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La nueva revolución iraní: el inicio de la liberación del país de la dictadura de los ayatolás | La Lectura

Irán vive una movilización inédita. Al quitarse el velo, las mujeres privan a la dictadura de un símbolo crucial en unas protestas que encarnan a la sociedad al completo

Alumnas de un instituto hacen una peineta a una foto del Ayatolá Jomeini y del actual líder supremo, Ali Jamenei. SALAMPIXABACA / P. ALLIANCE

ANNA MAHJAR-BARDUCCI / Washington DC / LA LECTURA

«Lucharemos, moriremos, recuperaremos Irán», siguen coreando los manifestantes que llevan ya cinco semanas protestando valientemente contra la brutalidad de la República Islámica. No es la primera vez que los iraníes salen a la calle y dan la vida para liberar al país de la dictadura de los ayatolás. Sin embargo, la muerte de la joven Mahsa Amini a manos de la policía de la moral, que la detuvo por no usar «adecuadamente» el velo -hiyab-, ha desencadenado un clamor popular inédito. Los iraníes se han unido más que nunca y han perdido el miedo.

El malestar viene de lejos. En este último año, la población ha estado reclamando en las calles alimentos, agua, trabajo y derechos civiles, y exigiendo la salida del líder supremo, Alí Jamenei, pero estas protestas han pasado desapercibidas para los medios de comunicación internacionales.

El rechazo al régimen quedó claro en las elecciones de junio de 2021, en las que el verdadero ganador no fue el actual presidente, el ultraconservador Ebrahim Raisi, sino el boicot. Según los datos oficialesel 58% de los iraníes optó por no ir a votar, y muchos otros votaron en blanco para no dar legitimidad al Gobierno. En 2017 y en 2018, en varias ciudades de Irán se produjeron protestas públicas, exigiendo el fin del régimen teocrático. Y antes, en 2009, la revolución verde movilizó al país por el fraude electoral que llevó al poder a Mahmud Ahmadineyad y fue duramente reprimida.

Sin embargo, el 16 de septiembre, la muerte a golpes de Mahsa Amini, joven kurda de 22 años, ha hecho explotar toda la rabia acumulada. De nada ha valido que las autoridades intenten justificarse asegurando que Amini no murió por malos tratos, sino por «una intervención quirúrgica debido a un tumor cerebral a la edad de 8 años». Tampoco que las autoridades hayan cortado el acceso a la señal móvil de internet. Lejos de amainar, las manifestaciones han ganado intensidad.PARA SABER MÁS

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Mahsa, o mejor Jina, su verdadero nombre en kurdo (que no podía ser registrado legalmente porque la República Islámica solo permite nombres persas e islámicos) se ha convertido en el símbolo de las protestas. Ella es la hija de todos los iraníes y representa a todas las mujeres que han sido detenidas, torturadas y asesinadas por el régimen a lo largo de los añosJina representa también a todos los kurdos, y a todas las minorías de Irán, que están siendo sistemáticamente perseguidas y privadas de sus derechos.

Por todos estos motivos, poco después de su muerte en el hospital de Teherán, las protestas contra el régimen se extendieron desde su ciudad natal, Saqqez (en la provincia iraní del Kurdistán) a todo Irán, al grito de ¡Mujer, Vida, Libertad!, tanto en kurdo (¡jin-jiyan-azadi!) como en farsi (¡zan-zendegi-azadi!).

Las mujeres se abren paso. En este levantamiento contra el régimen, el papel de las mujeres es crucial. Desde su instauración en 1979, la República Islámica ha tratado de mantener un estricto dominio sobre su población controlando obsesivamente a la mujer. El verano pasado, en medio del descontento por la falta de alimentos y las estrecheces económicas, el Gobierno adoptó una línea ideológica más dura y agresiva y promovió una aplicación más estricta de las leyes sobre el código de vestimenta islámico en público para las mujeres, estableciendo que cualquier ciudadano que cuestione o publique contenidos en internet en contra de la obligación de llevar hiyab será enviado a la cárcel.

