LA SOMBRA DE SERRAT Y SABINA: EL MANÁGER DE LAS ESTRELLAS ROMPE SU SILENCIO

«En este negocio no puedes cantar victoria hasta ver el dinero en el banco»

El mánager es una figura con mala prensa. No es el caso de José Emilio Navarro, alias ‘Berry’. Sombra de Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Paco de Lucía, José Luis Perales… Este valenciano es toda una leyenda de la música en español. Recién jubilado, desgrana en esta entrevista episodios claves de su vida… y de la de sus representados; O, más bien, sus amigos.

FERNANDO GOITIA | FOTOGRAFÍA: CARLOS CARRIÓN / XL Semanal / ABC


n buen representante «trata de conseguir el mejor contrato posible para el artista, resalta hasta la exageración las virtudes de sus pupilos, diluye sus rarezas, les cubre las espaldas y hace las cuentas honesta y claramente. Como corresponde, como el Berry». Palabra de Juan Manuel Serrat, el hombre cuya carrera fue manejada por José Emilio Navarro, el Berry, durante casi medio siglo. Y no le fue nada mal, aunque el propio Berry admita: «Hombre, es Serrat, le hubiera ido bien con cualquiera. Quien tuvo suerte ahí fui yo, que gracias a él encontré un modo de ganarme la vida». Modestia, honestidad, trato personal o ser resolutivo son algunas de las virtudes que cimentaron la relación entre mánager y artista. Tan buena fama adquirió este valenciano, hijo de carniceros, que no tardaron otros ilustres en ponerse en sus manos.NEWSLETTER

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Paco de Lucía el primero, a quien abrió las puertas de América Latina; vinieron después José Luis Perales, Joaquín Sabina y, la última, Pasión Vega, la más breve de sus representaciones. «Ella quería más atención, pero a mí no me daba la vida y no quiso que la atendiera nadie más de mi oficina. Así que se marchó y, la verdad, le fue muy bien. Fue lo mejor para ella». Cuenta todo esto en su oficina, un amplio piso en una zona noble de Madrid que acaba de cerrar operaciones tras su reciente jubilación. Por sus estancias se reparten pósteres, memorabilia y cajas que acumulan recuerdos de sus andanzas. «A Serrat ya le he enviado seis cajas y a Sabina otras tantas. También tengo una para Vega». Y es aquí, entre retazos de su agitado pasado, donde Berry cita a XLSemanal para hablar de su vida y milagros y, por supuesto, de sus representados; o, mejor dicho, amigos.

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XLSemanal. Se acaba de retirar, pero llevaba años diciendo que lo haría…

Berry. Yo siempre le prometí a Serrat que me retiraría con él. Pensaba, eso sí, que sería antes porque hacer las giras cada vez nos costaba más. También pensé que Sabina se retiraría antes. Y ahí sigue. Él es, de hecho, el único con quien haría una gira hoy.

XL. ¿Pero no está usted jubilado?

B. Pero con él volvería. Solo con él. Sería como José Navarro, no como Berry Producciones. Eso se acabó.

XL. ¿Volverá a la carretera?

B. Por falta de ganas no será. Mías y de Sabina, que tiene el diablillo metido.

XL. Tituló su última gira Contra todo pronóstico. ¿Fue su respuesta a quienes lo daban por finiquitado?

B. Es un título muy preciso, ¿no? Dio en el clavo porque nadie esperaba que aguantara. Imagínate, con 74 años, hizo 56 conciertos en 12 países. Vendimos más de medio millón de entradas, que se dice pronto.

XL. Fue la última gran gira que usted organizó, pero, rebobinando, ¿qué lo llevó a la música de niño?

B. Con 14 años descubrí en el desván una guitarra de un tío mío, policía republicano exiliado en Francia, y me puse a probar. Acabé en un grupo, Los Exciters, y nos fuimos a tocar a Ibiza hasta que nuestro cantante se fue a la ‘mili’ y, al quedarnos descabezados, José María Lasso de la Vega, que es EL mánager de la historia de la música en España y que llevaba al Dúo Dinámico, Camilo Sesto, Peret, Serrat…, nos contrató para tocar con el Dúo Dinámico. Y eso hice hasta la ‘mili’, en Ceuta, en 1971.

