Desde 1156, esta comunidad de monjas custodia secretos de productos de belleza totalmente ecológicos. Hoy, más de moda que nunca, están al alcance de cualquier persona en Internet…
MATILDE LATORRE / ALETEIA
La palabra “cosmética” la asociamos a las mejores marcas de belleza, a los avances de sus laboratorios, a productos innovadores, que muchas veces están fuera del alcance de nuestros bolsillos…
Pero, ¿sabías que hay monjas que producen algunos de los cosméticos de mayor calidad entre los productos de belleza?
En el siglo XII, Santa Hildegarda de Bingen, ya nos habla en sus libros de cómo curar de forma natural problemas de la piel, como la dermatitis, psoriasis o úlceras…
Los jardines herbarios o monásticos surgieron ligados a la regla de San Benito e implicaron para las monjas un lugar tanto de trabajo como de meditación.
Hildegarda, doctora de la Iglesia, recoge en su obra tratamientos que, en muchos casos, se han convertido en el origen de los novedosos productos de belleza.
Monasterio Cisterciense de Tulebras
De esas raíces toma vida el monasterio cisterciense de Santa María de la Caridad, en Tulebras, situado en la comunidad autónoma de Navarra. Tiene su origen en 1156, convirtiéndose en el primer monasterio del Císter en España.
Esta orden monástica vive gracias a su trabajo, algo que no debe sorprendernos, ya que es un pilar de la regla de San Benito, que siguen las monjas cistercienses.
Para una monja cisterciense-trapense, oración y trabajo son las dos caras de la misma moneda: una vida consagrada a Dios, explica la comunidad al hablar del espíritu con el que elabora productos de belleza.
En pocas palabras para estas mujeres la oración es trabajo y el trabajo es oración.
El sentido del trabajo en las cistercienses-trapenses es místico: cuando ellas trabajan no están simplemente fabricando un producto, sino que están caminando por un sendero espiritual.
La vida espiritual de las monjas hace también que cada una en su trabajo no esté pensando en cómo le va a salir de bien “su” producto, sino en “construir comunidad”.
La comunidad de Santa María de la Caridad de Tulebras, compuesta actualmente por 26 hermanas, elabora productos de cosmética natural, dulces, miel, así como trabajos de artesanía y encuadernación, y regenta una pequeña hospedería.
Crema de propóleo
Un ejemplo del talento monacal de esta comunidad es precisamente la crema de propóleo. Como puede comprenderse por su nombre está elaborada con miel, cera de abejas y propóleo.
Está hecha con ingredientes ecológicos: cien por ciento naturales, sin conservantes, colorantes o químicos.
La pueden utilizar personas con la piel mixta, grasa o con tendencia al acné. De hecho, esta crema antibacteriana limpia los poros, y tiene efectos cicatrizantes; que ayudan, por ejemplo, a que las marcas del acné se disimulen y desaparezcan.
La pueden utilizar personas con psoriasis o dermatitis, sobre todo cuando aparecen los agrietamientos en la piel. Además, tiene propiedades analgésicas que calmarán el dolor o malestar de la zona. Por otra parte, combate las infecciones, y sus efectos cicatrizantes y regeneradores dejarán la piel como antes de que saliera el eccema.
La forma de fabricación es artesanal. De hecho, la misma comunidad de religiosas se encarga del cuidado de las abejas y las flores que polinizan.
Lo más increíble es el precio de esta crema. Dejamos que sea usted mismo quien lo descubra en la página dedicada a esta crema por la Fundación DeClausura: Crema propóleo (Monasterio Cisterciense de Tulebras).
Crema regeneradora
El monasterio de Santa María de la Caridad es además conocido por una prodigiosa crema antiarrugas. Las mismas monjas nos han revelado su secreto: la cera.
La miel puede ser el producto más popular conocido del trabajo de las abejas, explican las religiosas; pero producen también la cera con tantas propiedades dermatológicas.
Conocida principalmente por sus propiedades acondicionadoras, la cera de abeja también tiene una serie de otros beneficios para la piel; la acción que ayuda a suavizar, calmar e hidratar.
Ideal para piel seca o sensible, la cera de abejas es anti alergénica, y es fácilmente tolerada por las personas con piel reactiva.
Según explican las religiosas, contiene vitamina A, que ayuda a la exfoliación, y a rejuvenecer la apariencia; ya que limpia en profundidad y quita las capas exteriores de la piel, que están expuestas a la contaminación, al frío, y al sol. Es una crema natural que dejará nuestra piel hidratada y luminosa.
Puedes descubrir la Crema embellecimiento del Monasterio Cisterciense de Tulebras, en la página web de la Fundación DeClausura.
Este artículo está escrito en colaboración con la Fundación DeClausura.
Fuente: https://es.aleteia.org/2022/02/03/el-monasterio-de-tulebras-guarda-el-secreto-de-la-cosmetica-natural/