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Perfumes para mujeres, para hombres o viceversa, ¿tienen género los aromas? | Yo Dona

La frontera entre los perfumes etiquetados como ‘para mujer’ o ‘para hombre’ se diluye gracias a una tendencia al alza que los perfumistas defienden desde hace tiempo, la de los aromas sin género. Analizamos el fenómeno.

GETTY / D.R. / Montaje: BLANCA SERRANO

MARTA SOTILLO / YO DONA

En agosto, Brad Pitt se plantó una falda en el estreno en Berlín de su última película, ‘Bullet Train’. Al ser preguntado acerca del porqué de su elección, exclamó: «¡No sé! Todos vamos a morir, así que pongamos las cosas patas arriba!».

Derribar las barreras de lo que hasta ahora se consideraba masculino y femenino es un signo de nuestro tiempo, y no solo en moda. En este contexto actual de poner las cosas patas arriba, los perfumes tienen mucho que decir, porque no dejan de responder a las demandas de su época, como ha sucedido desde hace más de 5.000 años.

No es de extrañar, por lo tanto, que estemos viviendo el auge, en forma de tendencia indiscutible, de lo que hasta hace poco llamábamos fragancias unisex.

«En nuestra sociedad se ve claramente un cambio de mentalidad en cuanto a la percepción y la expresión de los géneros. Más que ‘no gender’ (sin género), podemos hablar de una corriente ‘gender fluid’ (genero fluido), que a la hora de elegir un perfume concede muchas posibilidades. Creo que es una respuesta al tema de inclusividad y de libertad de los sexos que destaca estos últimos años», explica Jérôme di Marino, académico de la Academia del Perfume y perfumista de Takasago.

Perfumes sin género determinado, ¿algo nuevo?

Esta tendencia, sin embargo, no es nueva, porque los perfumes no siempre han tenido un género definido a lo largo de sus miles de años de existencia. De hecho, para los perfumistas actuales basarse en este para elegir un aroma se considera una limitación.

«Siempre he dicho que, para mí, las fragancias no tienen sexo. Son emoción, memoria, tratan sobre el placer… Las usamos para vivir nuevas experiencias y representan la libertad total», declaraba el español Alberto Morillas, uno de los narices más reconocidos de la actualidad, cuando en 2019 se lanzó al mercado su Mémoire dune Odeur, de Gucci, que hizo mucho ruido por no llevar una etiqueta de género.

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De las aguas de colonia a los perfumes para ellas o para ellos

La historia le da la razón al creador porque, aunque hay constancia de perfumes egipcios recomendados para mujeres y para hombres, como recuerda Daniel Figuero, experto en perfumes de Dior y autor del libro ‘Contraperfume’ (Superflua), la gran diferenciación comenzó -después del auge absoluto de las aguas de colonia unisex de 1700- a finales del siglo XIX, con el inicio de lo que se considera la perfumería moderna.

Perfumarse pasó entonces de ser un hábito relacionado con la higiene a algo estético y se comenzó a orientar los aromas hacia el público femenino con fragancias ricas y orientales, «a la vez que se abrían tumbas egipcias, que es lo curioso», subraya Figuero.

La distinción más marcada terminó de consolidarse en los años 50, con el auge de la publicidad de masas que tan bien refleja la serie ‘Mad Men’, pero un adelanto de ello se atisbaba ya en los años 30. Como muestra, el anuncio en prensa de Fougère Royale, de Houbigant, que rezaba: «Dejen los perfumes de flores para las mujeres».

Publicidad y perfumes

La publicidad tiene mucho que decir en esto de etiquetar, o no, las fragancias por géneros. En un salto en el tiempo, volamos a los años 90 del siglo pasado, cuando se vuelve a los perfumes unisex gracias al lanzamiento en 1994 de CK One de Calvin Klein, cuya imagen eran chicos y chicas -entre ellas, una jovencísima Kate Moss– vestidos de manera andrógina.

«Su posicionamiento en el mercado fue el de un perfume para todos y estaba muy bien formulado y conceptualizado a nivel olfativo, visual y publicitario», explica Rodrigo Flores-Roux, maestro perfumista, académico de la Academia del Perfume y vicepresidente de Perfumería en Givaudan.

La mercadotecnia, de los años 50 hasta hoy, aprovecha que hay algunas notas que gustan más históricamente a los hombres, como la lavanda o las maderas, para crear así la convención de hacer perfumes masculinos con ese tipo de olores. Lo mismo ocurre con las flores y los femeninos.

