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Los errores militares rusos que desesperan a Putin | El Mundo

Las tropas invasoras sufren en 23 días la pérdida del 10% de sus tanques y tantas bajas como EEUU en Irak y Afganistán durante 20 años

Familiares de Mykola Dmytrovych lloran su muerte en un funeral en Starychi, Ucrania. CAROL GUZY ZUMA PRESS

ALBERTO ROJAS / EL MUNDO

os tanques rusos han frenado. Si hace unos días su avance en Ucrania era lento y penoso, hoy la parálisis de las fuerzas armadas rusas ya es patente en todos los frentes de batalla. A los enormes problemas logísticos de las columnas blindadas rusas, la feroz resistencia ucraniana y la eficacia de las armas occidentales, se le suma la baja preparación de la tropa de Moscú y un pobre mantenimiento de las armas de guerra, abandonadas por doquier. Además, el cambio climático adelanta el deshielo en un invierno menos frío que de costumbre y trae consigo la aparición de la temible rasputitsa o mar de lodo, un aliado de Moscú contra Napoleón y Hitler, pero también un pesado cepo de barro para las orugas de los blindados rusos.

Las señales de este fracaso sobre el terreno son tan evidentes que el nerviosismo está llegando hasta el Kremlin. La muerte de cuatro generales rusos abatidos por francotiradores ucranianos muestra esa ansiedad: cuando un alto mando militar tiene que ponerse a dirigir a su tropa a tiro de piedra del enemigo es que las cosas no van bien. Los soldados rusos están entrando en casas particulares abandonadas y en supermercados cerrados para saquear comida, lo que da una idea del desabastecimiento que sufren en el frente.

Las bajas son enormes. Washington da cifras escalofriantes: 7.000 soldados rusos muertos, más que todos los militares de EEUU muertos en Irak y Afganistán durante 20 años. Los heridos son entre 14.000 y 21.000. Las morgues y los hospitales de campaña tras las líneas rusas están colapsados, lo que significa que la mayoría de unidades desplegadas en el frente están al límite.

En 23 días, Rusia ha perdido, en acciones verificadas, 230 tanques, un 10% de todos los que posee, lo que supone la mayor destrucción de blindados desde la Segunda Guerra Mundial pasando por encima de conflictos como la Guerra de los Seis Días, Vietnam o Irak. Entre ellos se encuentran antiguallas de la Guerra Fría, como los T72 o los T80, que desmienten la supuesta superioridad de la tecnología rusa en el campo de batalla.

En muchos casos, los vehículos rusos ni siquiera son destruidos sino abandonados. En la batalla de Voznesensk, por ejemplo, los rusos dejaron atrás, en perfecto estado de funcionamiento, 30 de los 53 de sus tanques disponibles. Estos tanques son repintados por los ucranianos con una banda amarilla en el cañón, se les borra la Z de los laterales y los lanzan a la guerra contra sus antiguos dueños.

VOLUNTARIOS LOCALES Y EXTRANJEROS

El tiempo juega en contra de Rusia, que trata en vano de momento de embolsar un gran caldero de tropas ucranianas en el Donbás, las mejores, porque llevan combatiendo allí desde 2014. Cada día, miles de hombres ucranianos de 18 a 60 años se incorporan a la milicia en virtud de la ley marcial aprobada por el presidente Zelenski que se unen a los también miles de voluntarios locales y extranjeros que atraviesan la frontera para unirse al combate. Los rusos, que ya emplean el 100% de su masa de maniobra, necesitarán pronto una nueva leva de reservistas si no quieren que la mano de obra ucraniana, creciente y motivada, los supere en breve. Moscú tira de momento de los perros de la guerra de Kadirov, cuyo desempeño no ha sido destacable a pesar de su legendaria fiereza, y los sirios enviados por Asad, que llegan a una media de 300 al día. Poco es comparado con la movilización civil que lanza el Gobierno de Kiev.

Tal es la sorpresa con el material abandonado por los rusos que los militares ucranianos han llegado a encontrar, en camiones de comunicación, máquinas de cifrado de códigos no muy diferentes a las Enigma alemanas de la Segunda Guerra Mundial o las Fialka soviéticas de la Guerra Fría. No es de extrañar que muchas unidades rusas hayan recurrido a los walkie-talkies para comunicarse, aunque sea con el riesgo de que cualquier radioaficionado ucraniano escuche tus conversaciones e informe a sus tropas, como de hecho sucede.

LA ESTRATEGIA DEL TERROR

El ejército ruso no avanza en el terreno pero continúa bombardeando objetivos civiles, el viejo manual sirio de Putin para aterrorizar al pueblo ucraniano y ganar una posición de fuerza en la mesa de negociaciones. En uno de esos ataques, las bombas rusas dejaron 55 muertos en Chernigov, casi todos mujeres y niños. En Mariupol, la nueva Alepo, los rusos aún no han podido entrar porque la resistencia es encarnizada a pesar del asedio que se cierne sobre la ciudad.

En Jerson, la única capital de provincia que los rusos han podido conquistar en 23 días de invasión, recibieron este jueves un severo correctivo. Avance no significa control, porque en el territorio ocupado por los rusos se van infiltrando tropas ucranianas para realizar golpes de mano. En el del martes, los soldados de Kiev reventaron al menos ocho helicópteros rusos en el aeropuerto de Gerson junto a un convoy de vehículos militares.

Como respuesta a este descalabro, Vladimir Putin se mostró irascible el pasado miércoles en un discurso televisado, en el que cargó contra los «quintacolumnistas» que no apoyan la invasión dentro de Rusia. Ayer, su portavoz en el Kremlin habló de «purificar Rusia» y liberarla de «enemigos», lo que anticipa una gran purga contra los disidentes de la guerra de Putin. De momento, toda la cúpula de Inteligencia está en arresto domiciliario por sus errores en la valoración de la resistencia ucraniana, que los rusos creían que sería pobre o no sería.

Este jueves se detectaron movimientos aéreos muy curiosos en las páginas que trackean este tipo de aeronaves. Por un lado, al menos cinco grandes oligarcas partieron en avión hacia Dubái después de que Vladimir Putin cargara contra ellos como «escoria» y «traidores». Por otro lazo, aviones de transporte de la fuerza aérea rusa abandonaron Moscú hacia los aeropuertos más al este del país. Analistas militares aseguraron que se trata de un ejercicio para comprobar las capacidades de evacuación en caso de guerra nuclear.

Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2022/03/17/62338505fc6c83a27d8b458b.html

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