El aumento de los contagios y la saturación hospitalaria agotan las reservas de oxígeno y propician la creación de largas filas en busca del preciado elemento
PABLO SÁNCHEZ OLMOS / EL MUNDO
El escenario que presenta estos días la plaza principal de Iztapalapa resume a la perfección la situación límite que atraviesa la capital mexicana en su lucha contra la pandemia. De un lado, cientos de personas integran una fila enrevesada en busca de una prueba gratuita de coronavirus; a escasos metros, otra fila -menos nutrida, pero más lenta y exasperante- está formada por aquellos que recargan a diario los tanques de oxígeno que sus familiares enfermos (de Covid, en su mayoría) necesitan para sobrevivir. Con la ocupación hospitalaria rondando el 90% y un notable aumento de los contagios, entre ellos el presidente Andrés Manuel López Obrador, ‘las filas del oxígeno’ se multiplican en la capital mexicana.
Como cada día desde hace dos semanas, Misael Olivares sale de su casa a las 5 de la madrugada para conseguir una de las 50 cargas gratuitas de oxígeno que brinda la alcaldía de Iztapalapa. Su padre, de 71 años, se contagió de Covid y ahora padece también neumonía. Su situación es crítica, pero aun así sus familiares han optado por atenderle en su propio domicilio: «Fue una decisión tomada por todos, él estaba de acuerdo. Los hospitales están muy mal y ni siquiera podemos entrar a verle. Consultamos con un especialista y le damos todos los remedios posibles», explica a EL MUNDO.
El último de la fila es Alejandro. Desconoce el procedimiento a seguir o si podrá siquiera conseguir recargar el tanque de oxígeno que le ha prestado un amigo, «es la primera vez que vengo», asegura. Él también ha optado por cuidar desde casa a un familiar con Covid (su madre de 70 años), «ahora mismo es muy riesgoso ir a un hospital, aún estamos en el proceso de aprendizaje con los medicamentos y cuidados, pero confiamos en que salga bien». La ocupación de los hospitales capitalinos ha alcanzado su nivel más alto desde el inicio de la pandemia, con un 89%; en 59 de ellos se ha alcanzado el 100%.
Cuestionadas por la prensa, las autoridades tuvieron que desmentir que ya se estuviera aplicando en los centros sanitarios el conocido ‘código azul’, por el que se prioriza la atención para aquellos contagiados con altas probabilidades de sobrevivir y se otorgan solo cuidados paliativos a los más graves. Entre los últimos esfuerzos por aliviar la presión hospitalaria, el Gobierno capitalino ha ampliado en 300 camas la capacidad y ha prometido crear un punto de reparto de oxígeno gratuito en cada barrio. Actualmente, solo hay dos en funcionamiento y llegar tarde a la cita diaria, como bien sabe Jorge Héctor Díaz, tiene un precio elevado.
«El martes no llegué a tiempo y me tocó buscarlo por otro lado. Me vieron la cara de tonto y me tocó pagar 750 pesos (unos 30 euros)», lamenta Díaz. Muy pocos afortunados logran recargar gratis los tanques de oxígeno; de hecho, la inmensa mayoría, se ve obligada a acudir a un sector privado que, aprovechando la escasez y la elevada demanda, ha disparado los precios. Desde mediados de diciembre, el centro de distribución de Infra, empresa especializada en oxígeno medicinal, se ha mantenido abierto de manera ininterrumpida 24 horas al día. Largas filas de personas cargadas con tanques se extienden a lo largo de toda la calle, cada una con su historia particular agravada por la pandemia.
Luis Carlos baja cada semana a por oxígeno para su «patrona», quien padece fibrosis pulmonar desde hace varios años y que, según explica, «antes recibía puntualmente en casa su dosis, pero los últimos meses ya no se la pudieron garantizar y nos toca venir a por ella». Eduardo González ha llegado a esperar en esta fila «más de 12 horas» para que su hermano Guillermo, de 60 años, hipertenso, diabético y, ahora, contagiado de Covid, pueda superar la enfermedad. González explica que decidieron tratarlo en casa porque «al no tener trabajo, solo podía optar por la sanidad pública que está saturada, el Gobierno miente cuando dice lo contrario».
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