“La virtud de Pinocho es su desobediencia. En un momento en el que todos los demás se comportan como marionetas, él elige no hacerlo”.
ANTHONY BREZNICAN / VANITY FAIR
El Pinocho de Guillermo del Toro revela algo sobre su misterioso protagonista: antes de llegar a conocerlo puede resultar un poco inquietante, o incluso aterrador. En la próxima película de animación en stop motion de Netflix del oscarizado cineasta, incluso Geppetto se pone nervioso al encontrarse por primera vez con el alegre niño de madera que se pasea por su taller. Un rasgo distintivo de la narrativa de Del Toro, tal y como pudimos comprobar en El laberinto del fauno y Hellboy, sin olvidarnos de La forma del agua, la ganadora del Oscar a la mejor película en la que los seres que en un principio se consideran extraños, aterradores o antinaturales, suelen ser incluso más humanos y agradables que las personas aparentemente normales que los temen o desprecian.
El director suele provocar un ligero escalofrío antes de calentarnos el corazón, por lo que su visión de la marioneta viviente parte de un concepto un tanto gótico. «Siempre me han intrigado mucho las conexiones entre Pinocho y Frankenstein», confía del Toro a Vanity Fair en este primer adelanto en exclusiva. «Ambas historias tratan sobre un crío al que arrojan a nuestro mundo. Ambos han sido creados por un padre que espera que descubran por sí mismos qué es el bien y el mal, la ética, la moral, el amor, la vida y lo imprescindible. Creo que así fue la infancia para mí. Tenías que descubrirlo todo a partir de tu limitada experiencia».
«Para mí resulta esencial refutar la idea de que tienes que convertirte en un niño de carne y hueso para ser un humano de verdad»
Pese a su monstruosa inspiración, la película de del Toro está pensada para ser vista en familia. Sabe que será un reto, pero espera que su Pinocho conecte con todas las generaciones y despierte su compasión. «Vivimos tiempos que le exigen una complejidad tremenda a los niños. Creo que mucho más desalentadores que lo que yo viví de niño. Los niños necesitan respuestas y consuelo…. Para mí, esto está dirigido tanto a los niños como a los adultos que sí que hablan entre sí. Aborda ideas muy profundas sobre lo que nos hace humanos«.PUBLICIDADhttps://5c6695660f7d67b490130554edb8a8b1.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html
Su enfoque se aleja significativamente de lo que el público ha visto en las anteriores películas sobre esta marioneta que anhela ser un niño de verdad. En su versión, lo «real» es un hecho. «Para mí resulta esencial refutar la idea de que tienes que convertirte en un niño de carne y hueso para ser un humano de verdad», dice del Toro. «Todo lo que necesitas para ser humano es comportarte como tal, ¿sabes? Nunca he creído que [deba] exigirse una transformación para obtener amor a cambio«.
Del Toro codirige Pinocho junto a Mark Gustafson, que fue director de animación de Fantástico Sr. Fox, la película de Wes Anderson. El uso de marionetas en stop motion hace que la película sea única entre las numerosas adaptaciones de la novela de Carlo Collodi publicada en 1883. Sus primeras imágenes se emitirán esta misma semana en el Festival Internacional de Animación de Annecy, en Francia, y en diciembre se estrenará en Netflix y estará disponible en todo el mundo.
El principal desafío de la película es que es una de las tres películas de Pinocho que se estrenan este año. La película de animación de Disney de 1940 sigue siendo un clásico definitivo incluso 82 años después de su estreno, y en septiembre, Disney+ estrenará un remake de imagen real fiel al original dirigido por Robert Zemeckis y protagonizado por Tom Hanks como Geppetto. Además, a principios de este año, Lionsgate estrenó la película de animación digital Pinocchio: A True Story, que fue blanco de numerosas burlas en las redes por su diseño rudimentario y sus voces monótonas y dio pie a teorías conspiratorias que sostenían que dicho título de bajo presupuesto se había comercializado deliberadamente como película que ver simplemente para comprobar (y hacer saber) lo mala que es.
«No podríamos diferenciarnos más de cualquier otra versión de Pinocho, tanto en nuestros objetivos espirituales o filosóficos como incluso en la ambientación»
Pinocho de Guillermo del Toro (así titulada) busca sobresalir. Por un lado, la calidad de producción de su película resulta evidente en los detalles cuidados de los decorados y las texturas de los personajes. Además, el director ha reinterpretado el cuento de Collodi alejándolo de las formidables adaptaciones de Disney. «Toda mi vida he manifestado mi admiración y mi gran amor hacia Disney, pero ese impulso en realidad me hace alejarme de esa versión», dice del Toro. «Creo que es la cúspide de la animación de Disney. Está hecha con la animación 2D dibujada a mano más preciosa».
