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Por qué ‘desaprender’ es la clave del éxito en un mundo caótico: «Olvidar lo ya sabido puede salvarnos la vida» | Papel

Creíamos que con aprender estaba hecho todo… y ahora resulta que la sabiduría consiste en todo lo contrario. El superventas Adam Grant, elogia el poder de cuestionar todo lo que sabes en su libro ‘Piénsalo otra vez’ (Deusto)

REBECA YANKE / PAPEL / EL MUNDO

De los 12 meses que tiene el calendario, es en enero donde se concentran las grandes intenciones vitales que esperamos poder desarrollar: nuevos hábitos -ir al gimnasio, comer mejor, salir más… o quizá menos- que nos acompañen el resto de meses y, si hay suerte, toda la vida. Solemos quedarnos casi siempre a medias y esto tampoco nos aflige en exceso. Total, dentro de poco llegará un enero nuevo donde recomenzar una vez más.

Seamos sinceros, aunque haga daño: el tiempo no es infinito y nuestras intenciones tampoco. En nuestros propósitos de Año Nuevo subyacen nuestros deseos de vivir mejor y esto es sanísimo, pero la vida es dura y, a menudo, flaqueamos. Pero más allá de ordenar el armario, renovar la cocina, cambiar de coche o hacer 50 sentadillas al día, existe una herramienta, desdeñada durante décadas, que aumenta nuestro bienestar general e inunda el cuerpo de una extraña paz: reconsiderar, valorar desde otro ángulo, repensarlo todo por una santa vez. Por resumirlo todo en una palabra: desaprender.

«Olvidar lo aprendido y pensar de nuevo puede salvarnos la vida», asegura el rock star de la psicología Adam Grant, un estadounidense de 40 años que da clases en la Universidad de Pennsylvania y aconseja a grandes empresas de su país sobre cómo cambiar el a menudo pernicioso status quo.

Disciplinado como un soldado, emplaza a este periódico a media hora de conversación con 20 días de adelanto, saluda en español, sonríe y va directamente al grano: «Las personas han aprendido mucho de ciencia durante esta pandemia, pero siempre relacionada con ella, no han trasladado el pensamiento científico a otros ámbitos de su vida y esto es lo que yo propongo, que pensemos como científicos, que prime la humildad sobre el orgullo y la curiosidad sobre la convicción».

Esto sí que suena a verdadero propósito para 2022. ¿Por qué debería intentar cambiarlo todo en enero? ¿Por qué ir al gimnasio si puedo salir a dar una caminata con mi pareja cada noche y conseguir el mismo efecto e incluso algún otro más? ¿Por qué comer distinto cuando bastaría con dejar de ir a restaurantes cada dos por tres y, de paso, así ahorro? ¿Por qué, en lugar de ordenar el armario y renovar la cocina, me centro un poquito en los pensamientos que mi cabeza alberga y les doy la vuelta?

Probar, por lo pronto, a ver qué sucede, si una tarde en el sofá el hijo me dice que se va y yo, en lugar de decir «hasta luego» le sugiero: «Espera, espera, hablemos un poco, quería preguntarte… ¿Qué tal te encuentras?».

Grant es, como dicen los anglos, a best selling author, el número 1 en Estados Unidos según The New York Times. Ha vendido millones de copias de su último libro, que se ha traducido a 35 idiomas y, ahora, llega a nuestro país. Piénsalo otra vez, el poder de saber lo que no sabes (ediciones Deusto) proclama que, en realidad, «no es la inteligencia la que otorga fortaleza mental sino la capacidad para reconsiderar las cosas y olvidar todo lo aprendido… En un mundo turbulento como el nuestro, resulta, además, fundamental», dice este profesor, que fue elegido durante siete años seguidos el mejor de todo su campus. El problema es que «nuestras creencias, convicciones, ideas y opiniones conforman nuestra identidad», por lo que «practicar la flexibilidad exige un gran esfuerzo».

Grant pone el ejemplo de un grupo de bomberos paracaidistas que debían apagar un enorme fuego lo antes posible. Pero éste cambia de dirección de repente y se ven obligados a correr para huir de él. Entonces el jefe hace algo extraño: en lugar de correr se frena y enciende un fósforo detrás de otro para quemar unos matojos, empapa con agua de su cantimplora un pañuelo, se lo pone en la boca y se tumba entre la tierra carbonizada. Así crea una bolsa de oxígeno que le salva porque cambia de estrategia, porque en lugar de insistir en aventajar el fuego olvidó lo aprendido y se le ocurrió una buena idea. Muchos de sus compañeros murieron y los tres que se salvaron llegaron a zona segura con kilos de herramientas encima.

Y dice Grant: «El jefe lo hizo bien, fue flexible, salvó su vida, pero no consiguió que los demás fueran flexibles también. Y el resto fue incapaz de soltar sus herramientas, incapaces de abandonar una sierra de 10 kilos que les hubiera permitido correr más rápido y salvarse».

Las herramientas conformaban su identidad, explica el autor. Sin ellas, sentían que dejaban de ser bomberos y ni un fuego acechando les hizo cambiar de opinión. La historia es real y sucedió en 1949 en Montana (Estados Unidos).

