Hakuna Music Group arrasó el sábado en el Palacio Vistalegre en un concierto ante más de 8.000 fieles. El Confidencial se adentra en la sede para descubrir el origen y dirección del proyecto
ANDRÉS FARNÓN / EL CONFIDENCIAL
Esta es la historia de cómo un sacerdote de Aravaca abandonó el Opus Dei para liderar una comunidad de jóvenes que han encontrado en Hakuna un refugio de fe y ocio en común. Rezan, cantan, bailan, hacen excursiones, estudian la Biblia y beben cerveza. Y son unos apasionados de la música. Lo que empezó en 2013 como un grupo reducido de seguidores de Dios y del arte de la composición, se cuela ahora entre lo más escuchado de Spotify. El pasado sábado, además, consiguió congregar a 8.000 personas en el Palacio Vistalegre de Madrid.
El concierto fue un éxito y colgaron el ‘sold out’ antes de lo que jamás imaginaron. Y es que el petardazo cristiano, dicen los ‘hakuners’, ha llegado para quedarse. “Se vienen cositas”, asegura Chini, una estudiante de Ingeniería Industrial de 24 años y miembro de Hakuna desde hace un lustro, tras ir con ellos a un viaje de esquí a Formigal. Allí descubrió que también había cristianos «normales» de su edad «que disfrutaban de la vida».
Todo tiene su origen en 2013, cuando el sacerdote José Pedro Manglano, alias Don Josepe, organizó un viaje a las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) en Río de Janeiro con la parroquia San Jose María Escrivá de Balaguer de Aravaca. «No era una ruta diseñada, simplemente surgió. Nos damos cuenta de todo su recorrido cuando miramos hacia atrás», explica Don Josepe. Entre aquellos 100 jóvenes que se desplazaron a Brasil estaba Javier, un experto en consultoría y finanzas que en ese momento tenía apenas 20 años. “Ahí se forjó algo. Había mucha sed de Dios, y es precisamente esa sed la que ha provocado todo esto”. Empezaron a componer canciones y las subieron a Spotify: hoy tienen temas con millones de reproducciones.
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La cosa fue creciendo durante años y se institucionalizó en octubre de 2017. «Presentamos un estatuto de asociación de fieles a la Diócesis de Madrid», señala el fundador. Por ello, Hakuna cuenta con personalidad jurídica propia, aprobada por el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro.
Además, Manglano renunció a su vinculación con el Opus Dei en 2020 para dedicarse en exclusiva a este movimiento. “Recientemente, los directores del Opus Dei me han expuesto que ven conveniente que deje de ser miembro del Opus Dei, ya que ven incompatible mi dedicación a Hakuna con ‘la disponibilidad propia de un sacerdote de la Prelatura”, expuso en una carta. Explica a este medio que fue una salida «pacífica» porque entendía que Dios le había llevado «por ese camino».
¿Sigue habiendo vinculación entre Hakuna y el Opus? «El Papa nos definió como una familia eucarística», argumenta el sacerdote. «No tiene mucho sentido pertenecer a otras familias, por la salud espiritual de uno, aunque nos podemos enriquecer unas de otras». Javier y Chini explican que «esto está abierto». «Aquí vienen amigos de amigos, conocidos… ¡Incluso ateos!», señala ella.
PREGUNTA. ¿Y vais de fiesta?
Responde Javi. ¡Y a la montaña!
P. Sí, pero os tomaréis algo por la noche.
Responde Macarena, otra ‘hakuner’. Mira, mi madre siempre estuvo muy ligada a la fe, pero yo menos. Hace cuatro años, me dijo que fuera con ella a un viaje de Hakuna en Roma. Me daba muchísima pereza, estaban todos rezando. Pero luego empezaron a sacar cervezas y había una fiesta. Recuerdo pensar: “No me quiero ir de aquí”. Me encantó, y vamos, aquí estoy.
Javi. Hay un libro de Don Josepe que se llama ‘Santos de copas’ y habla precisamente de eso. Tú estás donde Dios te quiere. No es que si sales de fiesta estés lejos de Él, puedes disfrutar de la fiesta y de las copas, pero lo llevas contigo, y se vive de otra manera. No es excluyente. Ser santos de copas es una manera de vivir en plenitud, igual que amas en el trabajo, amas en la fiesta. Pero, sobre todo, porque donde está Él se está de fiesta».
A Dios le va la marcha, pero también el estudio y la oración. Todo converge en un exconvento de Las Rozas, la sede principal de la organización, en mitad de un barrio residencial de calles anchas, chalés con piscina y coches caros. Las actividades que ofrecen son variadas: existen los ‘colleges’, unos cursos de teologismo; los ‘God Stops’, los clásicos retiros católicos; los ‘compartiriados’, unos voluntariados donde “todos recibimos algo”; másteres prematrimoniales y horas santas una vez a la semana. «Los nombres son en inglés porque conceptos como ‘retiro’ podían despertar más pereza», explica Javier.