Cabe destacar que las fuentes coránicas recomiendan que las mujeres usen ropa modesta, pero no se menciona específicamente el tipo de prenda. Según el Gobierno teocrático iraní, el hiyab no es sólo un recurso para defender el «pudor» de la mujer, sino un medio para custodiar los «valores de la familia, la sociedad y la religión» en la «guerra ideológica y cultural» contra Occidente, y en particular contra Estados Unidos.

Por lo tanto, la República Islámica de Irán parece utilizar el hiyab como una herramienta política para dominar el espacio visual, convirtiendo el velo en un símbolo poderoso (y opresivo) contra la secularización y la occidentalización. Las mujeres iraníes ahora se están rebelando, quemando el hiyab y cortándose el pelo, como desafío al régimen y sus dictados. Una vez que el hiyab desaparezca de las calles, y que las mujeres despejen el espacio visual de este símbolo, que es uno de los pilares más importantes de la dictadura, quedará claro que la República Islámica, su ideología y sus mensajes están a punto de hundirse.

Según Shirin Ebadi, Premio Nobel de la Paz, las últimas protestas representan «el comienzo de una revolución», o más bien una contrarrevolución para derrocar al régimen teocrático que rige el país desde hace 43 años.

Las víctimas de la represión

Al menos 200 personas, entre ellos una veintena de menores, han muerto en Irán en este largo mes de protestas, según Human Rights Watch. La represión desatada por el régimen chií está siendo más virulenta en la región kurda, de donde procedía Mahsa Amini.

Otras mujeres se han convertido en símbolo de esta lucha, como Nika Shahkarami, cuya imagen sonriente, cantando con amigos, ha circulado en las redes sociales. A punto de cumplir 17 años, Nika fue secuestrada en una de las protestas por las fuerzas de seguridad. Días después, la familia recibió su cadáver molido a golpes

Sin embargo, esta no es solo la revolución de las mujeres y de las minorías sino de todos los iraníes. Comentando el lema de las manifestaciones, ¡Mujer, vida, libertad!, que es un eslogan kurdo, Havin Guneser, activista del movimiento kurdo, afirma: «La esclavitud de las mujeres también perpetúa la esclavitud de los hombres. Por eso decimos que la revolución de las mujeres libera la vida… y por eso decimos: jin, jiyan, azadi».

Los iraníes han llegado a tal punto de insatisfacción y desconfianza hacia la República Islámica que la continuación de este régimen ya no tiene sentido para ellos. Los jóvenes marchan junto a sus padres y abuelos en las ciudades de todo el país, y gritan ¡Muerte a la República Islámica!. Ebadi cree que lo que está marcando la diferencia esta vez, con respecto a las otras protestas del pasado, es que la población está unida en una única demanda: que la República Islámica de Irán deje de existir.

APOYO INTERNACIONAL

En respuesta a la violenta represión de las protestas, Estados Unidos ha dictado nuevas sanciones contra los funcionarios iraníes, que se unen a las que ya funcionan contra el régimen, dictadas por la ONU, por su programa de enriquecimiento de uranio, desarrollado en secreto para fabricar la bomba nuclear.

Por ahora, las negociaciones con Teherán para resucitar el acuerdo firmado en 2015, por el que el régimen se comprometía a someter a escrutinio su programa nuclear a cambio de un relajamiento de las sanciones, no avanza. Washington asegura que su prioridad ahora no es llegar a un acuerdo, y que su atención está puesta en las movilizaciones pro democracia. La oposición iraní advierte a la comunidad internacional de que cualquier acuerdo sólo ayudaría a fortalecer al Gobierno.

Como dice la canción Baraye Azadi (Por la Libertad), banda sonora de las protestas, los iraníes simplemente «anhelan una vida normal». Todavía no está claro qué va a suceder: el régimen podría emprender una transición hacia la autocracia, o caer la próxima semana, o en cinco años. Lo que es evidente es que la República Islámica, incapaz de suscitar apoyos, está destinada a diluirse en el polvo de la historia.

Anna Mahjar-Barducci es investigadora del Middle East Media Research Institute, en Washington. (MEMRI).

Fuente: https://www.elmundo.es/la-lectura/2022/10/21/634ec89fe4d4d80c3b8b457a.html

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