XL. Por aquella época, el Dúo Dinámico se acercaba a su final. ¿Llegó a vivir la locura de sus fans?

B. ¿Final?, pero si siguen en activo. Entonces llenaban plazas de toros y era una locura cómo los perseguían. Y al viajar con ellos, algo nos caía también [se ríe]. Tocábamos con unos equipos con los que apenas se oía nada, menos mal que el público cantaba las canciones. Impresionaba.

XL. Me recuerda al célebre concierto de los Beatles en Las Ventas…

B. Sí, 1965. Ahí estuve yo. Doy fe: no se escuchaba nada [se ríe].

XL. ¿En serio?

B. Claro. Llevaban unos equipos prehistóricos, que era lo que había. Ahora vas con 80.000 vatios y te dicen: «Oiga, que no se oye». Con tanto auricular hoy la gente se está quedando sorda. Yo mismo he perdido los agudos de aguantar decibelios.

XL. ¿Cómo acabó dirigiendo la carrera de Serrat?

B. Primero fui su técnico de sonido. Con el Dúo Dinámico ya enchufaba los cuatro cables que llevábamos y, al volver de la ‘mili’, en 1972, Lasso de la Vega me preguntó si conocía a alguien para hacerle el sonido a Serrat por América y no dudé: «Yo mismo».

XL. Desde entonces, ¿cuántas veces habrá cruzado el Atlántico?

B. Uf, más de 220. Además, me casé con una mexicana, tengo un hijo que vive allí y la semana que viene bautizan a mi nieta. Tengo dos. De mi hijo y de mi hija. No me quejo.alternative textDos en la carretera. Berry comenzó a organizarle los conciertos a Joaquín Sabina en 1999, después de que este rompiera con su mánager anterior. «Al igual que Juan Manuel y Paco, Joaquín es un artista que nunca ha decaído, siempre ha estado en el nivel más alto. Sé que me acabo de jubilar, pero él es el único artista con quien todavía haría una gira».

XL. ¿Cómo se pasa de técnico de sonido a representante?

B. En 1975. Además del sonido, yo era chófer, iluminador, pagador, cobrador; lo que hiciera falta. Conduje miles de kilómetros en una motor-home, La Gordita, con la que recorrimos México parando allá donde saliera un dinero para comer. Poco antes, Juan Manuel había criticado las últimas ejecuciones del franquismo y en España lo declaran en busca y captura. Ahí, Lasso y Serrat acaban su relación y me lo ofrece a mí. No regresamos hasta un año después.

XL. ¿Cómo fue el regreso a una España sin Franco?

B. Una gran alegría. Serrat por esa época exigía que la gente estuviera sentada y precios como del cine. Era su labor social. Alguno se pasó el contrato por la entrepierna, subió el precio y fuimos a juicio.

XL. ¿Qué diferencias había entre España y América?

B. Aquí todo era muy desorganizado. Los concejales de Cultura te preguntaban si tenías nuevo disco para contratarte. Yo les decía: «¿Qué importa eso? Es Serrat». Si no estabas en Los 40 principales, nada.

XL. ¿Sufrieron algún rechazo por motivos políticos?

B. Sí, varios, te contrataban más de un partido que de otro. En Burgos, por ejemplo, pedimos el teatro durante años y siempre nos decían que no.

XL. Mucho antes, en 1968, a Serrat no lo dejaron ir a Eurovisión porque quería cantar algunas estrofas del La la la en catalán…

B. En 1968, yo iba con el Dúo Dinámico, autores, por cierto, de esa canción y solo sé que Serrat tuvo este problema y decidió no ir. Que se representara a España en catalán no le hizo gracia al gobierno de entonces.

XL. Sí, pero ¿cómo le afectó a Serrat aquel episodio?

B. Retiraron sus discos, hubo insultos, amenazas, le prohibieron actuar… Pero no le vino mal. Como no iba a Eurovisión, Lasso de la Vega se lo llevó al Festival de Río de Janeiro, ganó con Penélope y eso le abrió América.

«Yo fui testigo de cómo Paco de lucía, en 1977, introdujo el cajón peruano en el flamenco. vio tocarlo a un tipo en Lima y le dijo a su percusionista: ‘¿te atreves?’»

