Después de su superventas ‘Yo, vieja’, la autora regresa con una reedición de ‘Nuestra menopausia’, un manifiesto que desdramatiza esta fase vital y que «se ha expuesto como el principio del fin».
MAR MUÑIZ / YO DONA
HhhTam Cuando ronda la menopausia, muchas mujeres se echan a temblar. Las acechan síntomas que a veces pueden resultar incómodos y otras, terribles, según los augurios. Junto con la extinción de la menstruación y los cambios hormonales, esas voces vaticinan que arreciarán los sofocos, el insomnio, las pérdidas de memoria, el cansancio extremo, la sequedad vaginal, el aumento de peso, la caída del deseo sexual… Más o menos, como una plaga detrás de otra.
Anna Freixas (Barcelona, 77 años), escritora feminista, psicóloga y profesora de universidad jubilada, no comulga con ese relato que vincula menopausia con mala salud y enfermedad y así lo contó hace 17 años en ‘Nuestra menopausia’, un libro que ahora ha revisado con la editorial Capitán Swing.
Freixas no es la única disidente de ese discurso. Existe ya una corriente despatologizadora de esta etapa vital que acusa de medicalizarla de modo innecesario. La última contestación, de hecho, es de hace apenas unos días a propósito de un estudio de la profesora de Ginecología y Obstetricia de la Universidad de Melbourne Martha Hickey, publicado en ‘The Lancet’. La investigadora defiende que si no es una enfermedad, la menopausia no precisa diagnóstico ni tratamiento. Propone abordar el fin de la regla como un cambio de vida normal que solo necesita intervención médica en caso de presentar síntomas problemáticos. Hickey echa más leña al fuego en el debate de la terapia hormonal, recomendada masivamente hace unas décadas y ahora en retroceso, después de que se vinculase con un mayor riesgo de padecer ictus y cáncer.
Freixas dedica un capítulo del libro precisamente a este tema llamado ‘¿Hormonas?… No, gracias’. Con este título deja clara su opinión. Tampoco utiliza el término «síntomas», sino que prefiere «signos»…
PREGUNTA: Usted dice que hay un mutismo sospechoso sobre las bondades de la menopausia. ¿Cuáles son?
RESPUESTA: He preguntado a muchas mujeres y me dicen que lo mejor que les ha pasado en la vida es la menopausia. Por otro lado, están las bondades evidentes: no poder quedarte embarazada, si eres heterosexual; la desaparición de los malestares asociados a la regla, como el dolor de pecho, las migrañas, las situaciones emocionalmente cíclicas, etc.; la pasta que nos ahorramos en productos de higiene íntima; y que nuestra sexualidad puede renegociarse de una manera importante. Estas son algunas, pero en general es una bondad todo aquello que supone tomar el control de tu vida y liberarte de las conductas relacionadas con la feminidad heteropatriarcal. En la menopausia las mujeres entramos en otra zona de la vida, podemos vivir más libres de temores inculcados y renovadas.
P: Nos queda mucha vida por delante…
R: Nos queda la mitad y, además, es una mitad significativa. En este momento, profesionalmente dominas tu materia; si tienes hijos, las tareas de crianza están ya adelantadas; es un momento de cuidados a los padres… Es un tiempo de encrucijada, pero una etapa que las mujeres pueden disfrutar perfectamente. En cambio, se traslada un mensaje interesado de apocalipsis social, porque las mujeres asustadas somos más vulnerables que si estamos seguras y empoderadas.
P: Detecto dos discursos autodenominados «feministas». Uno pone el foco en la mirada androcéntrica de la Medicina, que no ha investigado la menopausia para paliar sus síntomas, y otro, que podría ser el suyo, que desdramatiza y despatologiza esta etapa. Ambos son «no oficiales», como reza el subtítulo de su libro. ¿Son compatibles esos dos planteamientos?
R: Yo también quiero que haya más investigación, quiero que nos podamos quejar de los sofocos y que podamos normalizar la menopausia, en vez de esconderla. Lo comparto todo, excepto la palabra «pastillas». Puede haber mujeres que necesiten algunos tratamientos para aliviar molestias, pero hay que recordar que cuando perdemos hormonas, el cuerpo te dice que se está adaptando a la nueva situación. Si le das más, cuando se las quites, ese cuerpo seguirá sin adaptarse. Es mejor pensar cómo podemos vivir esta etapa en la que algunos cuerpos, no todos, viven situaciones complicadas. Lo único generalizable en la menopausia es que la tenemos. Ya está. Algunas mujeres tienen muchas molestias, otras, pocas, y otras, ninguna. Hay más mujeres que no tienen sofocos que mujeres que sí los tienen. No podemos tratar a todas las mujeres por igual.
P: Hay muchas mujeres que lo pasan realmente mal y que quieren que se valide lo que les sucede.
R: Tomo la frase de Carmen Sáez Buenaventura: la menopausia, como una bella capa, todo lo tapa. Sobre los 50, las mujeres han vivido una vida con muchos espesores y motivos de estrés: pareja, trabajo, cuidado de mayores, etc. Es un momento en el que pasan muchas cosas y por tanto, no podemos atribuir todos los malestares a las hormonas. Está demostrada, por ejemplo, la relación entre estrés y sofocos, estrés e insomnio, estrés y perdida libido… No todo lo que nos pasa a los 50 se llama menopausia. Esto es falta de rigurosidad y pereza mental. A la menopausia le falta mucha escucha y conversación entre mujeres, para saber qué les ha pasado a otras. Llegaríamos a ese momento llenas de luz y de tranquilidad.
P: ¿Quiénes forman parte de lo que llama «la industria menopáusica»?
R: Toda la caterva de seres que viven de trasladar un mensaje asustante sobre la menopausia, los que la plantean desde el pánico. Las industrias médica, farmacéutica y estética se benefician de ello, con productos que prometen hacernos pasar por la menopausia como si fuese un camino de rosas. Quizá lo sería si no le tuviésemos tanto miedo.
P: ¿’Sacar del armario’ a la menopausia tiene cara B? ¿Nos pueden acusar de intensas a las mujeres?
R: Quizá, pero durante el tiempo que ha estado dentro de ese armario no nos ha ido mejor. Se nos ha dicho que sin regla somos menos mujeres y ese estigma patriarcal nos hace creer que ya no somos elegibles sexualmente. Hay que tener orgullo menopáusico y poder hablar de ello tranquilamente, como las chicas jóvenes hablan de la regla y no se hunde el mundo.
P: Desde que escribió este libro hace 17 años hasta esta actualización, ¿qué cambios sociales ha habido con respecto a la menopausia?
R: Sobre todo que las mujeres están más informadas. El estudio de la Women’s Health Initiative [2002] puso en alerta las terapias hormonales y sus supuestos beneficios. Las mujeres son menos crédulas y preguntamos más. Algunos ginecólogos dicen que somos hormonofóbicas, pero podríamos decir que somos hormonosabias. Sabemos más de ellas y ya no nos venden la idea de ser eternamente femeninas según el modelo patriarcal.
Fuente: https://www.elmundo.es/yodona/actualidad/2024/03/18/65e72b2121efa0720a8b45c6.html