Por Jesús Manuel Hernández*

Madrid, España.- No resulta extraño para nadie, especialmente para el aventurero Zalacaín, tomar buen café casi siempre en cualquier sitio de Madrid. El grano es de buena calidad, el tostado en algunos casos es superlativo, sobre todo cuando se trata de granos africanos, lo demás es la aportación, la magia dirían algunos, de quien muele el grano, lo compacta y mete la presión del agua para obtener un café “corto”.

Cuando alguien se atreve a recomendar un café lleva consigo en la espalda el peso de ser considerado un buen bebedor de café.

Y Zalacaín había recibido la recomendación periodística y de boca en boca de un sitio relativamente nuevo.

Arthur Conan Doyle a través de su personaje estrella, Sherlock Holmes, había dejado sentada una premisa: “No hay nada como una taza de café para estimular las células del cerebro”, un asunto socorrido por Zalacaín cada mañana. Nada como beber un buen espresso tan pronto se inicia el día.

En el Barrio de Las letras, calle Lope de Vega, tan pronto se da vuelta de la calle León, aparecen dos pizarrones, español e inglés, anunciando “Like home but with better coffee”. El local no pasa de los 6 metros cuadrados, apenas hay dónde sentarse, la mayoría de los clientes hace fila para entrar, pagar y salir con su vaso de la especialidad preferida, sentarse en una pequeña banca o irse caminando rumbo al Museo del Prado.

Zalacaín se apuntó, llegó a Lope de Vega, hizo fila y entró. Cuán grande sorpresa ser atendido por el dueño, charlar con él de las bondades del café y observar el cumplimiento del protocolo de prepararlo con toda paciencia. Lo primero fue un “espresso” de una variedad arábica, fuerte, negro, con una espuma amarilla y una nariz estupenda, sin azúcar por supuesto. Un solo trago bastó para decidir convertirse en fan de “Feliz Coffee”.

Y entonces el dueño, barista, Zeis, preguntaba de México y mostraba un paquete de café mexicano, recién llegado para probarlo. Una pareja de colombianos llegó y pidió el espresso, salieron fascinados.

La charla de México llevó a Puebla y al Mole Poblano, el dueño poseedor de una plática amena y un alto conocimiento del café hicieron a Zalacaín pedir otro “espresso”, pero Zeis recomendó un “doble shot” y así sucedió. Desde ese día Zalacaín se convertiría en asiduo cliente de este espacio donde además en la tercera visita le tocó probar una variedad de Etiopía, verdaderamente espectacular… Cuánta razón tenía Giuseppe Verdi al afirmar: “El café es un bálsamo para el corazón y el espíritu”.

Zeis llegó de Estados Unidos con su mujer hace un par de años, dejó Nueva York y se trasladó al barrio de Las Letras donde ha impuesto un modo de beber café a partir de las 8 de la mañana, hay espresso, capuchino, con leche, chocolate, infusiones, venta de café en grano molido, tasas, bolsas de algodón ecológico, utensilios relacionados con el café, cafeteras caseras, etcétera.

Y además unas galletas de cereal, con receta australiana, hechas por manos australianas, para chuparse los dedos… pero esa, esa es otra historia.

elrincondezalacain@gmail.com

* Autor de “Orígenes de la Cocina Poblana” Editorial Planeta.

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