México. De Vargas Llosa a Aznar
Por José Ojeda Bustamante
Mario Vargas Llosa, hoy por hoy, Jorge Mario Pedro, marqués de Vargas Llosa, según título nobiliario concedido por Juan Carlos I, rey de España es, por propio derecho, uno de los más importantes escritores con vida e ícono literario del continente americano. De trayectoria literaria envidiable, entre sus palmares destacan un Nobel de Literatura, el Cervantes, el Rómulo Gallegos, el Príncipe de Asturias de las Letras y el Planeta, entre otros.
Pionero del llamado “Boom Latinoamericano” su obra La ciudad y los perros lo consagró junto con Julio Cortázar (Los premios), Gabriel García Márquez (El coronel no tiene quien le escriba) y Carlos Fuentes (La muerte de Artemio Cruz) en la cima del fenómeno cultural, social y literario editorial que surgió entre los años 1960 y 1970, cuando precisamente las obras de un grupo de novelistas latinoamericanos relativamente jóvenes fueron ampliamente distribuidas en Europa y en todo el mundo.
A diferencia, sin embargo, de sus colegas latinoamericanos, de tendencias progresista y sociales el novelista Vargas Llosa decidió lanzarse a la aventura de la política, específicamente la política partidaria. Así en su aventura, que cierto es requirió de una valentía digna de aplaudir, resultó candidato a la presidencia de Perú en 1990 por la coalición política Frente Democrático (Fredemo), del “centroderecha”, de la cual, sin embargo, salió derrotado.
A partir de ese momento Vargas Llosa, el escritor e intelectual dio un giro hacia la derecha a la cual ha apoyado de manera decidida. Paladín de la ideología capitalista, el liberalismo y el libre mercado, es muy común verlo en foros donde crítica la nueva ola de lo que él denomina populismos latinoamericanos, cuando al mismo tiempo hace mutis sobre los partidos de extrema derecha españoles o de otras latitudes y de los pingües negocios que hacen las élites políticas y empresariales de las cuales, según los Panama Papers, sobre los paraísos fiscales, él mismo ha sido partícipe.
Precisamente, un suceso interesante surgió en días recientes cuando en un foro convocado por una organización de derecha en España dijo algo tan oscurantista como contrario al liberalismo que tanto pregona:
Sobre América Latina se expresó de la siguiente manera: «Los latinoamericanos saldrán de la crisis cuando descubran que han votado mal. Lo importante de unas elecciones no es que haya libertad en esas elecciones, sino votar bien. Los países que votan mal lo pagan caro».
Es decir, para el señor Vargas Llosa lo importante no es la libertad, sino saber votar bien, ¿y qué es votar bien para el Márquez peruano? Lo es, no votar a demagogos o populistas de izquierda, sino a liberales o partidos que promuevan el libre Mercado.
Semejante declaración de un vasallaje a las élites empresariales e infantilización de la ciudadanía, con tintes de colonialismo mental no harían sino agudizarse con otra declaración en España, pero ahora en boca del expresidente del Gobierno español José María Aznar quien en un evento del Partido Popular se burló del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador y la persistencia del mandatario en exigir disculpas a España por la conquista de América.
Aznar, en un tono sarcástico se mofó del nombre de López Obrador, de quien dijo que sin la colonización él “no estaría ahí”. Y es cierto, pero yerra estrepitosamente en las causas que se esgrimen para la petición de dicha disculpa, la cual ha sido incluso ya pedida por otra figura de carácter mundial, el Papa Francisco, quien en con motivo de los 200 años de la independencia de nuestro país compartió una carta en la cual textualmente dice lo siguiente:
«Tanto mis antecesores como yo mismo hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización»
Por tanto, la argumentación del señor Aznar, quien es recordado por apoyar a George Bush en la guerra de Irak, peca de ingenua e ignorante, pero también nos permiten ver un reposicionamiento de México a nivel internacional ante la carencia de referentes latinoamericanos que puedan asumir el vacío dejado por nuestra otra potencia hermana, Brasil.
A la par también refleja la presencia de una derecha que busca asideros y discursos que puedan nuevamente granjear los votos necesarios para tener mayor representatividad y la cual, para el caso mexicano luce de manera evidente desarticulada, buscando referentes en movimientos tan dudosos como el que ocurrió hace unas semanas en nuestro país al apoyar un movimiento del Ultraderechista partido VOX.
A Aznar, pero sobre todo a nuestro compatriota americano Vargas Llosa, a quien el politólogo argentino Atilio Borón bautizó como el hechicero de la tribu, por la magia de su discurso y su pluma, pero al servicio de intereses que poco bien han hecho a Nuestra América, le viene como anillo al dedo las palabras escritas por otro escritor insigne del boom latinoamericano, Julio Cortazar, quien respecto a su figura y compromiso social evocaba lo siguiente:
“Sé muy bien que mis lectores no se contentan con leerme como escritor, sino que miran más allá de mis libros y buscan mi cara, buscan encontrarme entre ellos, física o espiritualmente, buscan saber que mi participación en la lucha por América Latina no se detiene en la página final de mis novelas o de mis cuentos […]. Creo que la responsabilidad de nuestro compromiso tiene que mostrarse en todos los casos en un doble terreno: el de nuestra creación, que tiene que ser un enriquecimiento y no una limitación de la realidad, y el de la conducta personal frente a la opresión, la explotación, la dictadura y el fascismo, que continúan su espantosa tarea en tantos pueblos de América Latina”
Pues hasta ahora, dejamos en las antípodas…
@ojedapepe