Por Jesús Manuel Hernández

El inicio en bloque de nuevas administraciones municipales parece haberle dado un aire al gobernador Miguel Barbosa quien ha acudido personalmente a la toma de protesta de varios presidentes. Y es que “santo que no es visto, no es alabado”. Sus mensajes no tienen desperdicio.

En esta nueva era la figura de Eduardo Rivera tampoco tiene desperdicio, se convirtió de la noche a la mañana en el puente de plata de Casa Aguayo con la sociedad poblana. Su acto de toma de protesta reunió a lo que antes se llamaba la “clase política”, ese grupo de influyentes, líderes empresariales, religiosos, de aquí y de allá, quienes aplaudieron el mensaje del gobernador, aunque algunos de ellos han sido criticados en las “mañaneras” estatales.

Barbosa les dijo a los ahí presentes que “no será un obstáculo para el gobierno municipal”, mensaje que fue interpretado por varios como que el Ejecutivo pondrá su granito de arena, sumado a los demás sectores a favor de la capital.

En Teziutlán el gobernador fue más a fondo, pidió “perfiles de austeridad, pues los dispendios, derroches, estilos opulentos y las fortunas ocultas sacadas del erario, siempre salen a la luz pública”.

En San Pedro Cholula, donde el PAN hace cabeza, Barbosa dijo: “Es momento de unir fuerzas todos los que estamos comprometidos con el destino de Puebla”.

En San Andrés destacó el tema del crecimiento inmobiliario y se pronunció por “recoger y ejecutar la voluntad y las demandas ciudadanas con los recursos obtenidos de la recaudación”.

En Atlixco, donde Morena se impuso, Miguel Barbosa habló de “populismo”, y lo dijo así: “los gobiernos deben ejecutar políticas públicas y no dejar que sean solo parte de un discurso populista”.

En Zacatlán el mensaje fue más profundo, ahí el Presidente Municipal está totalmente identificado con el PRI. Barbosa dijo que “el gobierno que encabeza no confabula para beneficios privados, tal y como ocurrió en el pasado, sino que realmente trabaja para favorecer a las y los poblanos que menos tienen”. Y fue más allá al señalar que “el cargo no hace al político sino la función… los verdaderos servidores públicos están en su comunidad, en busca de brindar apoyos para la gente… los privilegios para funcionarios y sus familias acabaron, ‘no hay juniors ni fatuos’”.

Esos calificativos quizá pasaron desapercibidos para algunos, juniors, o sea hijos de alguien importante, fatuos, sinónimo de “engreídos, vanidosos”; calificativos que necesitarían sujetos para ir identificando la profundidad del mensaje.

Por lo pronto el gobernador apareció también en actos sociales al lado de Eduardo Rivera Pérez en la mesa de honor de la puesta en marcha de una franquicia hotelera, Banyan Tree, que ocupará las instalaciones del famoso Rosewood Puebla, un malogrado proyecto de los hermanos Jacobo y Jorge Martínez Ramos que terminó su contrato con la cadena y le cambio el nombre por “Azul Talavera”.

Jacobo Martínez ha mantenido cercanía con el gobernador Barbosa, incluso algunos chismes de lavadero le atribuyen la llegada de Sergio Vergara Berdejo a la Secretaría de Cultura, quien al terminar el gobierno anterior dejó sus funciones en la Gerencia del Centro Histórico y el Consejo Estatal de la Crónica y fue a colaborar a la oficina de Jacobo en el antiguo edificio de Trinitarias.

Y es que los Martínez tienen mucho interés en concretar el traslado de la llamada “Estrella de Puebla” a la zona de San Francisco para levantar la economía de los barrios originales y aumentar la plusvalía de sus inversiones.

Y ese asunto pudiera, sin querer queriendo como diría el clásico, marcar un rumbo en las relaciones de los actores llamados a escena, pues el tema de la Estrella compete al Gobierno Federal, INAH, Gobierno del Estado y Ayuntamiento de Puebla y por ende a muchos de los líderes sociales de la ciudad que finalmente no deja de ser un gran negocio.

O por lo menos, así me lo parece.

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