Ni flores solo para ellas, ni lavanda solo para ellos

Por supuesto, cada consumidor tiene la potestad de elegir más allá de estas convenciones. Sirva este ejemplo en cabeza propia: en 2006 usaba sin medida litros de L’Eau Bleue de Issey Miyake, pour homme, para recordar, a todas horas, el olor de mi nueva pareja. Ni a mí me importaba oler a lavanda y musgo de roble ni a nadie a mi alrededor le chirrió lo más mínimo la estela que dejaba.

Al revés les ocurre a los hombres en la cultura oriental y en los países de Oriente Medio: ¡que les digan que no pueden aromatizarse con la rosa, una de sus favoritas absolutas, o que hacerlo les resta virilidad!

Así, la tendencia de los perfumes ‘no gender’ intenta acabar con esa arraigada idea de que el olor floral es para ellas y el de cuero o tabaco para ellos. Lo confirma el diseñador Giorgio Armani, que acaba de lanzar su última fragancia masculina, Code Parfum, con sorpresa incluida, la de escoger el iris, flor clásica en las fragancias ‘pour femme’, como elemento principal. «La idea nace de una reflexión sobre la contemporaneidad, que es que, tanto en la moda como en la belleza, el masculino y el femenino no se pueden codificar de manera absoluta», ha contado el diseñador a Corriere della Sera.

El ‘no género’: de los perfumes nicho al ‘mainstream’

No es casual este movimiento del diseñador; en los albores de 2000, Armani fue de las primeras marcas superconocidas, con su colección Armani Privé, que se lanzó a la aventura de crear aromas unisex y exclusivos (por su precio algo más elevado) cuando su terreno era, hasta entonces, el de la diferenciación por géneros.

Fragancias como las de La Collection Privée de Dior (2004), Les Exclusifs de Chanel (2007) y marcas que han nacido ‘no gender’, como Comme des Garçons o Tom Ford, entre otras muchas, han ido ocupando el siglo XXI con perfumes sin destinatario definido.

La gran diferencia con respecto a las aguas de colonia unisex de épocas anteriores, CK One incluida, es que no tienen nada que ver con aquellos suaves olores a limpio, sino que, al contrario, «son aromas bastante fuertes, poderosos y, además, un poco experimentales», subraya el perfumista Rodrigo Flores-Roux. Es este un intento de las marcas mainstream y de moda por sumarse a las nicho, firmas de fragancias lujosas y de autor en las que gana dar rienda suelta a la creatividad propia de cada nariz antes que ajustarse a la demanda del mercado.

Los perfumes que derriban barreras

Lo que parece indiscutible es que esta demanda se acerca cada vez más a derribar estereotipos. Otra confirmación la tenemos en el cambio de rumbo que ha dado una casa tan reconocida por sus perfumes como es la española Loewe, comenzado en 2021 con el cambio de los frascos -todos uniformados con líneas rectas, diferenciados solo por el color- y culminado con el lanzamiento, el pasado mes de septiembre, de Loewe Earth, un universal «que se integrará tanto en los lineales masculinos como en los femeninos para que el consumidor tenga total libertad de elección y se deje llevar por lo que su aroma le transmite», detalla Nuria Cruelles, perfumista de la casa.

¿Y cómo se crea un perfume sin género? Lo cuenta Cruelles: «Con un equilibrio entre las notas olfativas consideradas tradicionalmente más masculinas o femeninas para conseguir ese punto medio que atraiga a todo tipo de gustos».

¿El final de una era?

Llegados a este punto cabe preguntarse: ¿estaremos ante el final de los perfumes ‘pour homme’ y ‘pour femme’? El perfumista Jérôme di Marino se moja. «No, se quedarán para siempre, dan cierta sensación de seguridad, pero es verdad que las fragancias sin género han abierto puertas a verdades menos marcadas». También tiene que ver el contexto pospandémico actual, donde, según el experto, tenemos la necesidad de ser tranquilizados y aliviados, por eso tendemos a acercarnos a lo que mejor conocemos, esto es, todavía, a la segmentación.

En el fondo, no hay que olvidar que perfumarnos es una elección tan personal y emocional como lo es para Brad Pitt ponerse una falda. Por eso, como concluye Daniel Figuero, quien quiera mercado tradicional hombre-mujer, lo tendrá. Quien decida olvidarse de los géneros, podrá acudir a las líneas más exclusivas. Para gustos y géneros, perfumes.

Fuente: https://www.elmundo.es/yodona/belleza/2022/11/24/63400d70fc6c83c21d8b45e3.html

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