«Dejémonos de complejos y vivamos con valor: ser cura es una vocación que no cambio por nada y torear es una afición muy buena y muy grande», dice el párroco extremeño

Primer encuentro para potenciar la figura del capellán en las plazas de toros

VIDEO | Víctor Carrasco / LOLA MANSILLA

ROSARIO PÉREZ / ABC

Garlitos (Badajoz)08/01/2024

«Seré sacerdote». La llamada de Dios golpeaba la puerta del número 65 de una calle de asturiano bautismo en Herrera del Duque. Con doce años, a escondidas de sus padres, un niño enviaba la solicitud para apuntarse al seminario. Y por la carta de respuesta, Petra e Ignacio supieron de la firme idea del hijo, que rezaba por naturales y soñaba verónicas con el rosario. «La afición a los toros me viene desde pequeño y ha ido creciendo», comenta Víctor Carrasco Muñoz, el párroco de Garlitos que torea por los pueblos extremeños con su zaína sotana. «El mundo del toro es una afición muy grande y muy buena –subraya–, pero ser sacerdote es una vocación. No soy el cura torero: soy cura y torero».

El terno de abad se enfunda desde que canta el gallo en los campos pacenses hasta que los gorriatos dormitan en las zarzas. «Siempre voy vestido de sacerdote y cuando salgo a las plazas lo hago con sotana o con ‘clergyman’. Esa es mi ropa, la que uso a diario, y no tengo otra. Hacerlo así es un testimonio; ver que el sacerdote es alguien normal, con sus aficiones y sus gustos». A los tendidos les sorprende: «’El cura, el cura’, dicen. Aunque quizá choque, creo que ayuda a que se tenga una imagen más cercana de la iglesia».

Su pasión por la tauromaquia ha hecho que fieles y hasta infieles pisen los terrenos eclesiásticos. «Mucha gente me ha empezado a seguir a través de las redes sociales. A raíz de esto, tengo muy buenos amigos que han regresado un poco a Dios y han vuelto a ver la parroquia con otra mirada», cuenta en el umbral de la ermita de Nuestra Señora de Nazaret, una joya arquitectónica del siglo XII, el refugio donde los devotos peregrinan en procesión.

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Dice el párroco y torero, torero y párroco, que no sabe si Dios será taurino: «Pero la cosa no consiste en serlo o no, pues parece que si no eres taurino tienes que ser antitaurino; lo que yo creo es que Dios lo respetaría». «Incluso el Papa –añade– habla de respetar la naturaleza y los animales, por lo que no podemos olvidar que el toro vive gracias a la tauromaquia. Si no, no existiría». El presbítero de férreas convicciones y sonrisa permanente esboza una inacabable cuando recordamos aquella disparatada ocasión en la que un grupo animalista quiso pedir al Pontífice que hiciera algo para prohibir la Fiesta: «Bueno, al Papa le están pidiendo últimamente muchísimas cosas. Pero el Papa, gracias a Dios, no es un rey mago. Nuestra afición no va en contra de los animales, sino todo lo contrario: el toreo es ecología y cultura. Lo entendemos y vivimos como una obra de arte». Y va más allá: «Los que atacan los toros son los mismos que atacan la democracia, la Constitución y, en definitiva, todos los valores que enseñan tanto la Iglesia como la tauromaquia»..

El parroco de Garlitos reza con el capote al lado en la iglesia de San Juan Bautista de Garlitos
El parroco de Garlitos reza con el capote al lado en la iglesia de San Juan Bautista de Garlitos LOLA MANSILLA

El padre Víctor compagina sus oficios en las iglesias de Garlitos, Risco y Capilla –localidades pacenses que pertenecen a la diócesis de Toledo– con su vertiente taurina: «Formo parte del taller de aficionados prácticos de Badajoz, que dirige el banderillero Fernando González. Me entreno solo en el pueblo y con el grupo vamos a tentar a ganaderías de la zona». Todo para estar a punto en los festejos populares de la Siberia: «Siempre llevo los trastos. Voy a Esparragosa de Lares, a Talarrubias, a Herrera del Duque, a Puebla de Alcocer, a Siruela…». Justo en la tierra del Ruidero sufrió una dura voltereta el último verano: «Gracias a Dios, se quedó en un susto». «Yo le digo que no salga por esos pueblos, que es muy arriesgado», entra al quite su profesor. Ni el percance agujereó su valor: «Siento una libertad plena al torear y simplemente con dar unos pases quito un poco el gusanillo y descargo adrenalina».

