Mensaje de Francisco firmado por el Secretario de Estado con ocasión de la apertura de la 43ª edición de la kermés de Comunión y Liberación del 20 de agosto, titulada «Una pasión por el hombre». El texto contiene un llamamiento a los cristianos para que alimenten la amistad social, no dando lecciones desde el balcón, sino saliendo a la calle para compartir la fatiga cotidiana del vivir, sostenidos por una «esperanza fiable»
GABRIELLA CERASO / VATICAN NEWS
En el centenario del nacimiento del fundador de CL, el Siervo de Dios Luigi Giussani, en la edición del Meeting 2022 revive su «celo apostólico», plasmado en las palabras pronunciadas en 1985, que dan tema a estos cinco días de encuentros, debates, espectáculos y arte: «El cristianismo no nació para fundar una religión, nació como pasión por el hombre. […] El amor al hombre, la veneración al hombre, la ternura al hombre, la estima absoluta por el hombre».
He aquí la palabra clave, el tema, «la Pasión por el hombre», que también el Papa pone en el centro de la reflexión firmada por el cardenal secretario de Estado y dirigida al obispo de Rímini, monseñor Guido Lambiase, y que se convierte en un llamamiento a los cristianos de hoy: en el clima del «todos contra todos» redescubrir el camino de «la atención amorosa» hacia los demás, la cercanía, la búsqueda del bien, como condición para ser plenamente nosotros mismos.
«La fragilidad de los tiempos que vivimos» es -se lee en el texto- también la de «creer que no hay posibilidad de redención, una mano que te levanta, un abrazo que te salva, te perdona, te realza» y es «también el aspecto más doloroso de la experiencia de tantos que han experimentado la soledad durante la pandemia o que han tenido que abandonarlo todo para escapar de la violencia de la guerra».
Como Cristo, el buen samaritano, amar a todos
Por eso, la parábola del buen samaritano es hoy más que nunca una palabra clave, en profunda asonancia con el tema del Encuentro, porque en ella se encarna la «pasión incondicional por cada hermano y hermana que se encuentra en el camino», que no es «sólo generosidad», sino -en la descripción del Papa Francisco- es «reconocer a Cristo mismo en cada hermano abandonado o excluido». Quien cree está llamado a tener la misma mirada, la misma pasión de Cristo, que amó a todos sin exclusión alguna: un «amor gratuito, sin medida y sin cálculo». Pero -nos preguntamos- «¿no podría parecer una intención piadosa, comparada con lo que vemos acaecer hoy?».
El camino de la fraternidad no está diseñado sobre las nubes
¿Cómo es posible mirar a los que están cerca de nosotros como un bien que hay que respetar, en un mundo que hoy pone «a todos contra todos» y donde prevalecen «el egoísmo y los intereses partidistas», con la pandemia y la guerra que nos han hecho retroceder frente al proyecto de una humanidad solidaria? Teniendo en cuenta que -se lee en el Mensaje- «el camino de la fraternidad no es diseñado sobre las nubes, sino que atraviesa los numerosos desiertos espirituales presentes en nuestras sociedades» y que es precisamente en el desierto -como dijo Benedicto XVI- «donde redescubrimos el valor de lo esencial para vivir, Francisco señala el camino: «Nuestro compromiso -se lee en el Mensaje- no consiste exclusivamente en acciones o programas de promoción y asistencia», «no en un exceso de activismo, sino ante todo en una atención dirigida al otro, considerándolo como una única cosa con sí mismo». Esta atención de amor es el comienzo de una verdadera preocupación por su persona’ y el deseo de buscar su bien. Recuperar esta conciencia es decisivo». Es el otro, el encuentro con el otro «la condición para llegar a ser plenamente nosotros mismos y dar fruto».
La amistad social, fruto de la entrega a los demás
La entrega a los demás construye esa amistad social que el Papa recomienda en su mensaje: es la fraternidad abierta a todos, «abrazo que rompe los muros y sale al encuentro del otro en la conciencia del valor de cada persona concreta, en cualquier situación en que se encuentre». Un amor al otro por lo que es: criatura de Dios, hecha a su imagen y semejanza, dotada por tanto de una dignidad intangible, de la que nadie puede disponer o, peor aún, abusar».
Es esta amistad social la que, como creyentes, estamos invitados a alimentar con nuestro testimonio: y es esta amistad social la que el Papa invita a promover a los participantes en el Encuentro. Acortar la distancia, bajar para tocar la carne sufriente de Cristo en el pueblo. «¡Cuánta necesidad tienen los hombres y mujeres de nuestro tiempo de conocer a personas que no den lecciones desde el balcón, sino que salgan a la calle a compartir la fatiga cotidiana del vivir, sostenidos por una esperanza fiable!» Esta es la tarea histórica de los cristianos: en el Encuentro, Francisco nos pide que asumamos esta llamada «continuando a colaborar con la Iglesia universal en el camino de la amistad entre los pueblos, dilatando en el mundo la pasión por el hombre».
Fuente: http://losperiodistas.com.mx/portal/wp-admin/post.php?post=34929&action=edit