Los Periodistas

Los vetos

Por Jesús Manuel Hernández

Recientemente María del Rosario Piedra Ibarra de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos expresó su opinión respecto a cómo las autoridades estatales de Puebla, Jalisco y Guerrero, deben salvaguardar la libertad de expresión.

Quizá en este caso la frase de Ramón de Campoamor y Campoosorio tenga utilidad: “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.

Para unos quizá haya un abuso de parte de los comunicadores, para otros los políticos son de piel muy delgada y quizá algunos más piensen que se trata de un asunto de negocios y no precisamente de libertad de expresión.

Hace unas semanas el comunicador y especialista en periodismo digital y opinión pública, Luis Martínez, inició la entrega de una serie de columnas bajo el título “Puebla, sus medios y sus monstruos” donde revela algunas vicisitudes del gremio periodístico poblano, en el mejor de los casos con buena fe y quizá basadas en confesiones de los propios agredidos.

El tema pudiera en estos momentos pasar desapercibido para la sociedad de manera amplia y se concrete a los reporteros a quienes ejercen el periodismo o participan en la generación de opinión pública.

O quizá vaya siendo el momento de explicar cómo, cuándo, dónde y quiénes han sido objeto de veto gubernamental a su libre expresión a lo largo de los últimos sexenios y cuáles las razones de su enemistad con el poder, dicho de otra forma saber qué intereses tocaron.

Esas revelaciones podrían ayudar a entender la historia moderna de Puebla.

¿Quiénes fueron amenazados en su persona antes de ser vetados o despedidos de los medios de comunicación?

¿Quiénes desempeñaron el papel de mensajero o brazo armado para cumplir las amenazas y los vetos?

¿Cuántos “empresarios” de la comunicación doblaron las manos ante el reclamo y prefirieron aumentar los años de concesión de sus radiodifusoras o los jugosos negocios en otros rubros, como la construcción y la venta de combustible?

¿Qué gobernadores fueron los más tolerantes a la crítica?

¿Quiénes en cambio ejercieron su poder político y sus relaciones nacionales en Gobernación o en el sindicato para presionar a los dueños a despedir a los comunicadores?

Por desgracia muchos de los actores principales y secundarios abandonaron el planeta.

Y aún más ¿cuántos medios de comunicación han sido vetados por los empresarios a través de no darles publicidad; o cuántos medios han surgido bajo el amparo de los prestanombres de los políticos y gobernantes?

Responder a estas y otras preguntas podría ampliar el panorama de lo que verdaderamente ha pasado en Puebla y cómo los medios de comunicación ni han sido tan libres y tampoco tan comprometidos, pues como decía Campoamor: “todo es según del cristal con que se mire”.

O por lo menos así me lo parece.

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