La película número 25 de James Bond se despide de Daniel Craig, un actor que ha colmado con nota las expectativas
LUIS MARTÍNEZ / EL MUNDO
Sin tiempo para morir llega por fin a los cines este viernes y lo hace al borde de todos los precipicios. La que es la película número 25 de la saga James Bond es en realidad la primera y la última. Según se mire. Es la primera cinta del héroe más descaradamente misógino que ha dado el cine después de la irrupción del fin del apartheid de las mujeres (según la definición de la cineasta Jane Campion) que supuso el MeToo, y también es la primera vez en sus casi 60 años de historia que el director del héroe más descaradamente british no es británico sino estadounidense. O casi. Por otro lado, la película supone la despedida del papel de Daniel Craig tras haber colmado con nota, a pesar de las dudas iniciales, las expectativas colocándose al lado de Sean Connery en las preferencias de los fans, de los legos y de los mediopensionistas. Es decir, es su última vez. Y lo es en una época en la que, por culpa de la pandemia, las salas de cine están obligadas a repensarse ante el poder casi omnímodo adquirido por las plataformas… El triunfo o el fracaso en su caso tiene una cifra: la recaudación mundial de 750 millones de euros de la anterior entrega de Sam Mendes en 2015. ¿Quién dijo presión?
«La verdad es que soy consciente de lo que se me viene encima ahora que me siento y me pongo a responder preguntas. De repente, caigo en la cuenta de dónde me he metido. Hasta hace nada mi única preocupación fue primero el guión, luego los diálogos, las escenas de acción… Cada día surgen un millón de problemas diminutos que impiden que cobres consciencia de nada», dice a modo de prólogo el que, con todo derecho, puede ser calificado de hombre del momento. O uno de ellos. Fukunaga… Cary Fukunaga (Oakland, 1977) se topó un buen día con el encargo de hacer lo que Danny Boyle se negaba. Este último pretendía que el agente 007, según declaró él mismo en su momento, cambiara ligeramente el gesto y de su rictus, ahora más torturado que satisfecho, surgiera algo parecido a la ironía, pero en su versión más salvaje. Digamos que la idea de acercar el personaje ideado originalmente por Ian Fleming en tiempos de Guerra Fría a la comedia en tiempos de poshumor espantó a los productores. Y entonces apareció él.
¿Y quién es él?, que diría José Luis. «Es curioso porque cada vez que tengo que rellenar un papel donde definirme como asiático, caucásico, afroamericano o lo que sea, acabo por poner la cruz en «otro»», responde de manera que se diría ensayada. En efecto, el director que adquiriera notoriedad por primera vez en 2009 gracias a la película rodada en México ‘Sin nombre’ y que luego saltara la banca con la serie ‘True detective‘ [además de dirigir joyas como ‘Jane Eyre‘ o ‘Beasts of no Nation] luce un árbol genealógico muy cerca de lo inextricable. Por parte de padre es la tercera generación de un americano-japonés nacido en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Su madre es sueca. Su curiosidad y formación le ha llevado a viajar por el mundo sin descanso hasta el punto de hablar hasta cinco idiomas además del inglés.
«Con apenas 14 años descubrí lo equivocado de una visión global del mundo con América en el centro. De hecho, el término América tal como lo usamos en Estados Unidos es una equivocación que excluye a Sudamérica entera. Y quiero creer que esta forma de mirar no desde una burbuja sino de una manera multicultural y desde la diversidad está en la película. Al fin y al cabo, también Bond es un cosmopolita, es un hombre internacional y misterioso», comenta Fukunaga convencido de poder exculpar a su héroe.