En cambio, el mexicano pone de relieve que su película es «una historia sobre una marioneta, con marionetas de verdad, tratando de aplicar el trabajo de los animadores a un medio completamente distinto. No podríamos diferenciarnos más de cualquier otra versión de Pinocho, tanto en nuestros objetivos espirituales o filosóficos como incluso en la ambientación».
El Pinocho de del Toro no está situado en un mundo de cuento de hadas, sino en la Italia de entreguerras, en pleno auge del fascismo y el régimen autoritario en el país. El niño de madera cobra vida «en un entorno en el que los ciudadanos se comportan con una lealtad obediente, como de marioneta», explica del Toro.
En el cuento de Disney, así como en la mayoría de las versiones de la historia, la suerte de Pinocho da un giro a peor cuando sucumbe a sus propios deseos y defectos y se deja llevar por su mala conducta. Del Toro también ha querido cambiar esa perspectiva. «Es contrario al libro, porque el libro busca la domesticación del espíritu del niño de una manera un tanto extraña», justifica el director. «Es un libro con gran inventiva, pero que también se posiciona a favor de obedecer a los padres, ser ‘un buen chico’ y ese tipo de cosas. Esta [película] trata sobre encontrarse a sí mismo y de encontrar tu camino en el mundo, no sólo de obedecer los mandamientos que se te imponen, sino de averiguar cuándo están bien y cuándo no».
«La obediencia ciega no es una virtud. La virtud de Pinocho es su desobediencia. En un momento en el que todos los demás se comportan como marionetas, él elige no hacerlo. Esas son las cosas que a mí me interesan. No quiero volver a contar la misma historia. Quiero contarla a mi manera y tal y como yo entiendo el mundo»
Del Toro lleva unos 15 años queriendo llevar su propia versión de Pinocho a la gran pantalla. El aspecto de su personaje principal fue ideado por el aclamado ilustrador Gris Grimly, que creó una serie de imágenes para una edición de 2002 del cuento de Collodi. «El diseño básico de Gris Grimly, que creo que fue brillante, se basaba en hacer que pareciese como de madera sin acabar», dice del Toro.
«Muchas veces me ha parecido que la moraleja se posiciona a favor de la obediencia y la domesticación del alma»
Pinocho (a quien pone voz el recién llegado Gregory Mann) tiene una personalidad alegre, disparatada y deseosa de conocer mundo y a quienes lo habitan. Pero sus raíces se asientan (literalmente) en la tristeza. En la versión de del Toro, Pinocho ha sido tallado en la madera de un árbol que creció sobre la tumba de Carlo, el hijo de Geppetto cuya vida fue sesgada demasiado pronto unos años antes. En la primera fotografía en la que vemos a del Toro asomándose a la ventana, puede verse la foto del niño fallecido en un marco sobre el banco de trabajo del carpintero.
El desconsolado Geppetto (al que pone voz David Bradley, de Juego de Tronos y la saga de Harry Potter) sigue demasiado cegado por el dolor como para darse cuenta de que su deseo se ha hecho realidad. «Suplica que se le dé otra oportunidad de ser padre, pero no reconoce que la esencia de su propio hijo vuelve a él en forma de este niño indomable», explica el cineasta. «El principal conflicto dentro de Geppetto y Pinocho es que Geppetto quería a Carlo, que era un niño muy bien educado y muy dócil, y no termina de entender a Pinocho, que es revoltoso, salvaje y entusiasta«.
Una criatura que sí entiende el corazón de Pinocho es Sebastian J. Cricket (con la voz de Ewan McGregor), el elocuente insecto púrpura que construyó un hogar en su tronco y sigue residiendo allí cuando vuelve a la vida. En la imagen a continuación podemos ver al erudito insecto, así como al árbol que continúa en pie sobre la última morada del niño. «Esa es la llegada del grillo, que después de haber estado recorriendo el mundo, es aquí donde descubre el hogar perfecto», explica del Toro.
Una vez que el árbol se torna en marioneta viviente, Sebastian aspira a ser una suerte de voz de la conciencia para el niño (al igual que Pepito Grillo, su alter ego en la versión de Disney). Pero en la adaptación de del Toro es a ratos una molestia para el niño. «Al comienzo de la historia, el grillo está lleno de arrogancia, pero hacia el final resulta conmovedoramente humilde y comprende que no se trata de enseñar a Pinocho a comportarse, sino de que él mismo aprenda a hacerlo”.
