El Museo del Louvre abrió el 10 de agosto de 1793 y se convirtió en un ejemplo a seguir para el resto de Europa. Las colecciones reunidas por la monarquía francesa a los largo de los siglos, las obras desamortizadas durante la Revolución francesa y las piezas obtenidas durante las campañas arqueológicas y las guerras napoleónicas pasaban de ser de uso exclusivo de unos pocos a disfrute del público en general.  Hoy en día es uno de los museos más visitados del mundo y culpa de ello son algunas de las increíbles obras que custodia. Repasamos algunas de las obras de arte más notorias del palacio parisino.

LAURA GALDEANO / LIBERTAD DIGITAL

El edificio es de por sí una obra de arte. Fue construido como palacio real por Francisco I en 1546, aunque el monarca no lo llegó a ver terminado. Enrique II y Carlos IX disfrutaron de esta residencia que, por entonces, ya albergaba una rica colección de arte. Luis XIII y Luis XIV ampliaron el palacio al objeto de acoger las nuevas adquisiciones. En 1682, Luis XIV trasladó la corte a Versalles y el Louvre dejó de ser residencia real. Comenzó un movimiento, liderado por los intelectuales de la época, para su transformación en museo, que se hizo efectiva el 10 de agosto de 1793.

'La Gioconda', de Da Vinci
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‘La Gioconda’, de Da Vinci

Uno de los principales reclamos del museo y uno de los cuadros de los que más cuesta disfrutar debido al elevado número de espectadores que suele reunir.  Fue pintada entre 1503 y 1519 por Leonardo Da Vinci. 

‘Venus’ de Milo

Es una de las estatuas más representativas del periodo helenístico y resume el ideal de belleza griego. Es una de las tres grandes damas del Museo del Louvre.

Sarcófago de Cerveteri

Es una urna funeraria monumental etrusca de terracota que representa a una pareja semiacostada. 

Código de Hammurabi

Su importancia recae en su significado. Recoge un conjunto de 282 leyes inscritas en una piedra por el rey Hammurabi de Babilonia La escena decorativa representa el encuentro entre el dios Shamash y Hammurabi. 

‘La Libertad guiando al pueblo’, de Eugène Delacroix

Eugène Delacroix, máximo exponente del romanticismo francés, pintó la revolución de julio de 1830  en la que el pueblo de París se levantó en armas contra el rey Carlos X con personajes alegóricos y arquetípicos.

Psique reanimada por el beso del amor, de Canova

El escultor neoclásico Antonio Canova creó esta obra en mármol blanco a finales del siglo XVIII. Es el momento en el que Eros o Cupido despierta a Psique con un beso. 

La Victoria de Samotracia 

Representa a Niké, diosa de la victoria y fue tallada en mármol blanco hacia el 190 a.C. Es impresionante la caída del vestido, que deja entrever las formas femeninas. Las esculturas veladas del siglo XIX la tomarían como ejemplo.

‘La balsa de la medusa’, de Théodore Géricault

Théodore Géricault, uno de los principales representantes de romanticismo francés, pintó el desastre de la fragata francesa Medusa, que encalló el 2 de julio de 1816. Es un cuadro de gran formato.

Datada entre el 2500 y el 2350 a.C., se trata de un alto funcionario realizando su labor como escriba. Su grado de conservación es excepcional. una de las cumbres del arte en el Egipto antiguo.

Las Bodas de Caná, Paolo Veronese

Veronese hizo su propia versión del pasaje del Evangelio de San Juan en el que Jesús convierte el agua en vino. . Originalmente estuvo en el refectorio del Monasterio de San Giorgio Maggiore, en Venecia. Napoleón decidió trasladar la pintura a Francia.

‘Retrato de Luis XIV’, de Rigaud

El pintor francés Hyacinthe Rigaud retrató a Luis XIV en 1701, cuando el monarca tenía 62 años. Cuenta con todos los atributos del poder, símbolo del siglo de oro francés. Fue pintada para Felipe V, nieto del Rey Sol, pero Luis XIV quedó tan maravillado con el resultado que decidió quedárselo en Versalles. Rigaud pintó otro retrato que custodia el Museo del Prado. 

‘Autorretrato’ de Durero  

Es una de las obras más conocidas del alemán Alberto Durero. El pintor renacentista se retrató con una ramita de cardo en las manos. 

‘La encajera’, de Vermeer

Vermeer es uno de los pintores más deseados, con una producción pictórica bastante corta. En esta ocasión, y como es típico del holandés, pinta a una mujer anónima en una tarea cotidiana. Renoir lo consideró el cuadro más bello del mundo y Van Gogh confesó su fascinación por los colores. 

‘La consignación de la regencia’, de Rubens

En el ala Richelieu del Museo del Louvre hay una magnífica representación del pintor flamenco con 24 cuadros encargados por María de Médicis, viuda de Enrique IV de Francia.

Leon de Mozón
Puede pasar desapercibido pero es una de las joyas del museo. Es una escultura en bronce encontrada en 1861 en el castillo islámico de Monzón de Campos, provincia de Palencia. Data de finales del siglo X y principios del siglo XI. 

Estatua de Ramses II

Ramsés II aparece sentado, con las manos sobre los muslos. El faraón, en piedra, posee todos los atributos de la realeza. Su nombre está grabado en la hebilla del cinturón. 

Toros alados de Khorsabad
El Louvre expone dos toros alados de la ciudad asiria de Khorsabad, en Mesopotamia, de una fortaleza levantada por el rey Sargón II.

‘La consagración de Napoleón’, de Jacques-Louis David

El pintor oficial de Napoleón Bonaparte pintó la coronación y la consagración del emperador en Notre Dame de París. Es apabullante la escena y la multitud de personajes.

‘El esclavo moribundo’, de Miguel Ángel

Fue concebido, inicialmente,  para el conjunto escultórico del monumento funerario de Julio II.

Fuente: https://www.libertaddigital.com/cultura/arte/2023-08-12/las-20-obras-imprescindibles-del-museo-louvre-en-su-230-aniversario-7040831/#l-esclavo-moribundo-miguel-angel

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