Por Laura Liliam García López
Este año la ONU promueve el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer con la campaña “Pinta el mundo de naranja: ¡Pongamos fin a la violencia contra las mujeres YA!”, con el fin de visibilizar que día con día aumenta de manera significativa la violencia de género en todas sus manifestaciones. Hay desde las violencias más comunes como la física y sexual, hasta las más agresivas como la violencia política contra la mujer y la violencia feminicida, pero también existen la violencia económica, patrimonial, laboral y salarial que impiden el empoderamiento de las mujeres.
La violencia contra las mujeres es un lastre generalizado y un problema estructural de justicia, social, y derechos humanos, en cifras 1 de cada 3 mujeres en el mundo sufre violencia de género, el 35% de las mujeres a experimentado alguna vez violencia, en México la violencia aumento en un 7.1% y cada día 11 mujeres son víctimas de feminicidio, a nivel internacional cada día 137 mujeres son asesinadas por miembros de su familia. En pandemia estas estadísticas aumentaron 2 de cada 3 mujeres fueron violentadas, lo que indica que la inseguridad hacia las mujeres es tema primordial en la Agenda.
Una de las muchas formas de violencia contra las mujeres, es la desigualdad salarial, lo que sostiene que las mujeres no ganan lo mismo que los hombres, incorporada para su análisis y medición por el indicador de la Brecha de género, se expone como la Brecha Salarial, que se define como la diferencia entre las retribuciones salariales percibidas por hombres y mujeres al desempeñar su actividad, lo que reafirma que «La brecha salarial existe y también constituye violencia de género.
La desigualdad es violencia económica, y se manifiesta en esa desigualdad que tiene que ver con los recursos económicos, su acceso y distribución, pago retributivo de salarios, y el control de la economía por las cupulas gubernamentales, empresariales y laborales que toman decisiones y que no permiten que las mujeres asuman independencia económica, ni participación política en la esfera económica y mucho menos que tengan las mismas oportunidades de acceso a cargos de poder.
La violencia económica, es una de las formas más agresivas de la violencia ejercida contra las mujeres, ya que se manifiesta en limitar los ingresos de las mujeres, otorgar salarios menores por la misma labor, impedir el crecimiento laboral y dejar toda la carga del sistema de cuidados sin remuneración, así como impedir que las mujeres logren derechos salariales y de acceso a servicios públicos que permitan el desenvolvimiento profesional equitativo, todo esto limita a que se apuntale a la paridad económica.
Así mismo la desigualdad y la inseguridad económica elevan la vulnerabilidad de las mujeres a la violencia en el ámbito privado y público en todo el mundo, manifestada en la medición de la persistente Brecha de género, lo cual resulta contradictorio ya que el 86.1 % son mujeres en actividad laboral, en el que la brecha de género corresponde a nivel nacional a 13 % y a nivel internacional en un 23%, por lo que se requieren 275 años para cerrar la brecha de genero salarial a nivel mundial.
La brecha salarial declarada dentro de la esfera de la violencia de género, tiene que ser combatida para su eliminación a través del empoderamiento de la Igualdad Salarial, enalteciendo los principios de igualdad laboral y de igualdad retributiva, para trazar que es imperante alcanzar la igualdad sustantiva en la esfera laboral y salarial, como un tema de justicia para las todas las mujeres, a fin de que se logre la independencia económica.
La Agenda de Género y la Agenda Legislativa tienen que estar alineadas para presentar iniciativas que estén en el mismo sentido de visibilizar la persistente Brecha Salarial, e impulsar a la Igualdad Salarial enalteciendo el principio de que a trabajo igual salario igual, expuesto La Constitución Política en el artículo 123, que señala que “para trabajo igual debe corresponder salario igual, sin tener en cuenta sexo ni nacionalidad”. Asimismo, la Ley Federal del Trabajo en su artículo 86 indica que “a trabajo igual, desempeñado en puesto, jornada y condiciones de eficiencia también iguales, debe corresponder salario igual”.
La igualdad salarial, es la figura jurídica idónea para disminuir y combatir a la brecha salarial de género y para consolidar la paridad económica. Impulsar a la igualdad salarial es una de las acciones afirmativas de empoderamiento económico de la mujeres, y de eliminación de la violencia de género en el ámbito laboral y salarial. La Brecha Salarial ha sido agenda del feminismo a nivel global y nacional, que a través de iniciativas a logrado la aprobando de leyes en materia de igualdad salarial, en los que destacan Islandia, Suecia, Alemania, Panamá, Finlandia, España, Francia, Italia, Reino Unido, Chile, Estados Unidos, Canadá, Costa Rica, Perú y Argentina, en México sigue pendiente en la Agenda Legislativa.
La Brecha Salarial, reproduce la minusvaloración de las mujeres en el ámbito salarial y se manifiesta como una práctica discriminatoria a nivel salarial y de violencia laboral, que en su conjunto son acciones de violencia de género, que tiene que ser expuesta para su erradicación ya que no garantiza la igualdad retributiva, por lo que es necesario crear medidas urgentes de garantía de la igualdad de trato de oportunidades entre mujeres y hombres en el trabajo, de igualdad salarial y la no discriminación laboral, y visibilizar a la Brecha Salarial en El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, conmemorado cada 25 de noviembre #DiaNaranja.