar bien?
RESPUESTA. No es complicado si tenemos una conciencia de querer estar bien o mejorar. Si tú le preguntas a la gente qué les hace sentir bien, la mayoría lo sabe y te responde. O al menos tienen detectado lo que posiblemente les haría estarlo. Nosotros somos los que decidimos qué necesitamos para estar bien, no los demás. Se me ocurrió preguntar esto por Twitter y recibí miles de respuestas. Algunas de ellas decían que «estar bien es no estar mal«, y ya es algo.
P. ¿Qué necesitas tú para estar bien?
R. Tranquilidad, una palabra que sale muy a menudo en estas respuestas de las que te hablo. Y si preguntas qué es tranquilidad, te diré que puede ser tener un equilibrio físico, que no me duela nada, y mental, tener paz y no preocupaciones. Esa tranquilidad también, para mucha gente, es saber que los suyos están bien. Por lo tanto, lo importante es preguntarte qué es lo que te hace estar bien y buscar los ingredientes para fomentar ese estado.
P. Uno de esos ingredientes, del que hablas en el libro, es el optimismo, ¿cómo pueden cambiar su visión los que no lo son?
R. El optimista no solo nace, también se hace y se puede trabajar en ello. El optimista, ante un obstáculo o una adversidad, pone el centro de control sobre él mismo. Además, confía en que tiene cualidades ejecutivas para organizarse y superar los problemas. Busca información, información fiable, se hace un programa con tareas, se organiza… Si entendemos como optimismo la capacidad y la confianza que ponemos en nosotros mismos, mucha más gente de la que pensamos tiene esta actitud y, por lo tanto, es optimista.
P. Se han puesto muy de moda los libros de autoayuda, ¿crees que realmente ayudan?
R. Sí, si se trabaja en ellos, se estudia, se tiene ganas, si explican las cosas de una forma en la que se entienden… Quizá tienen la connotación de que no es algo profundo o exacto, pero la autoayuda es muy útil. Recuerdo los grupos que hice en Estados Unidos, tras los atentados del 11 de septiembre, en los que lo importante era escuchar las vivencias de los demás y cómo hacían para llevar su día a día mejor. Escuchar y entender otras vivencias ayuda, sin duda.
P. ¿De dónde te nacen las ganas, después de tantas publicaciones, de escribir este libro?
R. Se dan una serie de coincidencias. Durante la pandemia, me llamaba mucho la atención que siempre decía «espero que estés bien», con preocupación en el presente, a la hora de comunicarme. Inquietud que también detecté a mi alrededor, en el mundo de la medicina. Me di cuenta de que dejamos de trabajar en el concepto amplio de la búsqueda de la felicidad al ser algo como muy de futuro cuando no sabíamos ni siquiera si íbamos a llegar al verano. Entonces me centré en este punto y me puse a investigar y estudiar sobre el bienestar. Lo importante es el ahora porque el futuro, más que nunca, es incertidumbre.
P. Volviendo a lo de estar bien, ¿resulta más complicado decir abiertamente que uno no está bien?
R. No es tan fácil, pero también depende de a quién se lo estés diciendo. Si es al psiquiatra, resulta fácil, pero si lo dices fuera de un entorno de amistades o familiares, crea preocupación. Una cosa es lo que sabemos o nos decimos a nosotros mismos y otra lo que estamos dispuestos a compartir.
P. Ahora decir socialmente que vas al psicólogo o al psiquiatra no está tan mal visto, ¿por qué ha cambiado esta mentalidad?
R. Todavía tenemos mucho que avanzar porque no es lo mismo en las grandes ciudades, como Nueva York o Madrid, que en los sitios más pequeños. Pero sí es cierto que ahora no está tan mal visto como antes, ahora incluso se presume de ello porque la persona que pide ayuda se le tiene como responsable. Este gran cambio se ha dado por la formación. Ahora la sociedad está cada vez más informada. Cada vez se es más consciente de las ventajas de hablar con alguien cuando tienes un problema.
P. ¿Cómo se toma la decisión de ir a este tipo profesionales?
R. Lo primero es darse cuenta de que tienes un problema, algo que no es fácil porque en muchas ocasiones no hay esta conciencia de enfermedad. Pero cuando ya lo has detectado y sabes que algo no está bien, llega la motivación para cambiar y el paso que te lleva a tomar la decisión de ponerte en manos de profesionales. Por desgracia, la gran barrera está en los recursos. No todo el mundo puede costearse un psiquiatra o un psicólogo…
Pero creo que estamos avanzando también en este aspecto porque hace poco, hablando con compañeros de profesión, me enteré de que en España, el Ministerio de Salud ha aprobado la especialidad de psiquiatría infantil, algo importantísimo. O debemos celebrar que exista un teléfono institucional que funcione las 24 horas del día como prevención contra el suicidio.
P. Las redes sociales llevan un tiempo en el punto de mira por la apariencia que se da en ellas y cómo lo perciben los demás, ¿crees que son positivas o no tanto?
R. Positivas, sin duda. Todo lo que sea comunicación es positivo, pero como en otras muchas cosas positivas en la vida, también hay que cuidarse. Por ejemplo, la televisión. Se le ha culpado de muchísimas cosas a lo largo de los años, algo que ahora pasa con los móviles o las redes sociales. Son inventos maravillosos, pero todo depende del uso.
Si usas la tele de canguro para niños pequeños, pues pierden la capacidad para jugar, para inventar… Por lo tanto, ahora hay que enseñar y ayudar a las personas a que su estado de ánimo no dependa de Instagram. Que la autoestima no esté relacionada con los comentarios o likes que recibes. Hay que educar a la sociedad a llevar la tecnología.
P. Hablas de la comunicación, ¿es algo tan básico, como se dice?
R. Muy básico. Pero lo primero es hablarse a uno mismo, hablarse bien y con cariño. Tratarse bien es imprescindible. El segundo paso es comunicarse, eligiendo muy bien las personas con las que vas a hacerlo para no sentirte rechazado. De hecho, los niños que se crían en familias muy parlanchinas, cuando llegan al colegio, funcionan mejor.
P. Para finalizar, Luis, con una trayectoria así y tantos ámbitos estudiados y en los que has profundizado, ¿qué te preocupa a ti en este momento de tu vida?
R. Algo que me preocupa, o bueno, que tengo en cuenta a la hora de organizar mi día a día, es el envejecimiento. Tengo 79 años. La capacidad de pescar [risas], yo lo llamo pescar porque cuando no encuentro la palabra que quiero usar, estoy como pescando hasta dar con ella. El ejercicio me ha ayudado mucho. Me cuido físicamente todo lo que puedo, atendiendo a la alimentación, por ejemplo. Y ya más en lo personal, mantener la relación con mi familia. Por suerte tengo mucha energía y mi curiosidad, que la tengo desde pequeño, sigue intacta. Para mí, ahora, lo importante es mantenerme estable en la parte social, física y mental.
Fuente: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2022-12-02/luis-rojas-marcos-entrevista-libro-estar-bien_3518957/