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A través de 17 piezas de talavera reflexionarán sobre el colonialismo en México | LJO

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PAULA CARRIZOSA / LA JORNADA DE ORIENTE

Contar la historia de México en 27 piezas de talavera. Contar para identificar los episodios que han estado marcados por el colonialismo y el neocolonialismo. Tomar esas piezas y, a través de una vuelta –literal- de sentido, recontextualizarlas y darles otro significado e intención. 

Esos, son algunos de los elementos que integran Patrimonio Colonial Inmaterial de la Humanidad (PCIH), un proyecto de arte contemporáneo autogestivo e independiente que reúne a un taller de fabricación de talavera, con un curador y dos artistas: a Uriarte Talavera de Puebla, a Gustavo Ramírez, a Eugenio Merino y a Pierre Valls. 

En la Ciudad de México, en la tienda Uriarte Talavera Polanco, se exhibe ya la primera pieza del PCIH, proyecto que desarrollará durante 2022. Se trata de Jornadas contra el maíz transgénico, de Merino y Valls, realizada en un macetón volteado, de 50 por 54 centímetros. La imagen proviene de un cartel de las actividades y movilización en la Ciudad de México, del 25 al 30 de abril de 2013, contra la liberación del maíz y en defensa del producto. 

México, representado como una gran mazorca, es acechado por tres carabelas, una analogía con la Niña, la Pinta y la Santa María, que llevan insignias de las empresas Monsanto y Du Point. En la más grande, “el pirata tiene forma de calavera, sinónimo de la muerte, ya que vienen a contaminar el maíz autóctono que representa una cultura, una forma de pensar el mundo a través de estos elementos originarios que son la comida y otros acervos”, como expresa el creador francés Pierre Valls. 

Gustavo Ramírez señala que con el PCIH se busca hablar del colonialismo que se impuso hace cinco siglos hasta lo que sucede el día de hoy, para referir a los hechos que han marcado a México.  

Durante una entrevista refiere que la pieza Jornadas contra el maíz transgénico habla sobre el maíz transgénico y cómo afecta al país, pese a que México es la cuna del maíz, con una dieta basada en él y cómo, con la entrada de empresas multinacionales como Monsanto, se matan campos con su siembra. “Es ejemplo de un neocolonialismo que no le importa la vida, que arrolla y gana”. 

Señala que a desarrollarse este 2022, el PCIH está buscando e involucrando a artistas, académicos, periodistas, a gente que pueda ayudar a complementar las historias, “a quienes puedan encontrar estos momentos que han sido ocultados, que quizá no están la vista y nos ayuden a definir la imagen, a darnos más pauta”. 

Ramírez apunta que al proyecto le importa detenerse en ciertos episodios: la firma de Tratado de Libre Comercio (TLC) durante el gobierno del expresidente Carlos Salinas de Gortari  que apostaba porque México sería “un país de primer mundo”, cuando en verdad se privatizó; o quizá la llegada del “conquistador” español Hernán Cortés a Tlaxcala, desde donde se fraguaron alianzas. 

“Serán hechos contados en talavera. Se decidió que el proyecto funcionaba en esta cerámica, pues si la evangelización fue a través de pintura y escultura, aquí se toma este objeto que es del uso común de la sociedad y es también un medio de comunicación: como devoción, como recuerdo. La talavera era un elemento ideal para soportar esas historias. Son objetos cercanos y utilitarios”, sostuvo el gestor que recientemente participó al lado del también curador Cuauhtémoc Medina y el artista Carlos Arias en el proyecto El lienzo de los Anónimos como finalista del Pabellón de Chile durante la 59 Bienal de Venecia. 

Así, si la pieza Jornadas contra el maíz transgénico va sobre una maceta, cada historia irá contada sobre un objeto distinto, que funcione como su propio soporte. Bajo esa dinámica –dice Gustavo Rodríguez- el tema del TLC iría sobre un lavabo, “como una ironía casi”.  

Apunta que se decidió que el objeto estaría de cabeza, para que el espectador se esfuerce para ver la historia. “Vas a tener que poner de cabeza tu propio objeto para ver el momento, como una recontextualización del objeto, con una intención”.  

Es, incluso, un guiño a la acción que Marcel Duchamp hizo con La Fuente, la pieza con la cual un urinario fue, con el simple gesto de ser volteado, cambiado de significado. “Es cambiar, es ver cómo este objeto útil cambia su naturaleza, se recontextualiza y se vuelve una escultura, o en un objeto que incluso podría ser útil”. 

Quien fuera el curador de El gran sur, montada durante 2020 en el Museo Internacional del Barroco, expone que lo que buscan él, Eugenio Merino y Pierre Valls es hacer una ruta de cómo llegó la talavera, la misma que en 2019 fue declarada Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.  

Ramírez señaló que con el proyecto Patrimonio Colonial Inmaterial de la Humanidad la idea es empezar con una exposición en Puebla, continuar en Tlaxcala y la Ciudad a México para luego llegar a España, presentarlo allá como el punto final y al revés de cómo lo hizo y se asentó esta tradición, sobre todo en el marco de los 200 años que el taller Uriarte cumplirá, pues es considerada la fábrica más antigua fundada en 1824.  

En ese sentido, Mariana Muñoz Couto, vocera de la empresa, anunció la publicación de un libro en torno al proyecto. “La idea es formar una colección que pueda itinerar por el mundo”, anota. 

Fuente: https://www.lajornadadeoriente.com.mx/puebla/a-traves-de-17-piezas-de-talavera-reflexionaran-sobre-el-colonialismo-en-mexico/

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