Sebastian necesitará más de una lección sobre cómo hacerse a un lado (y vaya si la recibe). Afortunadamente para él, es un superviviente. «Una de las cosas que me gustaban del libro cuando lo leía de niño es que asesinan al grillo una y otra vez, aplastándolo y mutilándolo», dice del Toro. «En nuestra historia, aplastan al grillo a menudo, pero es también una experiencia que ayuda a que el grillo encuentre el amor y la humildad».
El grillo es una de las pocas criaturas fantásticas de la historia. «No quería más criaturas mágicas que el espíritu del bosque que le da vida y el propio Pinocho«, dice del Toro. «No quería un zorro y un gato parlantes ni la magia de transformarlo en un burro. Quise que todo lo demás se pareciera lo más posible al mundo real».
Por eso uno de los principales villanos de la historia, el conde Volpe (al que pone voz Christoph Waltz), no es un zorro antropomorfo, sino un ser humano cuyo pelo recuerda a las orejas de un zorro. Del Toro lo describe como «un gran aristócrata caído en desgracia».
«Los tres villanos principales de la historia original son el gato, el zorro y el titiritero, y quisimos fusionarlos en uno solo», dice el director. «El nuestro es un titiritero que ha agasajado a las cortes de toda Europa, y que ahora viaja en una pequeña feria destartalada. Halla en Pinocho la esperanza de volver a ser todo un rey, de recrear sus lujosos años dorados».
A tal efecto, redacta un contrato sin fisuras de larga duración y recluta a Pinocho para que se una a su espectáculo, actuando junto a otras marionetas controladas por el titiritero principal de Volpe, una mona llamada Spazaturra a la que pone voz Cate Blanchett y que adora a Volpe, pese a que él la trate fatal.
En la imagen de arriba, «ese es Pinocho disfrutando de la feria y amando cada minuto que pasa en ella. Le encanta el chocolate caliente, igual que le encantaba a Carlo. Le encantan los dulces, como a cualquier otro niño. Y esta escena es justo antes de su gran debut como estrella de feria y de su teatro de marionetas. Está dándose un atracón y hablando con las otras marionetas».
En esta versión no existe la Isla de los juegos. En lugar de ser transformado en burro después de pegarse la gran vida, Pinocho se convierte en el objetivo de los funcionarios del gobierno que escuchan hablar sobre el niño de madera y que creen que podría tener otro tipo de aplicaciones. «Lo reclutan en el campamento militar del pueblo porque el funcionario fascista del pueblo piensa que, en caso de no poder morir, sería el soldado perfecto«, expone del Toro.
Ron Perlman, colaborador habitual del cineasta, es el encargado de ponerle voz a esta figura abotonada con un siniestro brazalete. «Este personaje es el podestá, que básicamente controlaba el pueblo política y socialmente en aquella época. También tiene una trama con su propio hijo, Candlewick, que es el típico matón de toda la vida que le da la lata a Pinocho».”
Este Candlewick (con la voz Finn Wolfhard, de Stranger Things) también rompe con la narrativa tradicional. «Nuestro personaje comienza siendo un antagonista, y acaba siendo un amigo muy bueno y leal para Pinocho. Su historia me resulta muy conmovedora».
En el Pinocho de del Toro hay muchos cambios en las relaciones padre-hijo. Al principio, Geppetto no puede aceptar al niño de madera como su propio hijo, en parte porque la gente del pueblo considera su creación como un monstruo o bicho raro. «Le habla a Pinocho de cómo ha destruido su pacífica vida por completo», afirma el director.
Pero no es la primera vez que le destrozan la vida al anciano. En la imagen anterior, Carlo sigue vivo y visita a su padre mientras trabaja en uno de sus encargos más importantes: «Geppetto es carpintero, así que talla platos, cucharas, tenedores, zapatos. Si se necesita una puerta, un techo o un banco, él lo talla. Le encargan tallar el crucifijo de la iglesia, uno de los iconos más importantes del pueblo», dice del Toro.
Su vida queda hecha un desastre tras perder a su hijo. Pero ya se había acostumbrado a ese desastre cuando llega Pinocho.
«Al principio de la película, le cuenta un pequeño cuento a su hijo, Carlo, en el que le asegura que las mentiras son tan evidentes como nuestra nariz, y que cuanto más mientes, más te crece. Pinocho le cita esa idea, y Geppetto se queda como pensando ‘Es cierto, ¿pero cómo lo sabes?”, apunta el cineasta mexicano.
Pero hay muchas maneras de mentir. En el Pinocho de Guillermo del Toro, una de las peores es la de no ser honesto con uno mismo.
Artículo original publicado por Vanity Fair US y traducido y adaptado por Darío Gael Blanco. Accede al original aquí.
Fuente: https://www.revistavanityfair.es/articulos/guillermo-del-toro-pinocho-adelanto