Hakuna se instaló en este complejo de tres plantas en 2020. “Conocí a la presidenta de la Federación de las Concepcionistas Franciscanas y me comentó que vendían el convento. Sin haberlo pensado, nos lo encontramos. Tener una sede física permite un crecimiento y desarrollo muy grandes”, apunta Don Josepe. El espacio, al que denominan El Estudio, consta de varias estancias con una estética de colores pastel dignas de Instagram, donde destacan las capillas decoradas con palés y cojines blancos al más puro estilo ‘chill-out’ mallorquín. Una de ellas está dedicada a san José y, en honor a su oficio de carpintero, está compuesta al completo por elementos de madera, además de alfombrillas extendidas como esterillas de yoga para arrodillarse a orar. Habitaciones, cocina, salón, clases para estudios, patios y una barra con un grifo de cerveza donde, explica Chini, «suelen quedarse a tomar algo».
Pero además de para ocasiones puntuales, las habitaciones también son el hogar temporal de algunos. Su fundador, Manglano —“aunque a él no le gusta que le llamen así, porque esto es de todos”, explica Javier—, otros sacerdotes y un grupo de unas 15 personas haciendo el ‘grow up’ (crecimiento) de fe. Macarena ha estado un año viviendo en El Estudio. “Es muy intenso. Era mi casa y he estado muy feliz, pero ahora estoy lista para irme a vivir a Madrid”. Esta joven de 25 años de Ciudad Real ahora lleva la comunicación de Hakuna y, además, también cantó en el concierto del sábado en el recinto de Carabanchel.
El lugar es ostentoso. A la pregunta de cómo se financia el movimiento, todos coinciden en lo mismo: donaciones de particulares y algunas ventas de la ‘shop’ donde venden ‘merchandising’. «La Iglesia no aporta, son todo donaciones de 20, 30 euros… Y luego, claro, otras puntuales mucho más cuantiosas», matiza el fundador.
Los residentes del barrio parecen ser un tanto ajenos al fenómeno. En esta zona sur de Las Rozas abunda el lujo, pero solo hay un local para tomar café. Es el de Jesús, un hombre que lleva “más de 30 años en el barrio” y al que Hakuna no le “suena de nada”. Se trata de un lugar tranquilo. Los pocos vecinos que pasean a sus perros por la calle también desconocen qué es esta organización a escasos metros de sus propias casas, pero en reseñas de internet sí se ha manifestado más de uno: abundan las buenas. «Es uno de los mejores sitios en que he estado» o «una maravilla, una experiencia muy bonita», pero parece que no todos gustan de compartir vecindario con estos fieles: «Soy vecina de la zona y realmente por el revuelo que causan hasta altas horas de la noche, el tipo de música que escuchan, jóvenes borrachos por la calle, y por cómo dejan luego las calles de botellas de alcohol y cerveza, parece más una discoteca que un lugar religioso».
‘Huracán’, un himno
La canción ‘Huracán’ se ubica en el cuarto tema más viral de España en Spotify. Las reproducciones subieron como la espuma desde el sábado y estos días han sido clave para el grupo. Horas después del concierto, las redes sociales hicieron el resto. El algoritmo de TikTok ha conseguido catapultar a Hakuna entre miles de usuarios de la plataforma, que no han tardado en reaccionar: “Bizarrap ft. El Papa”, bromeaban algunos. “¿Pero cómo he acabado yo aquí?”, se preguntaban otros; «es que estoy flipando». Y en un intento de entender la lógica, Alicia continúa desesperada: “Como me vuelvan a salir los cristianos cantarines, me cabreo ya”. Pero a Hakuna le dan igual las críticas.
«A toda esa gente les diríamos que les queremos mucho y que ojalá ellos encuentren también este amor», explica Chini. Javier profundiza: «Yo les entiendo. En el fondo, los católicos estamos un poco locos. Les estoy diciendo que veo a Dios en un trozo pan». No obstante, se centran en el éxito y aseguran que «no ha habido ninguna estrategia de redes sociales ni nada… Esto está pasando porque Dios quiere».
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Por el momento, se ubican en 25 países como Italia, Francia, Reino Unido o Irlanda, pero es en Latinoamérica donde el crecimiento está siendo «brutal». Hakuna tiene ya presencia en siete ciudades de México, cuatro de Argentina y dos de Ecuador. Todo crece: «En octubre, viajamos a Los Ángeles, Houston y Sacramento porque hay gente interesada en empezar sus grupos de Hakuna». Pero el último destino al que han llegado que más ha sorprendido a sus miembros es Corea: «¡Han traducido las canciones! Y eso ha ayudado mucho».
Fuente: https://www.elconfidencial.com/espana/madrid/2022-09-22/hakuna-religion_3494405/