Por Dr. Carlos Figueroa Ibarra

Al término de la sesión de la Cámara de Diputados el día domingo 17 de abril, los diputados de la oposición (principalmente priistas), celebraron lo que será una pírrica victoria, entonando el Himno Nacional. El que la reforma constitucional que daría a la nación el control de la industria eléctrica no pasara, era un resultado previsto desde hace unas dos o tres semanas. Así las cosa mi sorpresa no fue el resultado de la votación, que no consiguió la mayoría calificada (2/3 de los votos) para que la rectoría estatal de la electricidad se volviera precepto constitucional.

Mi sorpresa fue el cinismo de la oposición neoliberal al calificar de patriota su postura que privilegia los intereses de las compañías extranjeras que se han enriquecido con el manejo de la electricidad durante el neoliberalismo: Iberdrola, Naturgy, Fisterra Energy, Enel Green Power, Endesa, Arcosa, Minera Autlán etc.,  Además de las empresas que se benefician de la electricidad subsidiada como Oxxo o se presentan como empresas de autoabasto eléctrico, pero que en realidad se convierten en privados distribuidores lucrativos de electricidad. Después de haber bloqueado la reforma constitucional que cortaría los privilegios del capital extranjero y nacional, la oposición neoliberal cantó el Himno Nacional.

Recordé entonces cómo el nacionalismo revolucionario y antiimperialista en los países neocoloniales o semicoloniales ha denominado a la parte de la nación que ha servido a los intereses imperialistas: “el partido del extranjero”. Fueron parte de este partido los conservadores que propiciaron la invasión francesa y el imperio de Maximiliano de Habsburgo en el México del siglo XIX, los anexionistas cubanos al término de la segunda guerra de independencia en Cuba, los anexionistas y partidarios de Luis Muñoz Marín en Puerto Rico, la dictadura constabularia de los Somoza en Nicaragua, los anticomunistas que derrocaron a Arbenz en la Guatemala de 1954. Los ejemplos pueden multiplicarse.

La reforma eléctrica perseguía entre otras cosas el que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) tuviera el control del 54 por ciento de la electricidad, tuviera prioridad en el despacho de la misma y se suprimiera el llamado autoabasto, forma simulada de venta y distribución de energía eléctrica. La oposición neoliberal a la reforma busca mantener el predominio privado sobre la industria eléctrica, predominio en el que el capital extranjero es avasallante. A esto le llaman patriotismo y por eso cantaron el Himno Nacional…

La derecha neoliberal ha acusado a Andrés Manuel López Obrador de polarizar al país. Lo que en verdad sucede es que la 4T está buscando desmantelar las políticas neoliberales instauradas en los últimos cuarenta años. Esto es lo que ha provocado el encono y la unificación de todos los partidos neoliberales en contra del gobierno y de Morena. En los momentos de grandes definiciones, la política suele dividirse en dos grandes campos aún cuando en ambos coexistan fuerzas que tienden diferencias entre sí. Esto es lo que ha venido sucediendo a partir de diciembre de 2018 y una clara manifestación se vio en la Cámara de Diputados el pasado 17 de abril: en medio de sus diferencias, los diputados se dividieron en 275 integrantes del Partido de la Patria y 223 del partido del extranjero.

El partido del extranjero hizo de la defensa de las empresas que se han apoderado de la electricidad en México, una batalla simbólica para demostrar que Andrés Manuel, el gobierno de la 4T y Morena pueden ser derrotados. Celebraron como victoria que el gobierno no haya conseguido los 334 votos que requiere una reforma constitucional.  Victoria efímera porque una reforma a la ley minera garantizará el control del litio por parte de la nación. Victoria relativa porque la Suprema Corte de Justicia declaró constitucional la ley eléctrica que conseguirá los objetivos de la reforma constitucional que se perseguía. Victoria pírrica porque la conducta de los integrantes del partido del extranjero probablemente pagará electoralmente su decisión.

Las victorias tienen muchos progenitores y las derrotas son huérfanas. Hace unas semanas expresé que si la reforma constitucional prosperaba, Ignacio Mier Velazco se montaría en caballo de hacienda rumbo a la gubernatura de Puebla. Hoy ya observamos a columnistas como Federico Arreola, Julio Hernández López y de manera indirecta a John Ackerman, deplorando la incapacidad operativa de Nacho Mier. En descargo de él hay que decir que no la tenía fácil por los poderosos intereses que se encuentran detrás del partido del extranjero. En abono a las críticas hay que decir que en septiembre de 2021 el optimismo de la bancada de Morena era grande: se expresaba que solamente les faltaban 13 votos para la mayoría calificada. En febrero de 2022,  se afirmaba que solamente restaban tres para dicha mayoría. Al final solamente un diputado priista se pasó al partido de la patria.

Como en política no hay amigos ni enemigos, solamente intereses legítimos o espurios, cabe esperar si los resultados del domingo 17 de abril de 2022 no tendrán repercusiones para la Puebla de 2024.

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