Su nombre real es Roberto Mariño, se cambió el nombre en homenaje a su pueblo. En 1992 abrió su primera tienda en Madrid y hoy en día tiene ciento ochenta puntos de venta por todo el mundo
Roberto Verino en su estudio.
ELISA ALBACETE / Madrid / NIUS
Roberto Mariño quiere recuperar el disfrute del ocio, de la tranquilidad, y recrearse en lo que los italianos llaman el placer de “dolce far niente” (no hacer nada). Un concepto en el que cree y que ha sido el elegido para dar vida a su nueva colección, con la que celebra sus 40 años e el oficio y donde revindica la belleza de lo sencillo y la sostenibilidad.
Nacido el 3 de mayo de 1945 en Verín (Ourense) cuando empezó su carrera de diseñador quiso rendir homenaje a su tierra y por eso a Mariño se le conoce como Roberto Verino.
Un gallego que llegó a París para estudiar Bellas Artes y acabó enamorado de la moda y a ese amor ha dedicado gran parte de su vida.
«Empecé a trabajar porque en casa eramos siete hermanos y tenía que ayudar. Empecé dibujando figurines y poco a poco quede atrapado por el oficio», cuenta a NIUS tras confesar que cuatro décadas después, aún sigue hechizado por la magia del oficio. Y eso que no ha sido un camino fácil:
«Uno no llega a ningún lado sino se lanza. Mirando hacia atrás seguiría habiendo lo que hice, a pesar de que algunas decisiones empresariales (por la juventud o el momento) no fueron afortunadas. Quizá podríamos hacer hecho otras cosas mas productivas o con una perspectiva empresarial mas inteligente, pero lo importante en la vida es sentirte bien con lo que has querido hacer, porque lo has hecho porque querías», comenta un diseñador que fue de los primeros en apostar por diversificar su marca y que pasó una época financieramente complicada en los años de crisis.
Pero siempre ha sido valiente, desde que se enamoró de la moda no ha dado un paso atrás.
La marca Roberto Verino nació en 1982
Tras diseñar varias colecciones para Billy Bonny en Francia, regresó a su tierra para desarrollar la firma francesa en España pero pronto quiso crear su propia marca y así en 1982 nacía su etiqueta.
En 1982 creó su primera colección bajo la marca Roberto Verino y en 1983 abrió su primera tienda en París. Dos años después, en 1984 desfiló por primera vez en la entonces Pasarela Cibeles. Desde entonces no ha parado de innovar,
«Soy una persona muy inquieta que siempre busca la excelencia y cuando alcanzo un objetivo ya estoy pensando en el siguiente. Es como subir una montaña, cuando llegas a la cima y ves que aún puedes subir un poco más», confiesa.
En 1992 abrió su primera tienda en Madrid y hoy en día tiene ciento ochenta puntos de venta por todo el mundo además de una tienda online.
«Soy muy afortunado porque estoy haciendo algo que me gusta mucho y puedo vivir de ello».
Pregunta:Lleva 40 años en negocio en el que no es fácil sobrevivir, ¿por qué cree que ha conseguido mantenerse en el tiempo?
Respuesta: Siempre me pareció que lo más relevante no es ofertar un vestido que pudiera eclipsar a la persona si no todo lo contrario, que la ponga en valor. De ahí que mis prendas sean de cortes sencillos, sobre todo funcional para que las personas las disfruten. Tengo suerte porque la gente ha respondido muy bien a mis planeamientos».
P. Hoy en día se habla mucho de sostenibilidad y esa es una idea que lleva años reivindicando desde su marca.
R: Yo vengo siendo sostenible desde hace muchos años. Que mejor manera de ser sostenible que tener prendas que te duren en el tiempo y que tu consumas de una forma razonable. Siempre he estado insistiendo en que quiero hacer esa apuestas, que además de usar tejidos que duren mucho, la prenda también.
P. Es la esencia de un Verino, prendas cómodas, funcionales, de calidad…
R. Eso es, busco el concepto de la sencillez llevada a la calidad de las materias. Buscamos que las personas se sientan bien con las prendas, porque tienen que estar guapas pero tienen que demostrar su personalidad. Yo siempre me he preocupado de que la gente se sienta cómoda, no disfrazar a nadie. Para disfrazarse ya están los carnavales.
P. Por tanto su visión de la moda no es tanto ir a la última sino buscar un concepto de forma de entender la vida.
R. Eso es, apostar por la eternidad de las pequeñas cosas, de los gestos tan sencillos como vestirte con una prenda cómoda y funcional. Tiene que creer que las prendas que tiene no son de usar y tirar, sino sacarles el mejor partido poniendo de tu parte tu personalidad.
Por eso Verino cree en lo que llama «armarios emocionales», esos donde se guardan prendas que recuerdan momentos especiales como esa blusa que llevamos en una reunión familiar o el traje que nos pusimos en la primera entrevista de trabajo.
Y para crear algo así asegura que es fundamental escuchar al cliente. «Me gusta preguntarles, hacer caso a lo que nos dicen».
Si está donde está tras tantos años de oficio, dice, es por «haber vivido con humildad, escuchando y tratando de vivir con sencillez». Esa que le ha inspirado para su nueva colección, la que presenta con 40 mujeres como iconos de sus 40 años de carrera.