La ONU alerta de los retos de la superpoblación, mientras magnates como Elon Musk proponen aumentar la natalidad de los «talentosos».
Raquel Nogueira / Enclave ODS / El Español
«La reproducción humana no es ni el problema ni la solución«, explicaba a ENCLAVE ODS Natalia Kanem, directora ejecutiva del Fondo de Población de Naciones Unidas (FPNU) con motivo de la publicación del Informe sobre el Estado de la Población Mundial 2023. Y el texto publicado por la agencia de la ONU en 2024 le vuelve a dar la razón.
«Cuando situamos la igualdad de género y los derechos en el centro de nuestras políticas demográficas, somos más fuertes, más resilientes y más capaces de lidiar con los retos derivados de la rápida evolución de las poblaciones», dice Kanem. Porque, como indica el informe publicado por el FPNU este año, los «hilos de esperanza» para el planeta está en «eliminar las desigualdades en materia de salud y derechos sexuales y reproductivos«.
Y es que, a 10 de julio de 2024, la población mundial ya alcanza los 8.119 millones de personas. Lejos quedan aquellos titulares de 2022 que alertaban de que el número de personas habitando la Tierra estaba a punto de romper récords y alcanzar los 8.000 millones.
Desde Naciones Unidas aseguran que, para 2030, la población mundial habrá rebasado los 8.500 millones de almas. A finales de siglo, se estima, además, que la cifra podría superar los 10.000 millones.
Entre las causas de este crecimiento sostenido de la población se encuentra la desaceleración del ritmo de la mortalidad, que en las últimas décadas ha caído debido a los avances científicos y médicos y al aumento de la esperanza de vida. Pese a ello, el ritmo de crecimiento poblacional en todo el globo está en su ritmo más lento desde la década de 1950.
Según estimaciones de la ONU, cayó hasta por debajo del 1% en 2020. Y en 2023, la tasa de fecundidad fue de poco más de dos nacimientos por mujer (2,31), mientras que hace 70 años era de cinco.[Población récord en el planeta: el mundo llegará este noviembre a los 8.000 millones de habitantes]
Esto ha llevado a que Kanem escriba, en la introducción al Informe sobre el Estado de la Población Mundial 2024, que «la humanidad ha creado un tapiz exuberante y exquisito formado por 8.000 millones de hebras (a las que se van añadiendo más), todas únicas y singulares». Y advierte: «La resiliencia de la especie no viene dada por ninguno de los hilos en solitario, sino por la solidez del tejido que formamos colectivamente«.
Ahí, dice, radica «nuestra fuerza» y «el rumbo que seguiremos para avanzar y llegar a buen puerto». Porque el «trabajo en equipo» de toda la humanidad, insiste Kanem, es clave para no dejar a nadie atrás mientras la población aumenta y los recursos naturales decrecen.
Porque hay una realidad que este contexto de sobrepoblación pone de relieve: el crecimiento de los humanos sobre la Tierra supone una presión extra sobre los recursos naturales que, en estos momentos, ya son escasos. Según la oenegé WWF, el año pasado el ser humano consumió todo el capital natural disponible para 365 días en poco más de 200. Es decir, se excedió en un 74 % la capacidad de los ecosistemas para regenerar los recursos naturales.
Contra los ‘pronatalistas’
Esto es, cuanto menos, paradójico teniendo en cuenta que en el último lustro se han propagado como la pólvora teorías pronatalistas que promueven, como dice Elon Musk, que repueblen el planeta «aquellas personas que puedan producir una descendencia genéticamente superior». Quienes apoyan este movimiento defienden la necesidad de elevar las tasas de natalidad para evitar un debilitamiento de la calidad de vida.
De esta manera, dicen, apuestan por políticas que impulsen la procreación para garantizar el desarrollo económico de los pueblos, así como la estabilidad social y la preservación cultural. Algo que, si se consideran las cifras de sobrepoblación de la ONU, supondría un nuevo estresor de los recursos naturales del planeta.
El mayor problema de este tipo de teorías pronatalistas se encuentra en sus tintes más polémicos. Por ejemplo, que solo ciertos sectores de la sociedad —aquellos que están copados por personas de clase alta y blancas en su mayoría— son los que deberían tener múltiples descendientes para mejorar la humanidad.
Como ha explicado Musk en más de una ocasión, serían los «genéticamente superiores» los que, tecnología en mano, procrearían y, así, repoblarían las sociedades. En el año 2017, el empresario escribía en el entonces Twitter: «La población mundial se está acelerando hacia el colapso, pero pocos parecen darse cuenta o preocuparse». En 2019 dijo que «el mayor problema dentro de 20 años será el colapso de la población». Con sus palabras, advertía a sus seguidores de la necesidad de ser pronatalistas.
Como Musk, otros millonarios se han unido al discurso de Musk. Es el caso de Ross Dou, Joe Rogan, Jeff Bezos o Marc Andreessen. Incluso el matrimonio formado por Simone y Malcolm Collins llegó a crear una página web pensada para difundir el pronatalismo y concienciar a la población sobre su importancia.
Más derechos, más salud
El Informe sobre el Estado de la Población Mundial 2024 pone el foco precisamente en las desigualdades en el acceso y derecho a la salud sexual y reproductiva de las mujeres, precisamente porque, como ya dijo Kanem, la reproducción no es ni el problema ni la solución del ser humano. «Las desigualdades atraviesan todas las sociedades e impiden que algunas personas gocen de salud y derechos en el ámbito sexual y reproductivo«, recuerda el informe del FPNU.
Y es que, reza el informe, «todavía existen diferencias en cuanto a poder y oportunidades por motivos de género, raza y etnia —entre otros muchos factores— que, tanto por separado como al combinarse, restringen en buena medida las opciones y el acceso de la población [a los derechos sexuales y reproductivos]».
Lo que ocurre con estas «dinámicas» es que «se materializan cuando se le deniega información sobre salud sexual a una mujer con discapacidad, cuando se obliga a contraer matrimonio a una niña que vive en una aldea pobre o cuando una persona o mujer embarazada perteneciente a una minoría étnica se topa con prácticas vejatorias que no se ponen en tela de juicio en los sistemas de salud». Por eso, dice el informe, lo prioritario es proveer de derechos a los millones de personas a los que aún se les niegan.
Esa, explican desde la FPNU, es la mejor manera de que la sobrepoblación mundial no se convierta en un problema de recursos insalvable en un futuro. Y hacen hincapié en que es necesaria «voluntad política» para que los recursos óptimos se acaben destinando a la salud y los derechos sexuales y reproductivos de los grupos que más los necesitan.
«Por lo visto, eso son palabras mayores en un mundo donde la polarización y la politización avanzan por momentos», concluye el informe. Y recuerda que no hay que perder el foco, porque las idas y venidas demográficas empiezan y acaban con los derechos de las mujeres.