O de cómo los gobiernos y empresas niegan la realidad

José Ojeda Bustamante

Como cada semana desde las antípodas, un espacio para compartir una mirada del acontecer nacional, desde una perspectiva social y crítica a aquellos problemas y desafíos que vivimos en nuestra joven y a veces incipiente democracia.

Esta vez me gustaría comenzar haciendo una pregunta.

¿Qué ocurre cuando los que gobiernan quieren ajustar los hechos a su realidad y hacen trajes a la medida? ¿Qué ocurre cuando los datos mienten?

Para esto, una historia dirigida a quienes pretenden acomodar siempre la realidad a sus intereses o su visión de las cosas.

Cuenta la mitología griega la historia de Procusto, un famoso personaje cuyo negocio consistía en ofrecer hospedaje a los viajeros en su trayecto a Atenas. La historia relata que Procusto se acercaba a los viajeros solitarios, quienes después de una larga travesía se encontraban con su posada a la que llegaban exhaustos y bajo argucias y cómodas instalaciones caían presa de la invitación de tan particular personaje.

Incautos, una vez que los viajeros había aceptado la oferta y estaban acostados en una habitación y una cama hecha a modo, este hábil delincuente los amordazaba y los ataba a las esquinas.

Sucedía entonces una escena macabra: ya que en el caso de que la víctima fuese alta y su cuerpo no entrara en la cama, Procusto serraba las partes sobresalientes. Pero, si el viajero era de baja estatura, entonces, una vez atado, procedía a estirarlo hasta hacerle quedar justo en la cama.

Quiso, para buena fortuna de esta historia que Procusto pusiera fin a su terrible práctica cuando el héroe Teseo, de manera astuta logró detectar el engaño y cobrarle con la misma moneda.

Hasta ahí la terrible historia de Procusto que, sin embargo, no es sino una analogía de un comportamiento presente en gobiernos, multinacionales o empresas durante mucho tiempo.

Por ejemplo, como negar que hace unos cuantos años las tabacaleras mostraban estudios hechos a modo diciendo que fumar no era nocivo para la salud, o que hace tan sólo unos años grandes multinacionales del sector energético como Shell o Exxon financiaban investigaciones y labores filantrópicas para maquillar o suavizar los efectos que la actividad de estas empresas, tenían sobre el cambio climático y el aumento de temperatura en nuestra casa común: la tierra.

Para mencionar un ejemplo aún más reciente, prácticamente en tiempo real producto de nuestra viralidad digital, cabe resaltar la sorprendente escalada que ha tenido en territorio afgano la recuperación del Talibán después de la salida del ejército de Estados Unidos de dicho territorio.

Todo esto, pese a la narrativa recurrente por parte del gobierno de Estados Unidos de que tenía controlado dicho país, que la democracia era prácticamente ya algo institucionalizado y que el apoyo de la población era algo consolidado. Nuevamente, narrativas que no resistieron la criba de la realidad.

Lo que ocurre con este tipo de pensamientos que bien podríamos denominar lechos de procustos gubernamentales o empresariales, es que la realidad siempre termina imponiéndose, dejando al descubierto la desnudez del emperador y la mentira de sus panegiristas que antes daban por ciertas sus verdades y discursos.

Nadie se salva, porque la terca realidad termina por imponerse; una realidad de la cual ningún gobierno es indiferente o inmune. Lo vivimos también con la Cuarta Transformación que menciona el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando señala la existencia de otros datos y una campaña persistente por desprestigiar su gobierno por parte de sectores conservadores incluidos medios de comunicación.

Cabe hacer una pregunta ¿Qué realidad se impondrá? ¿Quién favorece la existencia de lechos de procustos? De trajes a la medida.

Por lo pronto y sin necesidad de esperar la respuesta bien cabe resaltar que un antídoto contra lechos de procustos sean gubernamentales o empresariales, es la formación de un pensamiento crítico, o como dijera el clásico de la filosofía política Nicolás Maquiavelo hace más de quinientos años y cuyo pensamiento goza de puntual vigencia, bien vale que, como ciudadanos, procuremos siempre: “el conocimiento de las acciones de los hombres, adquirido gracias a una larga experiencia de las cosas modernas y a un incesante estudio de las antiguas”.

¡Hasta la próxima semana! @ojedapepe

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