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Jorge Ibargüengoitia, un legado que sigue muy vivo | La Lectura

Cuarenta años después del accidente de avión que segó su vida y la de otros intelectuales, el escritor mexicano sigue presente a través de una obra mordaz, lúcida y seductora. La editorial Antonio Machado Libros recupera ahora ‘Dos crímenes’ y ‘Las muertas’

El escritor mexicano visto por ULISES CULEBRO

ADRIANA BERTORELLI / LA LECTURA

El 26 de noviembre de 1983, hace 40 años, Jorge Ibargüengoitia salió de su casa en París con una maleta. Abrió la puerta del taxi que lo llevaría al aeropuerto y miró hacia el balcón para despedirse de su esposa, la pintora y escultora Joy Laville, según ella contaría luego. Con él llevaba la única copia de su nueva novela, aún inédita, con el título tentativo de Isabel baila. El autor jamás hacía copia de sus manuscritos. Había sido invitado por el gobierno colombiano, junto a otros intelectuales, al I Encuentro de la Cultura Hispanoamericana.

En el aeropuerto se le unieron el escritor, poeta y activista peruano Manuel Scorza, el crítico y editor, creador de la gran Biblioteca Ayacucho, Ángel Rama con su esposa, la escritora y crítica de arte Marta Traba, y también la pianista española Rosa Sabater. Tras hora y media de vuelo, a la 1:06 de la madrugada del 27 de noviembre, minutos antes de su descenso en Barajas, el vuelo 011 de Avianca se precipitó a tierra incendiándose sobre unas lomas en Mejorada del Campo. Murieron 181 personas y sólo 11 sobrevivieron. Es la segunda peor tragedia aérea en la historia de la aviación española.

Pero ¿qué hace de Ibargüengoitia un escritor único, cuya obra aun hoy sigue encontrando nuevos lectores? ¿Por qué es considerado un autor de culto como Felisberto Hernández o Julio Ramón Ribeyro? ¿Por qué se le sigue publicando, incluso más que otros autores más famosos de su generación? Seguramente por su forma inimitable de nombrar la realidad, por la impronta personal que deja en sus lectores, por su prosa que interpela, al mismo tiempo que cuestiona lo que le sirve de reflejo. Quizás, también, por su sentido del ritmo, por su inteligencia, y por un sentido inimitable de seducción.

DESACRALIZAR LA REALIDAD

Articulista, dramaturgo, cuentista y novelista, el autor nacido en Guanajuato en 1928, construiría su corpus literario a partir de una mirada crítica y mordaz de un México plagado de prejuicios morales, sociales y religiosos que tanto lo hacían reír. Ejercía la crítica social desde una visión cosmogónica de novelista histórico bajo el prisma intimista de un ciudadano de a pie. Retrataba el contexto histórico desde los detalles cotidianos y absurdos haciendo una deconstrucción de sucesos reales, como si fueran escritos a partir de retazos de conversaciones escuchadas al vuelo en una tienda de barrio o en el patio de una casa.

Las historias disparatadas, grotescas, que narraba lo eran aún más porque estaban basadas en la realidad, aunque con personajes ficticios. No pretendía ser un humorista, pero su mirada atrevida sí lo era. Pensaba que la historia tal cual como se enseñaba era aburridísima, plagada de figuras triunfales y monolíticas, y carente de toda visión crítica, y por eso desacralizó a los próceres que habían sido intocables y cuestionó los hechos históricos que estos protagonizaban.

En un texto maravilloso incluido en sus Instrucciones para vivir en México, un compendio de escritos en donde reflexiona sobre los prejuicios, características y desventuras de ser mexicano, el autor propone un autoexamen de conciencia patriótica: «El mexicano como todos los pueblos educados en una ética rigurosa -hoy caída en desuso-, está convencido de que el mundo está lleno de buenos y malos. Los buenos somos nosotros, y los malos los demás».

EMPATÍA E IRONÍA

En el prólogo de una edición de los artículos de Ibargüengoitia publicada en 2013, el escritor Alberto Ruy Sánchez apunta: «Su capacidad de desarrollar la lógica de una idea hasta contradecirse o ponerse en crisis no tenía fin… En toda esta agudeza hay sin embargo la capacidad de empatía, Ibargüengoitia sabía que en toda caricatura, dibujada o escrita, para serlo de verdad necesita incluir una parte de verdad no caricaturizable«.

Maestro de los diálogos, gran cocinero de paellas y flâneur, el autor mantenía en su estudio un orden meticuloso y siempre acompañaba su proceso de trabajo en las novelas con un cuaderno paralelo de reflexiones sobre el desarrollo de la trama y sus personajes. Según el narrador David Toscana, el éxito de Ibargüengoitia se debe, en parte, al don supremo de la edición: «No usa palabras de más ni fuegos de artificio. Tiene un poderoso sentido del humor, aun dentro de la tragedia. Domina la ironía sin ofrecer explicaciones. Al narrar en primera persona sabe ser cruel con ese «yo», sin caer en la tentación de magnificarlo, como hacen tantos otros autores».

En España, Ibargüengoitia ha sido publicado por las editoriales Cátedra y Reino de Redonda -con prólogo y edición de Juan Villoro-, y también por RBA libros, con casi todos los títulos agotados. Próximamente, serán publicadas por la editorial Antonio Machado Libros dos de sus novelas fundamentales Dos crímenes, reseñada por Octavio Paz como «una novela perfecta» Las muertas, quizás su obra más destacada, construida sobre el caso real de un prostíbulo manejado por varias hermanas en donde se encontraron decenas de cadáveres de prostitutas y recién nacidos en fosas clandestinas; que Ibargüengoitia reconstruye a partir de entrevistas y noticias, y que algunos catalogan como una versión mexicana de A sangre fría, pero mejor lograda.

Fuente: https://www.elmundo.es/la-lectura/2023/11/15/65549aaefdddff32428b45ad.html

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