¿De los derechos y las responsabilidades compartidas frente al Cambio Climático?

José Ojeda Bustamante

Imagine lector la siguiente escena: se trata de un adulto, ordenado y responsable ante la sociedad, que, sin embargo, gusta de una particular atracción: el fuego y la provocación deliberada de incendios.

Ahora imagine que un terrible incendio azota la colonia en la que vive y que en lugar de buscar salvaguardar su vida y la de los suyos, nuestro personaje en cuestión siente la irremediable tentación, pese a que la evidencia le indique una catástrofe inminente, de provocar fiel a su costumbre aquello que le causa placer: es decir un incendio. Así lo hace, con el irremediable final que todos pueden intuir. Estamos ante el comportamiento patológico de lo que la psicología denomina como un pirómano.

Lo absurdo que puede sonar el comportamiento de nuestro nada entrañable personaje, no es sin embargo, tan extraño si lo situamos en la perspectiva del posicionamiento que en conjunto gobierno y sociedad, estamos asumiendo frente a los informes y noticias que con mas frecuencia nos señalan la intensificación de los efectos del cambio climático en nuestras vidas y lo que se avecina.

Y es que nuestra casa común “la tierra”, se calienta, se “quema” y nosotros, cual pirómanos, lo único que hemos decidido hacer es continuar azuzando incendios. ¿Actuamos acaso como pirómanos y no nos hemos dado cuenta?

Así por lo menos, lo atestigua el último informe presentado hace unos días por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), titulado Cambio Climático 2021: Bases físicas científicas, en el que presenta información que dicho coloquialmente puede ser catalogada como desalentadora, ya no para nosotros como mexicanos, sino para toda la especie humana.

¿Por qué? Algunas pinceladas al respecto: El informe confirma que la temperatura media mundial aumentó en 1.1 °C entre 2011 y 2020 respecto al periodo 1850-1900. Nos dice también, que los últimos cinco años fueron los más calurosos registrados desde 1850 y que esto genera que el reciente aumento del nivel del mar, sea casi el triple en comparación con el observado entre 1901 y 1971.

De igual manera sentencia que, con base a la evidencia, es “muy probable (90 %)” que la influencia humana sea el principal impulsor del deshielo global de los glaciares desde la década de 1990 y de la disminución del hielo marino del Ártico.

De manera tal que el calentamiento del planeta, no tiene precedentes en los últimos 2000 años, puesto que la concentración del bióxido de carbono (denominado en forma simplificada como CO2), en la atmósfera es la más alta en 2 millones de años; mientras que las respectivas de los gases de metano y óxido nitroso no se habían registrado en 800 000 años. Estos son los tres gases, conocidos como de efecto invernadero (GEI), son los principales causante del aumento de la temperatura media global, respecto a los niveles preindustriales.

¿Consecuencias? Demasiado a la vista para omitirlas o pasar de largo ante ellas, huracanes con mayor intensidad como Grace, los incendios producto de altas temperaturas en California y disminución de las lluvias, desastres naturales de origen climático como las heladas en Texas y el norte de México, que de “naturales” tienen ya bien poco, pero que resultan aún más peligroso cuando los normalizamos, como al parecer ya lo hemos hecho.

Todo lo anterior cobra aún más relevancia por un hecho que, si bien puede ser analizado desde distintas aristas, me gustaría enmarcarlo dentro del hilo argumentativo que estoy compartiendo.

El jueves de la semana pasada, un grupo de senadores mexicanos del Partido Acción Nacional (PAN) se reunió en México con Santiago Abascal, líder del partido español de extrema derecha Vox, para firmar un documento denominado ‘Carta de Madrid”, en el que se comprometen a defender “la libertad y la democracia” en la “Iberosfera” y de manera expresa para hacer frente al avance del narcocomunismo en la Iberosfera.

Pero que tiene que ver Vox con el cambio climático. Para aquellos que no lo sepan, Vox es el único partido español que niega el calentamiento global o, para ser más exactos, al que le dan igual sus consecuencias. Jorge Buxadé, su portavoz dijo respecto al informe del IPCC, que acá hemos expuesto, que se trata de “la mayor alerta de pánico climático”; y su presidente, Santiago Abascal, lo ridiculizó tachándolo de manera lisa y llama como una “religión climática”. De manera tal, que la oposición en México mantenga este tipo de agendas, es por demás lamentable y de un enanismo intelectual estrepitoso.

Si la oposición tiene su parte, lamentable también es que el actual gobierno, tenga que lidiar con empresas que en su momento “vendieron espejos” en torno a la economía verde, pero que enmascaraban una agenda de saqueo de nuestros recursos a la manera del salvaje oeste.

Dicho sea de paso, flaco favor le hicieron a nuestro país gobiernos y empresas que tiraron por la borda, gran parte de la credibilidad en torno a la agenda verde que recién comenzaba a plantearse, a inicios del presente siglo en nuestro país, la cual al quedar tan desprestigiada, implicó un cambio de timón con el presidente Andrés Manuel López Obrador en procurar antes que la sustentabilidad, alcanzar los objetivos de independencia y soberanía energética, centrando la matriz energética de México en salvar, antes que innovar en aquellos recursos que ya tenemos.

Estamos ante un escenario en ruinas y la analogía no es catastrofista, sino real. Convendría nuevamente replantear en conjunto desde las antípodas ¿qué tipo de semillas podemos rescatar de esta nueva realidad? ¿Qué agenda mínima se ha de impulsar independientemente de izquierdas y derechas? ¿Ha llegado el momento de hablar de justicia climática o replantear una nueva agenda de acción climática?

Algo es seguro; polarizando el discurso y regresando a proclamas desvencijadas y anacrónicas, no se llegará definitivamente a buen puerto.

@ojedapepe

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