Spotify resiste al boicot tras eliminar a Neil Young en favor de un antivacunas
FRANCESC PEIRON / Corresponsal Nueva York / LA VANGUARDIA
La rebelión contra Spotify, capitaneada por el viejo rockero Neil Young –que ha retirado sus canciones de la plataforma–, ha abierto la puerta a otras plataformas de streaming. Hace mucho tiempo que en este sector le tienen ganas a ese imperio y la ocasión parece que ni pintada para zurrarle.
“Es bueno ver sufrir a Spotify, al menos a corto plazo. La plataforma sueca ha fomentado un modelo de distribución de contenidos que es singularmente hostil a los intereses de los músicos que trabajan”, señala Alex Ross en The New Yorker a rebufo de esta polémica.
Es lo que se dice pescar en río revuelto. ¿Pero existen ahora las circunstancias para que el gigantesco buque de la difusión musical haga aguas?
Young pidió la retirada de su catálogo, en el que se incluyen himnos como Harvest moon como protesta por que Spotify mantiene a Joe Rogan. Este comediante difunde en su podcast información falsa y mentiras sobre la vacuna de la covid que amenazan a la vida de las personas, según el músico, que se hizo eco de una carta firmada por 270 médicos y científicos.
Al acecho
Otras plataformas de streaming ven la oportunidad de crecer, pero por ahora no hay un gran impacto
Esta fue su disyuntiva: “O Young o Rogan, pero no los dos”.
La empresa, como cualquier otra poco dada al sentimentalismo, lo tuvo claro. Eligió al podcastero, con el que firmó en exclusiva en el 2020 por 100 millones de dólares. Es el número uno en Spotify y el más seguido en Estados Unidos, con picos de veinte millones de descargas en algunos capitulos, y una media de once millones por entrega.
En cuanto se anunció la decisión, de inmediato empezaron los movimientos de márquetin de los competidores. Apple, la principal perseguidora, se publicitó como “la casa de Neil Young” y Sirius XM recuperó el canal dedicado al canadiense.
La protesta corrió como la pólvora en la redes. Surgió una campaña de boicot que ganó tracción en Twitter entre los suscriptores del servicio con las etiquetas #cancelspotify, #deletespotify y #ByeSpotify.
En paralelo corrieron informaciones de que el servicio de clientes de la plataforma estaba sobrecargado con la enorme cantidad de quejas y peticiones de cancelación o de retirada de pagos. El USA Today y otros medios publicaron guías para aquellos que intentaran cerrar su suscripción y ofrecían la ruta para migrar a otras plataformas.
El asunto se ha convertido en tema de debate, con partidarios de Rogan –la ultraderechista Fox a la cabeza–, mientras que en otros canales se apela a que más artistas apoyen a Young.
La compañía, una vez que anunció un código de conducta más transparente para frenar el golpe, reconoció que era demasiado pronto para evaluar el impacto de la controversia en el volumen de sus negocios.
Una pequeña plataforma como Qobuz, que tiene cientos de miles de abonados frente a los más de 380 millones en Spotify, aseguró que habían comprobado un incremento en el flujo de suscripciones, el doble que en el mismo periodo del 2021, desde que arrancó la protesta de Young. Su instalación aumentó en un 64%, de acuerdo con Appotia, firma dedicada a los datos sobre aplicaciones.
“Podemos confirmar que estamos observando un enorme interés y damos la bienvenida a nuevos clientes”, recalcó la plataforma Tidia, cuyo incremento se sitúa en el 23%.
Pese a ese rebrote en algunos rivales, los analistas subrayaron que la influencia del boicot ha sido mínima hasta la fecha en el trasvase de abonados. Apple Music, Amazon Music o YouTube Music no han experimentado incrementos diferentes al periodo similar del pasado año, añadieron los expertos.
Tranquilidad
Tampoco se espera una estampida de músicos, en parte porque las estrellas han vendido sus derechos
Pero Spotify, cuya base de usuarios ha crecido más lento de lo que se preveía al inicio del 2022, tiene otra parte clave de la que preocuparse y es la que configuran las estrellas.
Un líder en el servicio de descargas precisa disponer de una librería repleta de éxitos populares. “Sinceramente confío en que otros artistas y discográficas se vayan de Spotify y dejen de sufragarla”, insistió Young.
A su llamada de solidaridad han respondido hoy por hoy sus ex asociados Crosby, Stills y Nash, su amiga Joni Mitchell, India Arie y el guitarrista Nils Lofgren. Tampoco se espera que se produzca una estampida de músicos que dejen el servicio. No es nada fácil dar el portazo dado el papel principal que esta plataforma juega en sus creaciones. El 84% de sus ingresos por ventas en Estados Unidos proceden de Spotify.
Múltiples conflictos, de forma recurrente por dinero, han plagado la historia de esta empresa. El servicio abona un porcentaje bajo por descarga, inferior a otras plataformas, y ha habido denuncias en los tribunales de los creadores. Taylor Swift, de la que muchos creen que uno de sus tuits acabaría con Rogan, sacó su catálogo en 2014 por la escasa retribución. Regresó a los tres años.
“Los artistas activistas nunca han resistido lo suficiente para causar un daño duradero”, remarcó Lucas Shaw en Bloomberg Businessweek .
“En muchos casos, los músicos ni siquieran ostentan los derechos para realizar un boicot al estilo de Young”, sostuvo.
En estos últimos tiempos, Bruce Springsteen, Bob Dylan, Paul Simon, Tina Turner, Stevie Nicks o los herederos de David Bowie, entre otros cuantos más, han vendido sus derechos de autor y de publicidad. Si no existe una clausula específica, carecen de poder para determinar dónde se descarga su obra.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/cultura/20220207/8038444/ataque-imperio-streaming.html