«Hay muchos paralelismos entre el toreo y la religión. Cuando un cura canta su primera misa es misacantano y el torero de alternativa es toricantano»

En el patio de piedra de la casa templaria de la Virgen de Nazaret imagina faenas mientras enumera las semejanzas entre su vocación y su afición: «Siempre he pensado, y defendido, que la fe cristiana y la taurina van de la mano. Hay muchos paralelismos, no sólo en las ganaderías con nombres religiosos (como Virgen María) y en la propia fe de los toreros, sino en otras facetas. Hay muchos ejemplos: al igual que en una corrida, en una misa hay una liturgia; cuando un sacerdote canta su primera misa, se dice misacantano, y al torero cuando toma la alternativa se le llama toricantano; el traje de luces tiene la riqueza de la ropa litúrgica; también existen similitudes en la preparación antes de celebrar la misa y antes del paseíllo, en esa soledad, esa concentración. Es cierto que el toreo es un arte cruento y la misa es incruenta, pero hay un sacrificio en el altar, donde Dios se inmola por nosotros».

El cura de Garlitos, en su parroquia de San Juan Bautista
El cura de Garlitos, en su parroquia de San Juan Bautista LOLA MANSILLA

Consciente de que el torero se la juega por la pureza del arte, sabe que expone las femorales cada vez que da un lance a un morlaco. «No me asusta la muerte», susurra el párroco extremeño. No hay monteras boca abajo ni tampoco erige una capilla de estampitas, pero siempre va cubierto con «vestimenta clerical, que ya es un signo identificativo de que el Señor está conmigo; también me pongo la cadena o el escapulario, me santiguo y rezo una oración». Y entre verónica y verónica, capeando un vendaval que agita los árboles y apenas permite domeñar los trastos, recuerda algunos de los pasajes bíblicos en los que se menciona a novillos y toros. «Era lo que se ofrecía a Dios y pasa más en el Antiguo Testamento que en el Nuevo».

El padre Víctor, muleta en mano junto a la ermita de Nuestra Señora de Nazaret en una tarde de viento
El padre Víctor, muleta en mano junto a la ermita de Nuestra Señora de Nazaret en una tarde de viento LOLA MANSILLA

En sus homilías, para explicar el Evangelio, incide en la expresión de «agarrar la vida por los cuernos». Tampoco faltan las alusiones a «la valentía de vivir la fe». Sin olvidar el coraje de esos hombres que parecen hechos de otra pasta, incluso con la sangre derramada: «Cuántas veces vemos partidos de fútbol en los que dan un poquito en una rodilla a un jugador y se tira al suelo. En cambio, un torero con una cornada de muchos centímetros, con el muslo atravesado, sigue teniendo ganas de enfrentarse a ese animal que ha podido acabar con su existencia».

«Quienes atacan la Fiesta de los toros y sus valores de entrega son los mismos que atacan la iglesia, la democracia y la Constitución»

Si el toreo es un sacerdocio, ¿se necesita torería para ejercerlo? «Sin duda, porque yo creo que al final, con todo el sistema antitaurino y político de fondo, no sólo se va contra los valores que defiende la tauromaquia, sino también contra los valores que defiende la fe, que son muy parecidos. Algunos pintan un mundo de plastilina, cuando es lo opuesto. En la vida hay muerte y sangre. Hay que enfrentarse a ella con gallardía, luchando, sabiendo caer y levantándose una y otra vez. En la vida y en la pastoral de los pueblos, en el trato con su gente, las enseñanzas de la tauromaquia dan madurez, ese saber afrontar con agallas las dificultades que surgen en el día a día».

