Shinzo Abe fue el primer ministro más joven de Japón y el que más tiempo ha estado en el cargo, además de ser el ideólogo de la receta económica neoliberal del país de las últimas décadas
JOSEP SOLANO / Tokio/ EL CONFIDENCIAL
El asesinato de Shinzo Abe supone un shock sin precedentes para una política y una sociedad que él mismo había ayudado a modelar. Abe tenía en su vitrina los títulos honoríficos de haber sido, a la vez, el primer ministro más joven de Japón y el que más tiempo ha estado en el cargo, además de ser el ideólogo de la receta económica neoliberal del país de las últimas décadas, algo que lo convirtió en una especie de gurú para los conservadores nipones.
El siglo XXI en Japón no se puede entender sin la figura del ex primer ministro, principal promotor de los numerosos y profundos cambios políticos y sociales que ha vivido el país del sol naciente desde el cambio de milenio. Como mandatario, impulsó a Japón a jugar un papel global más destacado y a abandonar décadas de pacifismo y aislacionismo. Nunca ocultó su deseo de poner fin a las limitaciones militares de su país, impuestas por el ejército estadounidense después de la derrota en la Segunda Guerra Mundial, y cambiar el artículo 9 de su constitución para permitir que el país pueda disponer de un ejército.
Muere a los 67 años Shinzo Abe, ex primer ministro de Japón, tras un atentado en un mitinJosep Solano. Tokio
Otro de sus grandes hitos fueron las «Abenomics», una estrategia económica coordinada con el banco central nipón ideada para sacar a la tercera economía mundial de su largo ciclo deflacionario a base de un cuantioso gasto público y de tipos de interés ultrabajos, entre otras medidas flexibilizadoras. Su legado en materia económica perdura hasta estos días, dado que pese a que el actual primer ministro, Fumio Kishida, apuesta por lo que define como «un nuevo capitalismo», en la práctica su programa es un calco de la política de Abe. Una que, actualmente, se encuentra más cuestionada que nunca debido a la inflación acelerada en Japón por factores externos. El ex primer ministro también lideró los esfuerzos por reformar la ultraconservadora cultura corporativa japonesa, intentando transformarla en una más moderna e inclusiva para las mujeres en uno de los países desarrollados con mayor desigualdad laboral del mundo. Sin embargo, los avances en este apartado continúan siendo muy limitados.
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En paralelo a su labor como «halcón», Abe trató de ser la cara amable del nacionalismo conservador japonés en el mundo. Aunque la pieza angular de su política exterior continuó basándose, como sus predecesores, en su alianza con los Estados Unidos, intentó mantener buenas relaciones con actores aparentemente antagónicos como Xi Jinping o Vladímir Putin, a quien regaló un perro de raza japonesa. A pesar de ello, las relaciones con sus vecinos se fueron tensando durante su tiempo en el cargo debido a su política nacionalista —que revivía ecos del imperialismo japonés— y las frecuentes visitas al controvertido Santuario Yasukuni, que honra, entre otros, a los criminales de guerra de la Segunda Guerra Mundial. También promulgó leyes para permitir que las Fuerzas de Autodefensa de Japón luchen junto a sus aliados en el extranjero, en un movimiento que alarmó a Corea del Sur y enfureció a China.
Nacido el 21 de septiembre de 1954 en Tokio, aunque criado en la prefectura de Yamaguchi, la región del sudoeste japonés en la que se asentaba el clan samurái del que desciende su familia, Abe llevaba la política en las venas. Su abuelo materno fue el imperialista primer ministro Nobusuke Kishi, encarcelado durante tres años como criminal de guerra tras la Segunda Guerra Mundial, aunque luego exculpado y elegido primer ministro de 1957 y 1960. Su padre, Shintaro Abe, fue ministro de Asuntos Exteriores en los gobiernos de Yasuhiro Nakasone en los años ochenta. Otra figura que marcó su trayectoria fue la de su tío abuelo, Eisaku Sato, premio Nobel de la Paz y uno de los jefes del Ejecutivo más duraderos del país (1964-1972), y al que Abe superó al encadenar mandatos entre diciembre de 2012 y septiembre de 2020.
Tras dimitir por sorpresa debido a la recurrencia de su colitis ulcerosa, una enfermedad crónica, regresó al parlamento de Japón. Allí, encabezó la facción más grande del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) y movió desde la sombra los hilos del Gobierno para continuar el proceso de modernización del ejército japonés ante el dominio regional chino, la belicosidad de Corea del Norte, la hostilidad de Rusia hostil y un Estados Unidos en el que resulta difícil confiar tras la era Trump. Sin embargo, finalmente no fue su enfermedad, sino el disparo en el pecho de una escopeta de fabricación casera, lo que acabó definitivamente con la carrera estelar del ‘padrino’ de la política japonesa.
Fuente: https://www.elconfidencial.com/mundo/2022-07-08/adios-al-padrino-de-la-politica-japonesa-como-abe-transformo-el-japon-del-siglo-xxi_3457643/