Con su identidad protegida por ahora por el burka impuesto, Anissa lleva siete días en el infierno. Sin poder comprar comida, ni llevar a su hija enferma al médico, sin derechos, advierte de las mentiras de los talibanes: «Si están preguntando por mujeres como yo, es porque quieren matarnos»
LUIS MIGUEL HORTADO / CRÓNICA / EL MUNDO
La vida de Anissa ha hecho un fundido a negro. En la semana que ha pasado desde que los talibanes tomasen Kabul -con el presidente Ashraf Ghani huyendo por patas cargado supuestamente con maletines repletos de billetes-, esta joven afgana ha sufrido todos los rigores de la nueva realidad bajo el yugo de los talibanes: tuvo que huir de su domicilio para evitar que los nuevos dueños de Afganistán la buscaran para darle un escarmiento, taparse con un burka para protegerse y, aún peor, no pudo cuidar bien de su hija enferma.
Durante estos siete días de estremecimiento global, caos y muerte en el aeropuerto de Kabul, búsqueda puerta por puerta de activistas, de promesas benevolentes de unos talibanes con piel de cordero, de desafío femenino a las imposiciones islamistas, y de evacuaciones descontroladas, Crónica ha recopilado los mensajes de la activista Anissa para editar un diario. No revela ni su verdadera identidad ni su localización, a fin de proteger su vida y la de su retoña: sus perseguidores pueden segarla en cualquier momento.
16 DE AGOSTO. VUELVO A CASA CON BURKA. Y ME ENTERO DE QUE CAZARON A UNA CHICA
Los talibanes llegaron esta mañana a la ciudad donde me encontraba. Abrieron las carreteras de toda la provincia y nos dijeron a todos que podíamos viajar sin problema de regreso a nuestras aldeas. Acudí a la mía en un pequeño tuc-tuc. Llegué a mi casa, me encerré en ella. No puedo hacer nada. Gracias al burka que llevo nadie me reconoce, así que, en cierto modo, soy inmune. Los talibanes no se atreverán a quitárnoslo para comprobar nuestra identidad.
Me han contado que, tras irme de la ciudad, los talibanes habían estado preguntando por mí, casa por casa. A quienes les recibían les prometieron que no iban a hacer nada, que sólo querían hablar conmigo, no molestarme. Pero obviamente sé quiénes son y de qué van. Cazaron a una chica y ni siquiera sé si está viva o muerta.
17 DE AGOSTO. NO SE VE A NINGUNA MUJER POR LA CALLE PASEANDO. DEBERÍA AGUANTAR DENTRO DE CASA
Donde me encuentro no hay nadie. No puedes ver a ninguna mujer por la calle paseando. El Emirato ha anunciado que los hombres pueden ir a trabajar, pero las mujeres, no. Sólo podemos ir a la escuela y hasta finalizar Primaria. Además debemos llevar el burka. No sé hasta cuándo seguiré viva. Debería aguantar dentro de casa.
Antes solía trabajar de psicóloga en una oficina. Ahí había mulás. Desde siempre he sido curiosa, por lo que les preguntaba por cuestiones islámicas, por qué esto, por qué lo otro… No les gustaba. Empezaron a llamarme «apóstata». Esta acusación puede ser ahora problemática para mí. Yo les preguntaba sobre la sharía, la ley islámica, y ahora, por estas acusaciones, tengo mucho miedo. Temo que los mulás vayan a los talibanes y les digan que he dejado de ser musulmana. En ese caso me matarán. No preguntarán, simplemente darán por ciertas las acusaciones y me matarán.
Estoy enferma. Tengo fiebre. Mis labios están resecos. Pido a Dios que se apiade de mí. Sigo viva, pero sin hogar. Sólo respiro. Hasta que vea qué viene después.