La mirada del cura y torero
La mirada del cura y torero LOLA MANSILLA

Hablamos de la muerte que no es el final, de esa que se le oculta a los niños, especialmente en las zonas alejadas de lo rural. Son las contradicciones del nuevo mundo: se tapa el epílogo en la tierra a los mismos chavales a los que luego visten en Halloween de negra parca. «Hay cosas de difícil explicación. A los chicos no se les puede hablar de muerte ni de muchas cosas. Sin embargo, todos los días vemos en la sociedad abusos sexuales, un mundo abierto a la pornografía, cosas muy duras en televisión y en los móviles. Esas expresiones que oyen y ven las usan luego en la calle, en la catequesis y en el colegio. ¿Eso es normal? No lo creo. Y luego algunos atacan las escuelas taurinas, que son una fuente de valores». Porque serán o no toreros, pero los que por allí pasan nunca olvidan el respeto ni el sacrificio. Bien lo saben maestros y discípulos.

Camino de la iglesia de San Juan Bautista, antes de la misa de Reyes, pide más respeto a aquellos que pretenden abolir la Fiesta. «Mire, hay una frase que lo resume: ‘La intolerancia de los intolerantes’, pues los que presumen de tolerantes son al final los más intolerantes. Nosotros allá donde vamos defendemos nuestra afición y no nos avergonzamos de nada. Hay cosas que por mis convicciones religiosas, por moral, por gustos, no concuerdan conmigo, pero ante todo hay que respetar, a taurinos y antitaurinos». Tampoco pasa por alto los complejos con los que hay que lidiar: «Vivimos en una sociedad en la que no nos gusta comprometernos, no sólo con el tema de la fe, sino con nada que pueda romper nuestros esquemas, aquello que pueda hacernos salir de nosotros mismos. Hay gente que no quiere que se sepa que va a misa o a los toros». Y añade: «Como dice el Papa Francisco, tenemos que salir de las iglesias, tenemos que ser valientes y tenemos que dar testimonio con nuestra vida de nuestra fe y no sólo profesándolo con los labios. Debemos vivirlo también en el corazón y desde el corazón». En plena libertad.

El rito de rezar, el rito de la fe, el rito del toreo
El rito de rezar, el rito de la fe, el rito del toreo LOLA MANSILLA

El párroco que se embelesa con ‘Currito de la Cruz’ y ‘El Padrecito’ –como algunos lo apodan ya–, el hombre que estudió en el seminario dos años de Filosofía y cuatro de Teología y que se ordenó sacerdote en 2013 con fecha de alternativa del 30 de junio –con Dios como padrino y la Virgen como testigo–, reivindica el valor en la hora de la verdad: «La iglesia tiene que ser valiente para defender el Evangelio y la palabra de Dios, sobre todo en un mundo en el que lo que menos se ve es felicidad y alegría. Simplemente hay que poner la televisión para ver cuántos mensajes desoladores, cuánta violencia, cuánta guerra… El mensaje de Jesucristo es un mensaje de amor, de alegría, ese muro contra el que choca todo lo malo y se hace pedazos. Es el momento de defender lo nuestro, no solo en la fe, sino en el mundo del toro, sus valores y su cultura».

Con el capote extendido mientras reza de rodillas
Con el capote extendido mientras reza de rodillas LOLA MANSILLA

Y así lo hace en las misas, en el caminar por sus pueblos y en las tardes de festejos. De rito en rito, el padre Víctor se calza sus botos camperos y se aprieta la sotana como los toreros los machos para saltar al ruedo, aunque también disfruta desde el tendido de sus espadas predilectos: sus paisanos extremeños. Sin ocultar su querencia por una máxima figura: «Yo no voy a decir que sea currista o morantista, no, sino que soy más de Roca Rey. Me parece un torero con una quietud, una serenidad, una valentía, ese estarse inmóvil con los pies juntos… Un fenómeno, en definitiva. Aunque yo no me arrimo tanto –espeta entre risas–, a los que nos gusta saltar con la muleta a las capeas nos ayuda a aprender, a recordarnos la importancia del verbo entregar. Es un valioso ejemplo».

Porque la vida, ese círculo mágico en el que quien no torea embiste, no es cuestión de suerte, sino de entrega. Con la fe mirando al frente.

Fuente: https://www.abc.es/cultura/toros/victor-carrasco-sacerdote-torea-sotana-profesa-dios-20240107183956-nt.html#

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