Por Fernando Manzanilla Prieto

La pandemia ha demostrado que nuestra salud depende del equilibrio medioambiental y que éste no podrá alcanzarse con el modelo económico vigente basado en la formula producir-consumir-desechar, la cual ha demostrado ser el “acelerador” del cambio climático. La única forma de hacerlo será cambiando el paradigma económico hacia uno más amigable con el medio ambiente, sustentado en las famosas tres erres: reducir-reusar-reciclar.

La pregunta es, ¿seremos capaces, como humanidad y como país, de impulsar un cambio en nuestra forma de producir y de consumir? Pero sobre todo, ¿podremos cambiar nuestra manera de desechar y desperdiciar? 

Hace unos días, circuló en redes sociales la lista de las 20 tendencias mundiales más representativas —producto de la pandemia— identificadas por más de 50 expertos y especialistas, compiladas por el consultor, Carlos Glatt. 

Entre otras predicciones, este interesante documento [que puede consultarse aquí: https://bit.ly/2YX6zIz], señala que este año la conversación comenzará a transitar del tema del Covid, al del Cambio Climático y la salud pública; que comenzaremos a ver el avance de la visión ecológica entre un mayor número de personas y que surgirán nuevas perspectivas de transformación sostenible de ciudades y centros urbanos. Asimismo, se espera que las grandes industrias comiencen a adoptar con mayor entusiasmo el camino del cuidado del medio ambiente.

Entre las tendencias identificadas, los expertos también señalan que este año comenzará a predominar la cultura de lo natural y lo saludable, tanto en lo relativo a la comida, como a experiencias y formas de interactuar. Se consolidará la tendencia de producir nuestros propios alimentos, meditar y ejercitarse. Los sistemas de producción personales eficientes crecerán exponencialmente, lo miso que la permacultura —que se refiere al diseño agrícola basado en los patrones y características del ecosistema natural.

Consumir local será una realidad, y los artículos suntuosos irán perdiendo valor y justificación frente a los productos que mejoran nuestra alimentación y bienestar. Después de varios meses de desperdicios incontrolables, poco a poco regresarán las prácticas de reuso y reciclado con mucho más fuerza. 

Asimismo, los expertos advierten que el tema de la salud mental se volverá recurrente y que las grandes plataformas tecnológicas y de comunicación, se abocarán a su atención, lo que ayudará a millones de personas a sobrellevar sentimientos de agresividad, soledad y angustia derivadas del aislamiento producto de la pandemia.

Yo estoy convencido de que muy pronto comenzaremos entender que la pandemia que hoy asola al mundo entero es resultado de los efectos devastadores de la destrucción de bosques y selvas. De que este virus es un sombrío recordatorio de que las acciones de las sociedades y los gobiernos se han quedado cortas frente a la crisis climática, y que los efectos evidentes del calentamiento global nos exigen transitar hacia nuevos paradigmas de producción y consumo sostenibles —como la Economía Verde, la Economía Circular y Economía Solidaria.

El primer paso para avanzar en este sentido consiste en abrazar la idea de que la naturaleza y sus recursos constituyen activos fundamentales para nuestra salud y nuestro bienestar. Las tendencias identificadas hablan de que muy pronto comenzará a tener un sentido trascendental la idea de que para cuidar nuestra salud tenemos que cuidar al planeta y que al cuidar al planeta, estamos cuidando nuestra salud. Así es que preparémonos para esta gran revolución de las consciencias, que ya está en marcha. 

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