Por Carlos Figueroa Ibarra
En el momento en que escribo estas líneas, la Dra. Lilia Cedillo recién habrá asumido el cargo de Rectora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. He podido ver los primeros alcances noticiosos acerca de este hecho trascendente en la vida de la institución educativa más importante de la entidad. En ellos se puede ver algunos elementos de su discurso de toma de posesión. Como es sabido la Dra. Cedillo asume el cargo después de un proceso que, desde el punto de vista electoral, no tuvo mayores desafíos; finalmente obtuvo el triunfo con un aplastante resultado frente a sus dos oponentes, lo cual no quiere decir que ese resultado sea expresión de un consenso entre la comunidad universitaria.
Las principales dificultades que tuvo la ahora primera mujer rectora de la BUAP tienen que ver con la legalidad y la legitimidad del proceso que la ha llevado a ocupar el cargo que ahora tiene. Hubo voces que cuestionaron dicho proceso por no haberse convocado a elecciones para un nuevo Consejo Universitario, y por ello se sigue considerando ilegal su investidura. En este momento hay tres procesos judiciales que todavía están en curso y que están cuestionando legalmente el proceso de sucesión rectoral y sus resultados.
No obstante lo anterior, lo real en este momento es que la Dra. Cedillo ha asumido su cargo y ha expresado ciertos elementos en su discurso que conviene resaltar. Ha anunciado la realización de una consulta para conocer las opiniones e ideas de los universitarios a efecto de elaborar un plan de desarrollo que tendería a “abrir una nueva era, una nueva historia, donde el papel primordial de nuestra institución lo jueguen ustedes, los universitarios”. Cabría preguntarle a la nueva Rectora si esto no sucedía antes y cabe conjeturar que la respuesta a esa pregunta sería una negativa.
Cualquiera que fuera finalmente la respuesta, lo que también cabe preguntarse si realmente estamos ante la posibilidad de una nueva era en la BUAP o solamente ante un nuevo momento. Un nuevo momento que estaría constituido por un nuevo periodo rectoral que culminará en 2025 y para el cual todos los universitarios deseamos que para bien de todo/as sea exitoso y llegue a buen término.
Pero hablar de una nueva era en la BUAP implica palabras mayores. Una nueva era en la BUAP implicaría lo que la Dra. Cedillo calificó en su discurso como una “nueva gobernanza”. Esta buena gobernanza tendría que asumir que nuestra máxima casa de estudios necesita abandonar el modelo de universidad que ha privado en los últimos treinta años. Que necesita democratizar sus formas de gobierno y reestructurar sus órganos de gobierno. Implica poner en cuestión el modelo educativo y de investigación que ha privado en las tres últimas décadas y que se ha asentado en una visión gerencial, productivista y mercantilista. Que también pusiera en cuestión los paradigmas epistemológicos y metodológicos que privan en la docencia e investigación.
Una nueva era implicaría iniciar un proceso en alianza con todas las instituciones de educación superior del país y con diálogo con el Estado, a efecto de revertir la precarización laboral y salarial de los trabajadores académicos y administrativos. También repensar los criterios de evaluación para otorgar los sucedáneos del salario que desde la SEP se otorgan a través de los llamados estímulos al desempeño del personal docente. Asumir una nueva visión de la relación de la universidad con la cultura expresada está en la alta cultura, las culturas populares y las tradicionales.
Hay que celebrar que la Dra. Cedillo se ha pronunciado por enfrentar de manera enérgica los abusos y discriminaciones racistas, sociales y de género. Y es loable que se haya pronunciado por la celebración de una consulta a la comunidad universitaria que debe ser real para no convertirla en un ejercicio que termine en más de lo mismo. Si esto es lo que sucede, estaremos viviendo en la BUAP un nuevo momento, pero no el inicio de una nueva era.