El politólogo y experto en conflictos francés publica en España ‘El profeta y la pandemia’, donde analiza los acontecimientos recientes en Oriente Próximo y sus consecuencias para Europa
ROSA MENESES / EL MUNDO
Profesor de la Universidad de París y director de la cátedra de Oriente Próximo y Mediterráneo en la École Normale Supérieur, Gilles Kepel (París, 1955) es uno de los analistas más prestigiosos sobre islam político y yihadismo desde que despuntó con su libro ‘La yihad. Expansión y declive del islamismo’, publicado después de los atentados del 11-S, cuyas consecuencias redibujarían el mapa político de Oriente Próximo. Veinte años más tarde, con ‘El Profeta y la Pandemia’ (Alianza Editorial), analiza lo acaecido desde la irrupción de la pandemia en el tablero regional y sus consecuencias para Europa. De Yemen a Marruecos, con parada en Ceuta, Afganistán y la crisis ucraniana, para él, «todo está conectado», según asegura al ser entrevistado por EL MUNDO.
Pregunta.- Vivimos tiempos convulsos en Europa, con la crisis de Ucrania en un contexto de enfrentamiento entre EEUU y Rusia. Quizá esa es en estos momentos la imagen más nítida de que estamos en un punto de inflexión después de haber visto la caótica retirada de EEUU de Afganistán y la vuelta de los talibán a Kabul, dos décadas después de los atentados del 11-S y de la invasión. ¿Estamos en un cambio de época o sólo se trata del fracaso de las políticas de Estados Unidos?
Respuesta.- La retirada de Afganistán ya fue concebida por Obama y luego Trump, hasta que Biden la ejecutó. Muestra que Estados Unidos no tiene los mismos recursos de poder global como tenía en el pasado. La OTAN fue construida para disuadir a la Unión Soviética pero no tiene la misma eficiencia contra China. La Unión Soviética no tenía inversiones en los bonos del Tesoro estadounidense (como tiene hoy China) ni el papel higiénico estadounidense se hacía en Vladivostok, mientras que ahora se hace en Wuhan o quién sabe… Por consiguiente, la OTAN no fue repensada tras la caída del Pacto de Varsovia y del Muro de Berlín, sólo fue reenfocada y hoy ha llegado a su límite, se ha vuelto ineficiente. Así, la retirada de EEUU de Afganistán envía el mensaje de que EEUU no va a interferir. Eso que ha creado una clase de vacío que ha permitido por ejemplo el ataque con drones [de los hutíes yemeníes] contra Emiratos Árabes Unidos. EEUU sólo reaccionó el lunes porque una base suya fue objetivo. Pero la retirada de Afganistán ofreció una imagen terrible porque fue desorganizada y recordó a la salida de Saigón de EEUU en 1975 e incluso a la propia retirada soviética de Kabul en 1989. A esto se añade que se percibió como una sensación de debilidad por parte de la Administración de Biden. El hecho de que el presidente parece no tener el control totalmente debido a sus problemas de edad y también porque la mayoría de los sondeos muestran que las elecciones de medio mandato reportarán una victoria de los republicanos, crea una situación complicada para EEUU y sus enemigos, por supuesto, han encontrado la manera de ganar cosas.https://omny.fm/shows/el-mundo-al-dia/qu-papel-est-jugando-espa-a-en-la-crisis-de-ucrani/embed
P.- La actual crisis con Ucrania y el desastre de Afganistán, ¿todo está conectado?
R.- Sí. Lo que vemos actualmente es la debilidad de EEUU. A lo que asistimos en Oriente Próximo es una señal y lo que vemos en la frontera de Ucrania es otra señal. Y esto crea la necesidad, incluso más acrecentada ahora, de una Unión Europea más comprometida y, en particular, unida en su esfuerzo por una política propia de Defensa y Seguridad a nivel europeo. Este es uno de los objetivos de la Presidencia francesa, pero no está siendo seguido por el resto de socios europeos. Pienso que si no actuamos por un acuerdo europeo más fuerte en materia de Seguridad, toda vez que EEUU está abandonando Europa y focalizándose en China mientras se debilita, es una actitud suicida.
P.- La defensa y la seguridad de Europa también tiene mucho que ver con el Norte de África. En su libro cita la crisis migratoria que Marruecos provocó en Ceuta en mayo de 2021, ¿qué lecciones tiene la UE que aprender de este tipo de amenazas?
R.- Hay mucha ansiedad hacia el Norte de África porque la región está en una situación de inestabilidad. Para empezar, Túnez afronta muchos problemas tras la asunción del presidente de plenos poderes y la crisis económica está conduciendo a una nueva oleada de migración que afecta directamente a Francia. Y eso está influyendo en el auge de la extrema derecha en Francia y Europa, como reacción a la inmigración masiva. Argelia también está bajo una severa crisis, con el régimen estancado en una transición política, pese a la asfixia del Hirak [el movimiento de protesta], y en medio de una gran fragilidad. Y en Marruecos la situación también es complicada. Aunque la economía está algo mejor, el hecho de que Rabat firmara los Acuerdos de Abraham ha convertido a Israel en aliado, con la firma de un acuerdo de defensa, lo que ha provocado una reacción airada de Argelia, que teme que su rival tenga mejor equipamiento militar. Si los rumores de un conflicto entre Argelia y Marruecos se hacen realidad, esto se traducirá en un nuevo flujo migratorio en el que España estará directamente amenazada. Creo que la UE debe adoptar una actitud unificada hacia nuestros vecinos del sur para calmar tensiones. Es necesario, por ejemplo, comprometer a Marruecos en las relaciones con Europa.
P.- ¿Cómo están reconfigurando la región los Acuerdos de Abraham entre Israel y Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Sudán y Marruecos?
R.- El ejemplo más reciente de eso son los ataques de los hutíes, proxys de Irán, contra Emiratos Árabes Unidos. Es una manera de demostrar que el precio que tiene que pagar EAU por firmar los Acuerdos de Abraham y por el cruce de inversiones con Israel, que se basa en el hambre emiratí por conseguir alta tecnología israelí para desarrollar su economía postpetrolera. De alguna manera, los Acuerdos de Abraham son percibidos como un sustituto de la OTAN, ya que el repliegue estadounidense de Kabul para centrarse en China ha dejado un vacío en Oriente Próximo. El pacto, de alguna forma, intenta llenar este espacio en el que Israel sustituye a EEUU en términos de poder militar, construyendo alianzas con los ricos países de la Península Arábiga. Así que el precio es más beligerancia: en EAU, por parte de Irán y en Marruecos, por parte de Argelia. Abraham ha proveído de nuevos recursos a sus socios pero no es eficientemente poderoso, en contraposición a la OTAN, para disuadir de ataques, como hemos visto entre Yemen, Irán y EAU y podemos temer que pueda pasar en el futuro cercano entre Argelia y Marruecos.
Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2022/01/25/61f0299421efa080198b45af.html