Dos años después del estreno de ‘Spectre‘, surgieron las acusaciones a Harvey Wenstein y, de su mano, la obligación de volver a redefinir la supuesta normalidad. Y aquí, los problemas. ¿Cómo hacerse cargo de un sujeto, truhán y señor a la vez, que repetía tanto en ‘Dr. No’ como en ‘Goldfinger‘ la misma escena de violación: donde ella decía «No, no», él, ajeno a todo, insistía en «Si, sí»? «Cuando, antes de ponerme manos a la obra, revisé la filmografía entera de Bond, encontré cosas maravillosas que había olvidado completamente. Pero también encontré asuntos inadmisibles. Y éste que menciona es uno de ellos. Bond ha cambiado y, como le dice en un momento dado el personaje de Judi Dench, es cierto que fue un dinosaurio misógino y una reliquia de la Guerra Fría. Pero eso ya no es así. Bond ya no es el misógino de los 60. No hay que olvidar que la productora de Bond, Barbara Broccoli, es un mujer. Las mujeres que aparecen en la era de Daniel Craig son personajes individuales, plenamente formados y no son simples excusas para que se luzca el protagonista. Pero sí, eso no siempre fue así y no hay ni que olvidarlo ni negarlo».
Y dicho esto, Fukunaga se niega a convertirse en refundador de nada. «En cualquier caso, no creo que mi tarea sea cambiar la perspectiva. Esta película no existiría y no se entendería sino estuviera unida a todas las cintas que se han hecho desde 1962. Lógicamente, su deuda más cercana es con las protagonizadas por Daniel Craig desde ‘Casino Royale‘ (2006). No puedes cambiar al personaje sin traicionarlo. Lo que sí puedes y debes es cambiar el mundo que le rodea y mostrar cómo esa transformación le afecta. Las películas de Bond reflejan su tiempo. Sería absurdo imaginar a Craig en las películas de Connery y a Connery en las que se hacen ahora», concluye.
PREGUNTA: ¿Puede en el futuro ser James Bond una mujer?
RESPUESTA: Ya es difícil contestar a la pregunta si podría ser de otra etnia. Es complicado porque Bond arrastra con él un legado. Gracias a dios no tengo que tomar esa decisión, no creo que pudiera.
P: Imaginemos que pudiera, le gustaría…
R: Creo que la respuesta de Daniel Craig es la correcta [el actor opinó hace poco que debería seguir siendo un hombre caucásico y que lo que debería haber es mejores papeles para negros y mujeres]. ¿Por qué va a ser una mujer? ¿Por qué va ser Bond algo que no es? Lo que hay que hacer es favorecer y crear más historias para mujeres. Sigue siendo increíble las pocas películas que pasan el test de Bechdel [que aparezca más de una mujer, que hablen entre ellas y que hablen de algo distinto a un hombre]. Hay muchas historias que contar. Hay un número determinado de veces que podemos escuchar la misma historia de un cómic.
Para el final queda la responsabilidad de ser, como ha sido señalada ‘Sin tiempo para morir’, la última oportunidad para los cines junto a la recién estrenada ‘Dune‘. A nadie se le escapa que la cinta llega a los cines con la capacidad para la sorpresa casi bajo mínimos. Su tráiler de lanzamiento es ya una reliquia. Hablamos, para situarnos, de un director que no tuvo ningún empacho en lanzar directamente en Netflix, para enfado de las salas, ‘Beast of no Nation’ en 2015. Es decir, el mismo año que se estrenaba el penúltimo Bond. «La filosofía de aquella película era llegar al mayor número de gente posible. Este caso es completamente distinto. Ha sido rodada en formato IMAX y la manera correcta de disfrutarla es una sala de cine. Esa experiencia es insustituible… Por lo demás, en la medida que seamos capaces de ofrecer historias originales, no creo que haya problema y las salas de cine seguirán atrayendo a la gente. Es muy raro lo que hemos vivido estos últimos 20 años con los superhéroes», se defiende.
P: ¿Es esta la primera o la última película de Bond de Fukunaga?
R: Probablemente, la última. El tiempo es finito y me gustaría trabajar en historias originales…
La primera y la última, pues.
Fuente: https://www.elmundo.es/cultura/cine/2021/09/28/6151d806e4d4d897258b4595.html