El arqueólogo, quien ha dedicado su vida al estudio del Templo Mayor, la historia de su disciplina y la muerte recibe este viernes el Premio Princesa de Asturias 2022, en la categoría de las Ciencias Sociales
ANDREA ACOSTA LUNA / EL HERALDO DE MÉXICO
La muerte “es un estado al que siempre vamos a llegar, no sólo los humanos, también las plantas, los animales”, dice la voz detrás del teléfono. Desde el punto de vista religioso, muchas culturas han creído que “si te portas bien vas a ir a gozar, si te portas mal vas a ir a un lugar de eterno sufrimiento, son formas que yo he estudiado, pero en las que no creo. Yo creo que cuando mueres, ahí se acabó todo”, remata Eduardo Matos Moctezuma, el arqueólogo mexicano más célebre, quien este viernes recibe el Premio Princesa de Asturias 2022 en la categoría de Ciencias Sociales.
Con casi 82 años, a Matos le sigue pareciendo «curioso» que el término muerte aparezca en por lo menos siete títulos de su abultada bibliografía: “Muerte al filo de obsidiana”, “La muerte entre los mexicas”, “Vida, pasión y muerte de Tenochtitlan”, y otros… “Sí, es un tema que siempre he tenido presente y al que le he dedicado muchas horas de investigación, de estudio”.
Matos es el mexicano número 17 en recibir el reconocimiento, el tercero en Ciencias Sociales; a España viajó el domingo, pero antes concede unos minutos a El Heraldo de México para hablar del significado del premio; de sus maestros y lecturas esenciales; de la poesía que nunca se ha atrevido a mostrar; de los viajes que le han marcado y de la necesidad de preservar, la huella humana y la de la naturaleza, cuando se realizan obras como el titánico Tren Maya.
EL PRINCESA DE ASTURIAS
-Recibir este premio es un altísimo honor. Me siento muy satisfecho con que el jurado haya pensado en mi obra, en los años que he dedicado, principalmente a la arqueología. El 18 de mayo me comunicaron la decisión del jurado, y, desde entonces, dije que en realidad estos premios no sólo son para la persona que lo recibe, sino también para los maestros que lo formaron a uno, sin cuya dedicación y apoyo, hubiera sido imposible que uno hubiera llegado a tener un conocimiento, a llevar a cabo trabajos.
“De igual manera estos premios alcanzan a las instituciones en las que uno se ha formado, en mi caso fue la ENAH, en donde llevé a cabo mis estudios como arqueólogo, ingresé por allá de 1959 y tuve maestros realmente destacados, a los cuales voy a hacer mención en mi discurso que tendré que dar el 28 de octubre; esta escuela es parte del INAH, a la que pertenezco hace ya más de 60 años, ingrese allá por 1960, ya son varias décadas que pertenezco a esta institución en donde he podido ir desarrollando mis trabajos, mis investigaciones, algunas de mis publicaciones.
“También reconozco a muchos que, aunque no necesariamente me dieron clases en la aulas, han sido un ejemplo, por su obra y siempre jugaron un papel importante en mi persona; me refiero a figuras como don Manuel Gamio, que en 1917 emprendió aquella obra monumental “La población del Valle de Teotihuacan”, admiro su concepto integral de la antropología; también hay un arqueólogo australiano Gordon Childe, de quien admiro su concepción dialéctica del proceso del desarrollo de la historia de la humanidad. A quienes sí tuve oportunidad de conocer y me distinguieron con su amistad, como son, los recientemente desaparecidos, Miguel León-Portilla y Alfredo López Austin”.
LA POESÍA
“Hubo dos libros en mi vida que cuando los leí, muy joven, definieron mi vocación como arqueólogo, ese aspecto académico, riguroso, que debe ser la investigación arqueológica, fue el libro “Dioses, tumbas y sabios” de un autor Ceram, pero hubo otro libro que leí también muy joven, cuando era alumno en la ENAH, “Cartas a un joven poeta” de Rainer Maria Rilke, el gran poeta checo, me impactó porque vi que en cierta forma tenía la manera en que yo pensaba muchos aspectos de la vida.
