Leonardo Ricárdez es un enólogo mexicano que comenzó a fabricar vino en Nueva Zelanda y apenas este año comercia su producto en México

LUIS FERNANDO LOZANO/ FORBES

Cuando Leonardo Ricárdez empezó a producir vino por su cuenta, en 2014, sus pies estaban muy lejos de México.

“En un principio, pensé hacer en México el vino, pero como se fueron dando las cosas, me ofrecieron un trabajo permanente aquí en Nueva Zelanda. Entonces era la oportunidad de seguir aprendiendo, aquí con tecnología supermoderna, aproveché que me ofrecieron trabajo para seguir aprendiendo de la industria, de enología en general. Ya estando aquí permanentemente dije ‘tengo que empezar’”, cuenta el ingeniero agrónomo y enólogo mexicano.

Creada en 2014, Cielito ofrece tres tipos de vino de sendas varietales: pinot noir, chardonnay y sauvignon blanc, cuya mejor manifestación en Nueva Zelanda se encuentra en Blehnheim, localidad donde vive Ricárdez, en el extremo noreste de la isla austral del país.

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Desde octubre pasado, su vino se distribuye por primera vez en el país en que nació, en la Ciudad de México, Puebla y Cancún, adonde logró mandar alrededor de 2 mil litros de vino de los casi 2 mil 400 que produjo.

“La idea empezó siempre con el objetivo de vender en México, es el nivel mundial de los pocos mercados donde el consumo está creciendo”, comentó.

De 2011 a 2017, la importación de vino de Nueva Zelanda a México creció de manera constante, hasta alcanzar los 732 mil dólares; sin embargo, entre 2018 y 2019 entró en un bache al caer a 527 mil y luego superar los 779 mil dólares. Entre enero y agosto de este año, las importaciones de estas bebidas desde el país suman 406 mil dólares, de acuerdo con datos de la Secretaría de Economía. Se trata de uno de los 30 productos con mayor valor de exportación de ese país a México.

De acuerdo con Statista, entre 2012 y 2019, el mercado del vino en México creció 29%, al pasar de los 1,154 millones de dólares a 1,489.9 mdd y salvo el 2020, a raíz del impacto de la pandemia, se prevé que mantenga su crecimiento hacia los próximos 5 años hasta los 2 mil mdd, un alza de 78.5% frente a 2012.

Hasta 2018, el consumo promedio per cápita de vino en el país era de 1 litro al año, cifra aún lejana de los líderes mundiales como Portugal, Francia e Italia, donde promedian 62, 50 y 44 litros anuales, según la Organización Internacional de la Viña y el Vino. En ese año, se consumieron arriba de 122 millones de litros en el país.

No obstante, el presidente del Consejo Mexicano Vitvinícola, Hans Backhoff, confía en que el crecimiento del consumo de esta bebida crezca 40% en la próxima década.

La meta de Leonardo es, en no más de un lustro, lograr independizarse para la producción de su vino, que actualmente elabora en la bodega de una amiga, donde procesa alrededor de tres toneladas de uvas. Entonces sí, poder producir su propio vino en México, sueño que en Nueva Zelanda le habría supuesto una inversión de unos 30 mil dólares.

“La idea es independizarme y entonces ya aprovechar que la vendimia de Baja (California) y España son a diferentes periodos (que en NZ). Si me puedo independizar antes, pues antes”, sostiene.

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Ricárdez le dio el nombre de Cielito a su marca en honor a todos sus seres queridos. “En México, decimos mucho ‘mi cielo’; a tu pareja, a tus hijos, a tus papás. Es un tributo a la gente especial en mi vida: mi hija, mi pareja, mi familia”, comenta.

En tanto que la imagen de la empresa, un globo aerostático, corresponde con los enólogos que viajan por el mundo para aprender nuevas técnicas para la elaboración del vino.

Fuente: https://www.forbes.com.mx/negocios-vino-mexicano-hecho-en-nueva-zelanda-el-lo-hizo-posible/

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