Por Dr. Carlos Figueroa Ibarra
He tomado prestado parafraseándolo, el provocador título de un libro escrito por el filósofo francés Louis Althusser. El mismo fue publicado en español en 1978 y expresó una profunda crítica a la izquierda francesa, particularmente al Partido Comunista Francés, después de la derrota en las elecciones legislativas de 1978. El texto trataba sobre lo que tendría que cambiarse porque a su juicio ya estaba agotado.
Con ese mismo espíritu resumo algunas de las conclusiones a las cuales se llegaron después de las 10 sesiones y 9 semanas en los cuales transcurrió el Foro “Retos dela Educación Pública Superior en México en una época de cambios” organizado en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, el Instituto de Ciencias (ICUAP), el Centro de Estudios del Desarrollo de la Facultad de Economía, La Facultad de Físico-Matemáticas y el Instituto de Física “Luis Rivera Terrazas”. Distinguidos conferencistas dieron elementos para dichas conclusiones entre ellos el propio Rector de la BUAP, Dr. Alfonzo Esparza; el ex secretario de Medio Ambiente Dr. Víctor Toledo; la Dra. María Eugenia de la Peza, Directora Adjunta del CONACYT; el Dr. Luciano Concheiro, subsecretario de Educación Pública Superior de la SEP; el Dr. Melitón Lozano, secretario de Educación Pública de nuestra entidad y el escritor y académico de la UNAM, Jorge Volpi.
Dos escenarios mundiales fueron planteados desde las primeras conferencias, los cuales obligan a pensar en cambios inevitables que tendrán que adoptar las instituciones de educación superior, entre ellas la BUAP. El primero es la crisis civilizatoria a la que está llevando al mundo el calentamiento global derivado del modo de consumo y producción prevaleciente. El segundo es la pandemia de la Covid-19 que está azotando al planeta entero. Fue conclusión que las universidades no pueden seguir reproduciendo un modelo de educación e investigación complaciente con una civilización productivista, industrialista y que privilegia la ganancia sobre la humanidad y la naturaleza. No puede seguirse insistiendo en una educación sustentada en un pensamiento positivista, cuantitivista, hiperespecializado y fragmentario. También debe ser abandonado el paradigma gerencial, productivista, empresarial o neoliberal que ha regido a la educación superior y a la investigación en las últimas cuatro décadas.
Deben cambiarse las prioridades de la docencia-investigación, los parámetros para evaluarla y los criterios para remunerarla. La autonomía universitaria se ha visto seriamente lesionada a través de la ingerencia gubernamental en la determinación de esas prioridades, parámetros de evaluación y criterios de remuneración. Es necesario desarrollar trabajos colectivos y que persigan no sólo la publicación de artículos sino la incidencia social y la búsqueda de soluciones a problemas nacionales. Además del rigor científico y la pertinencia teórica, la docencia y la investigación deben tener una pertinencia social. Esto implica un quehacer académico vinculado no solamente al mundo empresarial sino a la sociedad en su conjunto. Conclusión fundamental es que es estratégica la Educación Media Superior (preparatorias) y la vinculación orgánica entre el nivel preparatorio y el de la licenciatura. Es imprescindible revisar las necesidades de los docentes de las preparatorias, sus asimetrías laborales y salariales. En suma, la BUAP debe considerar a sus preparatorias como parte integral de su institucionalidad, como fundamento de la elevación del nivel académico de sus estudiantes y no como un mundo paralelo que a menudo es rehén de la política universitaria.
Problema gravísimo para la BUAP es el relevo generacional y la renovación de la planta académica. Entre 2003 y 2019 el número de estudiantes en la BUAP creció en más del 100% mientras el número de profesores creció en apenas 23%. Los profesores de carrera crecieron entre 2003 y 2018 en un 6% mientras los profesores hora clase aumentaron en un 89%. Otro grave problema es la disminución del monto de las jubilaciones a través de la sustitución del salario por estímulos renovados periódicamente. El resultado de todo ello es el envejecimiento de la planta académica de las instituciones de educación superior: los profesore/as-investigadore/as no quieren ni pueden jubilarse con un 1/3 de los ingresos mensuales con los que ahora cuentan. Se ilustra claramente la dinámica neoliberal: aumento de la demanda educativa para las IES, disminución de la contratación de profesores de tiempo completo y aumento de contratación de trabajadores horarios para hacerle frente a la referida demanda educativa. En suma un crecimiento de la población académica precarizada y con muy bajos salarios y pocas perspectivas laborales. Ciertamente la responsabilidad de esta situación no recae en las autoridades universitarias, ni siquiera en la Secretaría de Educación Pública. Es la Secretaría de Hacienda del gobierno federal quien debe ser interpelada. El problema de la precarización laboral, la disminución salarial, el envejecimiento de la planta académica, el crecimiento de la planta académica es entonces un problema político que debe ser asumido por el conjunto de las instituciones de educación superior.
La crisis civilizatoria, los efectos devastadores de la pandemia, la crisis del modelo económico prevaleciente en las últimas décadas y los cambios que está observando México crean una ventana de oportunidades para la transformación de la BUAP. Esta deberá hacerse preservando una conquista histórica cual es la autonomía universitaria; respetando el pluralismo y la diversidad que debe existir al interior del recinto universitario. Finalmente, manteniendo la visión holística que deben tener los universitarios para enfrentar los desafíos, haciendo a un lado horizontes parciales o reducidos a unidades académicas específicas. Tales son las tareas y principios que deberemos acometer y enarbolar.