Es lo que el psicólogo José Carrión, miembro del gabinete Cinteco, define como «el relato cognitivo que nos hacemos de nosotros mismos», la forma en que nos contamos nuestra vida y que nos sirve de «esquema mental», como suele denominarlo la también profesional de la psicología Patricia Díaz Saco. «En honor a la verdad, la terapia cognitivo-conductual en sí misma consiste en esto, en inocular flexibilidad, ayudar a las personas a identificar las creencias que nos impactan negativamente, que afectan a cómo nos sentimos y en nuestros comportamientos. Y las personas aprenden a reconocer esas ideas, que suelen ser fijas, y a reconstruir a partir de ahí otra estructura de pensamiento. Esto en terapia es central: reconocer, reconsiderar, reaprender».

Es nuclear también en lo social dada la época tumultuosa que vivimos. Así lo sostiene Grant en su best-seller y hasta le dedica todo un capítulo, el octavo. Titulado Conversaciones tensas, despolarizar los debates más enconados, este apartado sueña con «reventar los filtros burbuja de nuestros muros de noticias y silenciar las cajas de resonancia de nuestras redes». Así lo explica él: «Si pudiéramos mostrar las distintas caras de cada problema, la gente demostraría una mayor amplitud de miras y decidiría informarse mejor».

Reconsiderar y reaprender están en la base de la terapia cognitivo-conductual

JOSÉ CARRIÓN, PSICÓLOGO

Esta reflexión, la posibilidad de repensar y desaprender profundamente sobre nuestras convicciones más ancladas, y de discutir de una manera potencialmente positiva o entender el conflicto como herramienta para entenderse, coincide con otro manual de nueva psicología que se publicó hace unos meses. En El poder de la discordia (Editorial Ariel), Ed Tronick y Claudia M. Gold promulgaban lo mismo: «Asumir que no entiendo lo que me estás diciendo, pero, intencionadamente, ser tolerante, intentar entenderte. Incluso cuando noto que vengo de un lugar completamente diferente, es importante ser curioso y pensar que igual tienes razón en algo. En resumen, atenderte».

Como vivimos tiempos pandémicos, tanto Grant como Gold y Tronick pusieron el mismo ejemplo propio en conversación con este periódico: «Tengo un amigo antivacunas y, aunque no estoy de acuerdo con él, me he tomado el tiempo de intentar entenderle, de atenderle, y darle también mi visión del asunto. No hemos cambiado de opinión ninguno, pero nos hemos acercado, entendido y tolerado».

Por si fuera poco, la tendencia terapéutica hoy es «conectar con nuestra voz interior». Lo explicaba recientemente en estas páginas otro best selling authorEthan Kross, autor del ensayo Cháchara (Editorial Paidós) y cuyo discurso encaja con el de todos los anteriores autores: «Hay herramientas para atenuar la tensión entre una espiral de negatividad y el pensamiento constructivo, pero estas técnicas nos obligan a cambiar de forma de pensar si realmente queremos controlar las conversaciones que tenemos con nosotros mismos».

Por todo lo anterior resulta natural encontrar, entre los psicólogos españoles, cierta fascinación con la propuesta de Grant. Dos de ellos, preguntados por su discurso, lo primero que afirman es que se mueren de ganas de comprar el libro. Buenaventura del Charco desde Málaga Patricia Díaz Saco desde Asturias se vuelcan en reforzar lo que Grant propone. Dice ella: «Las personas buscan una receta mágica, un protocolo y unas herramientas que sirvan para sentirse mejor, pero la realidad es que hay que observar los procesos psicológicos subyacentes, esquemas fijos de pensamiento que, en algunos casos, hay que repensar».

Y el primero cree que «el cerebro es un vago que comete importantes sesgos en el proceso de la información, y tiende a ignorar los datos que rompen esa idea y percibir y retener muy claramente las que la confirman». Señala otro elemento, también de esta época: la «incertidumbre, que genera ansiedad, otro de los motivos por los que nos cuesta tanto replantearnos las cosas. Nos encanta tener ideas claras y estables y el ejercicio de dudar no nos gusta ni un poquito».

Preferimos la comodidad de la convicción a la incomodidad de la duda ADAM GRANT, PSICÓLOGO

Su planteamiento coincide con el de Grant: «Cuestionarnos a nosotros mismos hace del mundo un lugar aún más impredecible y nos obliga a reconocer que la realidad puede haber cambiado, que aquello que en el pasado era correcto ahora quizá sea incorrecto».

La gran dificultad es lo que Grant denomina «pereza cognitiva», el equivalente al «cerebro es un vago» de Del Charco. «Preferimos la comodidad de la convicción a la incomodidad de la duda, y dejamos que la fragilidad invada nuestras creencias mucho antes de que debilite nuestros huesos. Nos reímos de las personas que aún utilizan Windows 95, pero a la vez nos aferramos a las opiniones que nos formamos en aquel año 1995. Prestamos atención a las opiniones que nos hacen sentir bien, en vez de escuchar ideas que nos hagan pensar de verdad», enumera.

Ayuda a animarse a practicar la flexibilidad pensar que «cambiar de opinión es un derecho asertivo, que no nos desdibuja, sino que aporta juicio crítico», según Carrión. «Igual que cambiamos de ropa y de muebles, podemos cambiar el ropero cognitivo, que no siempre se ajusta a la realidad ni consigue el efecto que estamos buscando».

El siguiente paso sería practicar la humildad. En la era del narcisismo, ir a la contra y atreverse a decir «no lo sé». Varios estudios recientes defienden que «la humildad forma parte de la nueva inteligencia». Y Grant también.

Ahora usted verá. Desde aquí lanzamos una idea encontrada en el libro de Grant, que consiste en no repetir frases como éstas: «Aquí eso no va a funcionar», «no es eso lo que la experiencia me ha enseñado», «es demasiado complicado, no le demos más vueltas», «siempre lo hemos hecho así»…

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