Por Fernando Manzanilla Prieto

El 17 de mayo a nivel global se celebró el Día Internacional del Reciclaje, una fecha instaurada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) con el fin de generar conciencia y promover el reciclaje de todo tipo de residuos, reducir los volúmenes de desechos generados y reutilizar los materiales para minimizar el impacto de la huella de carbono.

Para muchos de nosotros, que crecimos con la “regla de las tres R”: reducir, reutilizar y reciclar, queda clara la importancia del reciclaje, un proceso por el cual una materia o producto ya utilizado, en principio destinado al desecho, se somete a un tratamiento para obtener una materia prima o un nuevo producto.

Este proceso contribuye a disminuir uno de los problemas más graves a los que se enfrenta actualmente la sociedad como es de la contaminación por basura. Tan solo en Latinoamérica, cada persona produce un kilo de basura al día y la región en su conjunto, aproximadamente 541 mil toneladas diarias, lo que representa alrededor de un 10% de la basura mundial.

Tenemos que tener presente que la contaminación es uno de los claros detonantes de la crisis climática que, de acuerdo a la propia ONU, es el mayor desafío de nuestro tiempo no sólo contra el planeta, sino sobre todo contra todos los que lo habitamos.

Los efectos del llamado cambio climático tienen un alcance mundial con sucesos meteorológicos abruptos y se manifiestan a través de huracanes, sequías, temperaturas extremas y lluvias torrenciales, así como inundaciones e incendios, que día a día cobran altos costos económicos y sociales, además de la vida de cientos de seres vivos, entre ellos de personas.

Es por ello que el reciclaje se ha vuelto vital en nuestro tiempo y una práctica que día a día cobra un mayor auge. De acuerdo a datos de la Asociación Nacional de Industrias del Plástico (ANIPAC), en el país existen 363 empresas dedicadas al reciclaje de productos.

La propia ANIPAC da cuenta que tan sólo en 2021 se reciclaron en México un millón 913 mil toneladas de residuos plásticos, acción que colocó a la nación como una de las principales en acciones de economía circular en América Latina.

Precisamente hace algunos días escribía en este mismo espacio sobre la “economía circular” que, aunque no es un concepto nuevo, ha ganado gran popularidad en los últimos años como estrategia para reducir el daño ambiental y promover el desarrollo sustentable al utilizar y aprovechar al máximo los recursos.

Esta práctica en nuestro país está sustentada en la recién aprobada Ley General de Economía Circular, a través de la cual se busca que el valor de los productos, materiales y recursos se mantengan vigentes dentro del ciclo económico durante el mayor tiempo posible, para así reducir al mínimo la generación de residuos.

Si bien el reciclaje no es suficiente para conseguir un modelo productivo respetuoso con el medio ambiente, sí significa un gran paso en este proceso que abarca -según algunos conservacionistas-, “nueve R”: repensar, rediseñar, refabricar, reparar, redistribuir, reducir, reutilizar, reciclar y recuperar energía.

Es por ello que la economía circular, de la mano del propio reciclaje, tiene la capacidad de cambiar la realidad de millones de personas en nuestro entorno más cercano y, por supuesto en todo el planeta.

Incluso la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), ha recalcado que mejorar la eficiencia y la vida útil de materiales en nuestra región llevaría a la creación de cinco millones de empleos.  

Algunos pronósticos más positivos de la firma Dow México, apuntan hasta 6 millones de empleos en América Latina con una oportunidad de negocio que ronda los 4.5 billones de dólares.

Tengamos presente que el reciclaje es la punta del iceberg de toda una serie de movimientos que se pueden hacer no sólo para apuntalar una industria y con ello la propia economía de millones de personas, sino sobre todo para actuar ante la urgente crisis climática.

Promovamos el reciclaje desde nuestros hogares, también exijámoslo en todas las industrias bajo un consumo responsable y desde luego actuemos a favor del cuidado del medioambiente, lo cual nos permitirá poder disfrutar de una mejor calidad de vida para nosotros y para las nuevas generaciones. 

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