18 DE AGOSTO. UN GRUPO TALIBÁN ME ADVIERTE EN LA CALLE: «NO PUEDES IR SOLA»
Fui a comprar crédito para poder usar mi teléfono. Tuve que eliminar todas mis conversaciones contigo para que, en caso de abrirlo para comprobar mi tarjeta, no tuviese problemas. Al regresar a casa me he topado con un grupo de talibanes. Me preguntaron por mi mahram, mi guardián. Les dije que sólo estoy con mi hija, que no tengo a nadie más. «No, tienes que tener un marido o un hombre contigo. Tienes que tener un mahram, no puedes ir sola». Tuve que volver a casa, y aún en esas, nadie me quiso recoger. Ningún taxista me quiso llevar porque iba sin mahram.
19 DE AGOSTO. «NO ME CREO NINGUNA DE SUS PATRAÑAS… NO TENGO NI LOS MÁS MÍNIMOS DERECHOS HUMANOS»
No me creo ni una sola de las patrañas de los talibán, todas son absolutamente una mentira. A las mujeres no tienen que venirnos a decir nada. ¿Qué es eso? ¿Tenemos que vivir pidiéndoles permiso hasta para respirar? ¿De dónde creen que debería sacar ahora un hombre, simplemente para vivir una vida normal? No tengo ni los más mínimos derechos humanos.
No tengo agua, pan, ni techo. Quizás mañana vengan y, para tener un hombre, me obliguen a casarme forzosamente con uno. Los talibanes dicen todas estas tonterías conciliadoras y benevolentes porque quieren que su propaganda funcione afuera, y que todos los países reconozcan su Gobierno.
He perdido toda esperanza. Aun siendo yo psicóloga. La guerra no me había derrotado, pero sí la desesperanza. No tengo hogar, no tengo esperanzas en que los talibanes vayan a hacer algo por nosotras. No hay sistema ni Gobierno. Si están por ahí preguntando por mujeres como yo, es simplemente porque quieren matarnos. Lucho contra la muerte a diario.
Los talibanes son, simplemente, los talibanes. No van a cambiar. Todos lo saben. Si los pintan de otra manera es porque los talibanes han aprendido a cambiar de estrategia. Soy un ser humano, soy mujer, tengo derecho a vivir libremente.
¿Por qué debería ir vestida de negro todo el día, con este estúpido traje que han elegido para nosotras? No me gustan estas ropas. No quiero estar escoltada por un hombre todo el día. No me gusta vivir a su estilo, no quiero vivir siendo una pordiosera por la calle, no quiero ser mujer de un matrimonio forzoso con un clérigo [arranca a llorar] No quiero tener que luchar por los derechos más obvios. ¡No tengo permiso ni para eso!
20 DE AGOSTO. «MIENTRAS SIGA CON VIDA, QUIERO QUE EL MUNDO CONOZCA MI HISTORIA»
Mi hija tiene fiebre. Está hambrienta. No he podido ir al médico porque estoy sola. ¿Hay acaso algo peor que esto? Mientras siga con vida quiero seguir hablando contigo. Quiero que el mundo conozca mi historia.
21 DE AGOSTO. ME CUENTAN DE LA BODA FORZADA DE UNA MUJER Y DEL ASESINATO DE OTRA
He conseguido llegar hasta el hospital con la cría. ¡Me debéis una medalla al coraje!
Me ha llegado que, en una aldea próxima, una mujer fue casada forzosamente con un clérigo. No se ha sabido apenas afuera porque no hay medios de comunicación. Conozco a la familia de ella.
Otra mujer había desaparecido hacía unos días, tras recibir una visita de los talibanes a su casa. Anoche, en silencio, un grupo de talibanes la enterró. Cuando se les preguntó, alegaron que la chica había tenido un infarto. Obviamente es una mentira. Considerando los días que pasó desaparecida, lo más seguro es que la torturasen hasta el final.
¿Dónde están los de los derechos humanos ahora? Después de tantos años trabajando con Estados Unidos, ¿ahora no les importan las mujeres para nada?
Fuente: https://www.elmundo.es/cronica/2021/08/25/61234820e4d4d8cf268b4641.html