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«Un charm puede ser el detalle perfecto o un exceso innecesario» ¿Devalúan los Labubu el prestigio de un bolso de lujo? | Vanity Fair

Las firmas de lujo han atisbado una (enorme) oportunidad de mercado. De la mano de expertas, analizamos las consecuencias de la invasión de charms.

COPENHAGEN, DENMARK – AUGUST 07: A guest wears a tan long-fringe mini skirt, and carries an orange Miu Miu quilted leather mini bag with rolled top handles, gold-tone hardware and a top-zip closure, accented by a cream plush Labubu doll bag charm in a fuzzy hooded outfit with ears hanging from a gold ring, outside Birrot, during Copenhagen Fashion Week, on August 07, 2025 in Copenhagen, Denmark (Photo by Edward Berthelot/Getty Images)Edward Berthelot/Getty Images

Tendencias polarizantes las ha habido siempre: el temido regreso de los pantalones pitillo, las tabis de Margiela, recientemente las Vibram FiveFingers… Sin embargo, pocas veces hemos visto debates tan encontrados como los que generan los omnipresentes Labubus. Estos muñecos de peluche que se mueven entre lo entrañable y lo siniestro son una creación del diseñador hongkonés Kasing Lung, que comercializa ​exclusivamente la empresa minorista china Pop Mart. Orbitan alrededor del tradicional objeto de deseo: el bolso de lujo. Estamos –más allá de los Labubus– en un momento muy dulce para cualquier adorno que cuelgue de un bolso. Si antes nuestra atención se focalizaba en el objeto, ahora nos fijamos en ese mismo objeto como suerte de percha de la que cuelgan otros objetos: los ‘bag charms’.

Con este famoso ‘efecto Jane Birkin’ –que no deja de ser la customización de nuestros bolsos con complementos varios– que hemos visto en la moda en las últimas temporadas, la pregunta que cabe hacerse es cuánto tiempo puede resistir el ciclo de las tendencias. La estilista y comunicadora de moda Erea Louro, autora del libro Iconos de estilo: de Cleopatra a Zendaya, lo tiene claro: “Vivimos en un momento en el que todo se acelera muchísimo, así que seguramente tendrá una vida corta como tendencia concreta. Pero su espíritu se quedará, y evolucionará en otros formatos. Ahora lo llaman messy chic, mañana será otra cosa, pero la idea base seguirá: parecer una mujer que improvisa, que no se ha esforzado y, sin embargo, tiene todo el estilo del mundo”.

Un charm puede ser el detalle perfecto o un exceso innecesario ¿Devalúan los Labubu el prestigio de un bolso de lujo

La ironía, como bien puntualiza Pilar Escolano, consultora y formadora en Visual Merchandising y Escaparatismo, resulta abrumadora: «Jane Birkin ponía una acumulación de cosas reales a su Birkin. En cambio, esto es de golpe, masivo y que cualquiera puede tenerlo». Sobre el mismo fenómeno reflexiona Anitta Ruiz, consultora de imagen pública: “La gracia está en lo individual: los llaveros que compras en los sitios en los que has estado o coleccionables de tu infancia, es decir, cuando utilizamos las personalizaciones de verdad para mostrar nuestro estilo”.

Como acostumbra a suceder en el mundo de la moda, el momento no es casual, apunta Louro: “Después de años de homogeneidad en la moda hay un deseo real de reivindicar lo propio, de volver a tener objetos con historia”. Y es en esta coyuntura, entre identidad y tendencia, que se aproxima a la línea de la performance donde se encuentra el truco y, con ello, su capacidad para afectar la imagen de un bolso de lujo. “Hay bolsos que aceptan charms con la misma naturalidad que una chaqueta una chapa o un pin. Y hay otros que, sinceramente, se resienten un poco. No todos los modelos tienen ese carisma ‘Birkin style’ que aguanta una ristra de colgantes. ¿Puede devaluarse un bolso por los adornos? En el mercado de reventa, definitivamente sí. Pero en términos de estilo, depende del criterio de quien los elija. Un charm puede ser el detalle perfecto o un exceso innecesario”, continúa.

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Mientras tanto, las firmas de lujo han atisbado una (enorme) oportunidad de mercado: “Las marcas han entendido perfectamente que si el consumidor va a llenar el bolso de colgantes, mejor con los suyos. Además, responde a una lógica muy actual: nos gusta sentir que personalizamos, pero sin perder el marco de lo aspiracional», explica Louro. Aunque hablamos de una tendencia muy actual, Escolano nos recuerda que esto no es nuevo, sino parte de una evolución natural que viene de tiempo atrás: “Ya empezó con Louis Vuitton con los logotipos personales en equipajes.  Esto requiere la compra del producto y no es muy exterior, así que ya en los 2000 Fendi creó unos muñequitos muy exitosos. Ahora tenemos maravillas como las de Jonathan Anderson para Loewe… Todo esto está lejos de encontrarse cerca de su ocaso. Si no puedo acceder al bolso de lujo pero sí al charm, comienzo una relación emocional con la marca, muy propio de la generación Z”.

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Solo faltaban los Labubus. “Como todo fenómeno que nace entre la estética de lo kawaii y el algoritmo de TikTok, el pico de los Labubus llegará porque así funciona la moda viral; su obsolescencia está programada en su propio ADN. Apelan a un tipo de consumidor que quiere coleccionar, mostrar y jugar, todo al mismo tiempo. Es cultura del hype. Sin embargo, cuando algo se convierte en uniforme, cuando todos los bolsos tienen su Labubu colgando, empieza a agotarse visualmente. Lo que antes era un gesto personal que pegaba mucho a algunas personas, pasa a ser una plantilla”, considera Louro.

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No son pocos los que piensan que estos muñecos fomentan una infantilización de la moda que se ha agudizado en los últimos años como bien señalaba el ensayo El poder de lo cuqui publicado por Alpha Decay. “Puede ser una respuesta emocional y estética a un contexto cada vez más incierto, duro y acelerado. En un mundo lleno de guerras, inflación y notificaciones infinitas, colgarte un bichito cabezón del bolso es un gesto de dulzura. Por eso triunfan los colores pastel, las formas redondeadas, las caritas inocentes”, señala Louro. Esta tendencia, quizá, es limítrofe a algo que apunta Escolano: “Uno podría decir que va en contra de lo que se supone que es el lujo” porque, añade, “esta infantilización va de la mano de lo precario, de la falta de poder adquisitivo en el que uno se consuela con este tipo de compras dado que es a lo que puede llegar a tener acceso”.

No parece que el charm vaya a desaparecer del paisaje global, ya sea en una versión sobria y modesta o en otra más radical e histriónica, “jamás devaluará el poder de un bolso de lujo. Mientras nuestra intención sea la búsqueda de la expresión personal, el charm dotará de carácter a nuestro bolso de lujo elevando su valor personal de imagen y de estilo”, asegura Ruiz.

Fuente: https://www.revistavanityfair.es/articulos/bolso-revolucion-bag-charms-labubus

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