“Por un lado está ese libro que llenó la parte académica, pero el otro llena la parte interior, nutrió la parte interior, profunda, y dentro de ese campo de la poesía. Tengo esa especie de dualidad, esos dos aspectos que conforman mi propio ser; he escrito algunas cosas que nunca me he atrevido a llamar poesía, porque respeto mucho a los poetas, sus obras, su sensibilidad, pero yo los llamo pensamientos, he escrito algunos de ellos…”.
MUERTE
“En mi vida académica como arqueólogo he tenido tres temas trascendentales de investigación, aunque no son los únicos, y son precisamente el Templo Mayor, el proyecto que dirigí desde sus inicios; el tema de la historia de la arqueología, del que he publicado muchos libros y, el tema de la muerte. Este último siempre me ha interesado, a tal grado que, inclusive, reflexionando sobre los títulos de mis libros, en siete de ellos aparece el término muerte: “Muerte a filo de obsidiana”, “La muerte entre los mexicas”, “Vida, pasión y muerte de Tenochtitlan”… es un tema que siempre he tenido presente”.
“Además, es un estado al que siempre vamos a llegar, no sólo los humanos, también las plantas, los animales, tenemos que darnos cuenta de eso, y, claro, muchas religiones o filosofías, por el mismo temor a la muerte, tratan de evadirla y pensar en que habrá una vida después y ponderan, dentro de ese aspecto religioso, que si te portas bien vas a ir a gozar, si te portas mal vas a ir a un lugar de eterno sufrimiento, son formas que yo he estudiado, pero en las que no creo. Yo creo que cuando mueres, ahí se acabó todo”.
VIAJES
“A raíz del primer libro que definió mi interés por la arqueología, mi vocación, lo que más me impactó fue el capítulo dedicado a la cultura egipcia, fue primero por Egipto, por su pasado, por su larga historia que me interesé en la arqueología. Tenía mucho interés en conocer ese país, conocer sus vestigios, quería leer mucho sobre la cultura egipcia, claro que después me interesó más el mundo mesoamericano, al cual me he dedicado la mayor parte de mi vida. Ese deseo de conocer Egipto se dio hasta hace muy pocos años cuando pude ir y ver los vestigios, aquellas ciudades, Luxor, Giza, era una asignatura pendiente que tenía.
“También he tenido oportunidad de estar en China, donde visité algunos de los yacimientos que existen, de igual manera, hace muy poco años fui a Machu Picchu, esa ciudad impresionante en medio de las cordilleras y que también es producto de una civilización como fue la que se dio en aquella región andina. He podido visitar algunos lugares y, desde luego,todos ellos me han llevado a una conclusión: el del gran poder creador de la humanidad que en diferentes lugares, circunstancias y medios ambientes, lograron construir y superar a la naturaleza”.
TREN MAYA
“En el caso del Tren Maya y de otro tipo de salvamentos arqueológicos, también se incluyen aspectos del medio ambiente, toda esa naturaleza, esa flora, esa fauna que se encuentra en los lugares que se van a ver afectados y que es también importante preservarlos y protegerlos, pero de igual manera ocurre con asentamientos humanos por donde pasan algunos de estos lugares que se van a ver afectados por una obra, ya sea estatal, gubernamental o privada, pueden afectar también asentamientos humanos que están ahí y también es necesario atenderlos”.
“Muchas veces, por el deseo de acabar la obra y demás, no se presta mucha atención a estos aspectos; creo que es importante hacerlo y prestar atención previamente a toda esa situación que es muy compleja y que siempre se presenta en estos lugares. Hay que atender estas situaciones, y si se lleva a cabo una obra que puede beneficiar una región, un sector, un espacio, hay que analizarlo bien, ver hasta dónde realmente vale la pena llevarla a cabo en beneficio de una población”.
PAL
Fuente: https://heraldodemexico.com.mx/cultura/2022/10/27/con-la-muerte-se-acaba-todo-afirma-eduardo-matos-moctezuma-arqueologo-mexicano-452251.html