XL. Más tarde, ¿cómo empezó con Paco de Lucía?

B. Fui a verlo, porque le veía un potencial brutal para ir a América, donde estaba desaprovechado. Allí habían visto sus dos actuaciones en 300 millones, de TVE, y montamos una gira: su hermano Ramón, Paco y yo, que ponía el sonido, la luz, firmaba contratos, cobraba… Así empezamos.

XL. Pero Paco ya era un figurón…

B. Sí, en 1973 había lanzado Fuente y caudal, revolucionó el flamenco, y ya tocaba por Europa, Japón… Hacía 200 conciertos al año y se atrevía con todo, era un superdotado, pero en América Latina había margen de mejora.

XL. ¿Cómo compaginaba a ambos?

B. Nos turnábamos: empezaba gira con Serrat en marzo y con Paco en noviembre. Y así hasta su muerte. Y en medio de aquello llevé a América a Miguel Bosé por primera vez. Y con mi socio Pepe Caturla trajimos a Horacio Guarany, Jorge Cafrune, Mercedes Sosa, Quilapayún, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, Nacha Guevara, Julio Bocca, el Ballet Nacional de Cuba, Les Luthiers, hicimos el único concierto en España de Simon & Garfunkel…

XL. En esos tiempos, Paco grababa con Camarón, pero nunca hizo con él las Américas. ¿Por qué?

B. Grababa con él porque decía que era único y el que mejor cantaba. Le admiraba. Pero nunca se pensó montar una gira juntos. Paco ya tenía una dimensión mundial, con agente para China y Japón, promotores en Europa, giras en Estados Unidos… No ha habido nada igual.

XL. ¿Cómo lo trataban los promotores españoles?

B. Venía poco porque pedía su caché y muchos se negaban: «¿Cómo se atreve a pedir eso un flamenco?». Y yo: «Señores, que hablamos del gran monstruo mundial del asunto y es lo que cobra en todas partes». No lo entendían, pero es cierto que, con el tiempo, finalmente lo entendieron.

XL. ¿Y el público, cómo lo trataba?

B. Muy bien, pero muchos iban a verle por pura pose. Al poco se cansaban de tanta guitarra. Cosas del esnobismo.alternative textLa conquista de América. En México, Berry (manos en los bolsillos) con Serrat en 1975. «Franco no le dejaba volver a España y tocábamos allí donde nos pagaran».

XL. Pero abrió el flamenco a gente que nunca había mostrado interés…

B. Y Paco, que era muy inteligente, metía baile, cante, a otros músicos… para hacerlo más accesible. Hoy lo hacen todos, pero él lo inventó. Y Paco, esto es vox populi, fue quien introdujo el cajón en el flamenco.

XL. Y usted estaba allí…

B. Tuve esa suerte, sí. Fue en 1977, cumpleaños de Chabuca Granda en la Embajada española en Lima. Ella actuó con un señor que tocaba el cajón peruano. Y al escucharlo Paco le dijo a su percusionista: «Suena como los pies contra el suelo. ¿Te atreves?». Le regalaron el cajón, se sentó un día encima y sonaba genial. Pusimos un micrófono detrás: demasiado grave. Añadimos otro delante y hasta hoy.

XL. Y se extendió como la pólvora…

B. O más rápido. Paco era ‘el faro del flamenco’ y cada vez que tocaba en España venían todos los guitarristas a ver sus falsetas y toques, que era uno de los motivos por los que no quería hacer televisión. Se rompía la cabeza y las uñas innovando y los demás veían el vídeo y a copiar. No digo nombres, pero ahí queda.

XL. Volviendo a lo del cajón…

B. Sí, el caso es que tocó con él en Madrid y a la semana había una fábrica en Sevilla anunciando que fabricaba «cajones flamencos». Su último concierto fue el 25 de noviembre de 2013 en Chile. Muere Paco y a los cuatro días en la plaza de Armas de Lima ponen Entre dos aguas y 4000 cajoneros todos a una. Impresionante.

XL. ¿Estuvo con él al final?

B. Yo estaba con Serrat en México cuando me llamó mi secretaria a las cuatro de la madrugada. «Elena, ¿pero sabes qué hora es aquí?». «Paco acaba de morir», dijo. Me caí de la cama, literal. Y me cogí un avión a Playa del Carmen, donde vivía. Es que tuve mucha relación con Paco. Vi nacer a sus hijos y mantengo una relación excelente con todos ellos. También con Sabina, Serrat y Perales. Serrat es mi padrino de boda, el padrino de mi hijo y su mujer es madrina de mi hija.

