El joven italiano Jago, de 35 años, conquista a medio mundo con sus esculturas. Su arte está cargado de un gran significado político y social
MARINA GARCÍA DIÉGUEZ / NIUS
En el año 2010 Jago, seudónimo de Jacopo Cardillo, había esculpido con solo 24 años un increíble busto de mármol del Papa Benedicto XVI. Fue invitado por la Biennale de Venecia y luego ganó la medalla del Pontificado tras ser presentada al Premio de la Academia del Vaticano, donde se conserva. Cuando solo tres años después Joseph Ratzinger renuncia a su papado, en un gesto histórico sin precedentes, Jago decide desnudar su escultura de los vestidos litúrgicos dejando a la vista un cuerpo dramático, envejecido y cambiando la expresión del pontífice, primero severa, ahora sonriente, dulce y hasta infantil.
De profesión escultor, de ahí ya parte la primera premisa particular. Hace tiempo se corrió la voz entre los ambientes culturales, con astucia y pretensión, de que él sería “el nuevo Michelangelo”. No iba muy desencaminada la connotación, la primera muestra transversal de su obra estrenada en Roma este marzo, y abierta hasta el 3 de julio, es la prueba de un don poco común en el arte contemporáneo.
Ha trabajado su carrera con las redes sociales como su gran aliado, más de 600 mil seguidores en Instagram que lo siguen como a una rock star, que se enganchan a los vídeos en los que resume el proceso de creación de alguna de sus esculturas, que puede durar hasta 16 meses. Puede que su profesión recuerde a otra época, pero sus maneras de comunicar coinciden perfectamente con sus 35 años de edad.
La exposición mezcla el arte y la comunicación con varias pantallas que rodean a las esculturas en las que veloces vídeos enseñan el increíble proceso de creación, desde el imponente bloque de mármol hasta la delicada pieza final.
Nacido no muy lejos de la ciudad de Maradona, hace tiempo decidió establecerse definitivamente en Nápoles donde montó su particular estudio en una iglesia, Chiesa di Sant’Aspreno ai Crociferi, en El Barrio de Sanità. La elección del lugar está llena de simbolismo, igual que lo está toda su obra. Desde la ‘Venus Anciana’ que ha colocado en una sala llena de espejos infinitos en el Palazzo Bonaparte que alberga la exposición en Roma hasta el ‘Hijo Velado’, un niño sin vida cubierto de un velo, metáfora explicada por el propio artista como la pérdida de infancia de los niños migrantes que huyen de la guerra.
Ninguna de sus obras escapa a esa contraposición entre pasado y presente. Así es también para la revisión de ‘La Piedad’ inspirada en una foto del fotoperiodista español Manu Brabo en Siria en el 2012, ganadora de un Premio Pulitzer, que se encuentra en una sala abrumadora a los pies de Piazza Venezia y con vista al Altar de la Patria.
Visitarlo permite conocer la transversalidad y también descubrir cómo su carrera se ha cimentado con los años, ha cogido consistencia y su trabajo único lo acerca a los grandes de la historia. Solo un artista podría llegar a tallar de esa forma el mármol, un genio, además, tendría la inteligencia de utilizar la sátira para esculpir un Donald Trump niño que juega con legos a construir muros. Qué poderoso mensaje para un niño o una niña que piensen que algunas profesiones de artista son solo cosa del pasado. También para el que ponga en duda el complejo proceso de creación de una obra acompañada de un discurso reivindicativo, que en el caso de Jago van de la mano.
La profesora italiana de arte Valentina Formisano valora para NIUS el impacto de su obra y de la propia muestra, a la que ha asistido recientemente: “Es importante destacar que Jago aún trabaja al viejo estilo. Con martillo y cincel, aunque usa un apoyo eléctrico, y esa técnica deja boquiabierta al público”. “Es imposible mantenerse indiferente ante su obra del Papa, por ejemplo, que mantiene hasta el detalle de un anillo papal en bronce. Es toda una operación conceptual la que te deja sin palabras”, añade Formisano.
En la exposición no se encuentran todas sus obras, falta, por ejemplo, la icónica creación de Trump o el famoso neonato de mármol que colocó ante la Plaza del Plebiscito de Nápoles. Una obra política y social que ve en la expresión del niño sufrimiento, que había recibido el nombre de ‘homeless’, esculpido durante la pandemia en NY y que al llegar a Nápoles renombró como ‘Lookdown’, mostrando la fragilidad a la que debemos mirar a los ojos. Pero como todo en sus obras la performance es abierta, como dice el artista “cada uno leerá eso que ve”.
El recorrido por estas salas es una ventana abierta real, más allá de las miles que se acumulan en su perfil de Instagram, que permite admirar la precisión de un diseño impactante y de un trabajo minucioso. Adentrarse en el mundo de Jago es ponerse delante de un genio.
Fuente: https://www.niusdiario.es/internacional/europa/nuevo-michelangelo-italiano_18_3300420057.html