Cerca de una treintena de países han tomado medidas para restringir las exportaciones de alimentos desde el comienzo de la guerra en Ucrania
LUCAS DE LA CAL / Pekín / EL MUNDO
Malasia prohíbe las exportaciones de pollo. Indonesia limita las exportaciones de aceite de palma. Kazajistán restringe sus envíos de trigo y harina. India deja de exportar su cereal y reduce la venta de azúcar al exterior. El proteccionismo alimentario ha vuelto. Ya fue tendencia hace 15 años, cuando los precios de los alimentos se dispararon en todo el mundo por las prolongadas sequías y los altos precios del petróleo. Con la pandemia, el término comenzó a asomar la cabeza. Y la guerra en Ucrania lo está posicionando en las trincheras del hambre.
Cada vez son más los países que se lanzan al proteccionismo alimentario para salvaguardar sus existencias y controlar la inflación interna. Pretenden asegurar así el suministro local y luchar contra el aumento de precios. Pero que India ponga el candado a sus exportaciones de trigo o que Indonesia haga lo mismo con sus demandados aceites, supone un golpe directo a los precios de los granos y aceites vegetales en todo el mundo. Algunos analistas, más que hablar de proteccionismo, prefieren definirlo como «nacionalismo alimentario».
Es el caso de la doctora Sonia Akter, profesora de la Escuela de Políticas Públicas en la Universidad Nacional de Singapur. «Los gobiernos están promulgando tales restricciones porque sienten que la protección de sus ciudadanos debe ser una prioridad. Al observar la experiencia de la crisis alimentaria de 2007-2008, se puede esperar que más países hagan lo mismo. Esto empeorará la crisis alimentaria actual y los picos de los precios de los alimentos», asegura Akter.
El indicador de Naciones Unidas sobre los precios mundiales de los alimentos dice que el pasado mes estaban un 30% más altos que hace un año y que seguirán subiendo después de que la invasión de Ucrania ahogara las exportaciones de cultivos y sacudiera unas cadenas de suministro que la pandemia ya dejó bastante mermadas.
«Alrededor de 30 países han tomado medidas para restringir las exportaciones de alimentos desde el comienzo de la guerra, con el proteccionismo agrícola en el nivel más alto desde la crisis de precios en 2008», analiza Sabrin Chowdhury, directora de materias primas de Fitch Solutions, un proveedor de inteligencia crediticia con sede en Londres. Este «nacionalismo alimentario» agudizado por la guerra en Europa del Este se está empezando a extender sobre todo por Asia.
India fue el primero que cerró el grifo a sus exportaciones de trigo por culpa de la peor ola de calor en los últimos 122 años, que llegó a reducir los cultivos hasta un 50% en las zonas más afectadas por las altas temperaturas. Eso disparó el precio interno de los alimentos básicos.
Cuando estalló la guerra en Ucrania, India se ofreció para alimentar al mundo. Según el primer ministro Narendra Modi, el país estaba listo para repartir sus abundantes reservas de cereal después de que las exportaciones de la región del Mar Negro se desplomaran por la invasión rusa del granero europeo, Ucrania, y la lluvia de sanciones occidentales a Moscú. Ambas naciones representan alrededor de un tercio de las ventas mundiales anuales de trigo. Desde el comienzo del conflicto, los precios del trigo y el maíz han aumentado un 41 % y un 28 % respectivamente.
El extremo calor hizo que Modi diera la orden a mediados de mayo de que el cereal del que el mundo dependía en parte para aliviar la escasez mundial, no saliera de las fronteras del país del sur de Asia. La semana pasada, el Gobierno indio también anunció que limitará las exportaciones de azúcar a 10 millones de toneladas para la temporada de comercialización, que se extiende desde el 1 de junio hasta el 31 de octubre, con el propósito de mantener los precios bajo control.
India es el mayor productor mundial de azúcar y el segundo mayor exportador detrás de Brasil. El primer ministro justificó la medida argumentando que la inflación minorista anual en la tercera economía más grande de Asia alcanzó el 7,8%, su nivel más alto en casi ocho años. Los medios indios señalaban este lunes que el arroz podría ser el próximo en caer bajo la nueva cruzada de proteccionismo alimentario.
A poner restricciones al trigo y al azúcar se han sumado otros países como Serbia y Kazajstán. Este último, que representa el 4% del envío mundial del cereal según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), tomó la decisión después de que los precios internos se dispararan más del 30%. Tras el inicio de la guerra, Ucrania prohibió las exportaciones de trigo, maíz, aceite de girasol y fertilizantes; Hungría detuvo las exportaciones de cereales; Argelia el aceite comestible, azúcar y trigo; Egipto las legumbres, guisantes y frijoles; Camerún el arroz y maíz; Argentina el aceite de soja y pulpa de soja.
En el Sudeste Asiático, Indonesia, el mayor exportador de aceites comestibles del mundo, ya anunció hace un mes una prohibición general a la exportación de aceite de palma en un esfuerzo por estabilizar unos precios que se dispararon este año más del 40%. La semana pasada, el Gobierno de Malasia decidió dejar de exportar pollos, deteniendo un flujo de salida de unos 3,6 millones de aves al mes con el fin de retener más producto para el mercado interno. Esto causó alarma entre sus vecinos y grandes compradores, como Singapur. Según la Agencia de Alimentos de la ciudad-estado, las aves de Malasia, en su mayoría pollos frescos, representan el 34% de todas sus importaciones.
La decisión de Malasia es la última en el contexto de la crisis alimentaria mundial que está provocando aumentos récords de precios de alimentos básicos que podrían empujar, como alerta el Banco Mundial, a cientos de millones de personas a la pobreza y la desnutrición. Cifras concretas dio hace unos días en una entrevista con la BBC David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU: 49 millones de personas estarían «llamando a la puerta de la hambruna» en 43 países.
«Nos enfrentamos a la peor crisis alimentaria desde la Segunda Guerra Mundial. Cuando descubres que 400 millones de personas dependen de los alimentos de Ucrania, y cierras el suministro, además de los problemas de fertilizantes, la sequía, o los precios de la comida y del combustible, vemos una tormenta infernal en todo el planeta», señaló Beasley «El proteccionismo alimentario es una preocupación creciente. La prohibición de exportar alimentos puede causar estragos en el mercado. Pedimos a los países que no hagan eso».
Fuente: https://www.elmundo.es/economia/2022/05/31/6294e28021efa0de208b4610.html