XL. ¿Cuánto les cobraba usted?

B. Lo habitual de la época, el 20 por ciento del bruto. Eso sí, me he dejado la vida en los aviones acompañándolos, lo que implica que vi crecer a mis hijos por fascículos. Como a Alfredo Fraile le pasó con Julio Iglesias. Y en 54 años de carrera nadie ha dudado de mi honestidad. Eso me lo llevo puesto.alternative textEl comienzo de todo. Con Serrat y Paco de Lucía, sus dos primeros representados. «Paco estaba desaprovechado en América Latina y yo le puse en su lugar».

XL. ¿Cuál fue la clave para ganarse la vida como mánager?

B. Ser honesto, respetar las formas de cada artista y simplificar. Yo hablo con él y le digo lo que creo que hay que hacer; me dice lo que él quiere, se analiza y, tomada la decisión, ejecuto. Y que si hay problemas se resuelven.

XL. Cuando un artista enferma o se lesiona, como cuando Sabina se cayó del escenario, ¿qué hace?

B. Poco. Primero la salud, pero si no actúas no cobras. En este negocio no cantas victoria hasta ver el dinero en el banco. Basta que falle una persona para que se te vaya todo al garete.

XL. Serrat o Sabina se han quedado alguna vez sin voz…

B. Serrat en Nueva York y Sabina en Gijón. Le dices la verdad a la gente y ya está, aunque con Joaquín todos piensan siempre que es ‘por otras razones’, pero yo solo recuerdo haber cancelado Gijón. Ah, y Puebla, en México, porque cogió «el mal de Moctezuma». Lo que pasa es que hay mucha leyenda sobre Sabina.

XL. Una leyenda con base real, ¿no?

B. Ha hecho méritos, claro, pero no entiendo esa manía por despotricar: «Está para jubilarse; ya no puede; seguro que esta es su última gira».

«Mucha gente me advirtió que no juntara a Sabina con Serrat, que era tan metódico, que eran incompatibles, que solo harían dos conciertos. ¡Hicieron tres giras!»

XL. ¿Pensó en esa leyenda cuando unió usted su carrera a la de Sabina?

B. Para nada. Joaquín me llamó en julio de 1999, en plena gira de 19 días y 500 noches. Se había peleado con su mánager de toda la vida y le dije que debía hablar primero con Serrat. El mismo me lo pidió: «Con el Nano no quiero problemas». Y Juan Manuel, que adelante, que muy bien.

XL. ¿Cuánta gente le advirtió que no juntara a Sabina y a Serrat?

B. Uf, mucha: que solo durarían dos conciertos y cosas así. Me decían que Joaquín era incompatible con Juan Manuel, artista metódico, profesional… Y quizá por eso salió todo tan bien. Hicieron tres giras sin cancelar un día. En la última, en 2019, hicimos 22 Luna Park en Buenos Aires a lo largo de mes y medio. ¡Conciertos de tres horas! Es que Serrat y Sabina son allí como Gardel y Maradona.

XL. ¿Fueron las giras más emotivas de su carrera?

B. Totalmente, sobre todo la primera; cada concierto era una fiesta sin comparación. Claro, que jugábamos a favor, con un repertorio que es memoria de la música popular.

XL. ¿Algún otro concierto o gira que destacar para terminar?

B. Sí, el de Serrat en 1992 en la plaza de los dos Congresos de Buenos Aires, Récord Guinness de asistencia con más de 200.000 personas. Y tengo muy grabado el año 1985. Tocamos en México poco después del terremoto; el empresario nos dijo que estaba todo vendido y que teníamos que ir, y allí nos fuimos, con todos los edificios en el suelo. Fuimos a Colombia después, en medio de la tragedia del Nevado del Ruiz, y tocamos al lado del Palacio de Justicia, que acababa de ser asaltado por el M-19. Ya sabes: el espectáculo debe continuar.

Fuente: https://www.abc.es/xlsemanal/personajes/berry-jose-emilio-navarro-manager-estrellas-serrat-sabina.html

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