Por Jesús Manuel Hernández

Uno de los proyectos más importantes para el Gobierno del Estado de Puebla el próximo año está ampliamente relacionado con la capital de Puebla. Sus efectos buscan además de recuperar económicamente varias zonas del Centro Histórico, una dualidad, con alcances políticos que permitan un margen en las preferencias electorales tan necesarias aún sin importar quiénes sean los candidatos.

El propio gobernador ha expresado en sus conferencias matutinas que el tema de los barrios de Puebla será fundamental. De ahí que el traslado de la llamada “Estrella de Puebla” pueda convertirse en el corto plazo en un asunto que obligue a tomar posiciones y dejar en claro la fuerza de las oficinas federales.

Desde hace varios años un grupo de inversores viene adquiriendo casas en la zona de los barrios de Analco, La Cruz, El Alto, y zonas aledañas, de lo que antiguamente se llamó Tlaxcaltecapan y que históricamente han permanecido alejados de los favores de los ayuntamientos, más concentrados en la zona poniente del Río de San Francisco y en la expansión las colonias al sur.

Quizá el gran intentó por recuperar plusvalía en la zona oriente fue el entubamiento del río en la década de los 60 lo que permitió “unir el oriente” a la plusvalía del poniente.

El siguiente intento serio fue en el sexenio de Manuel Bartlett con el llamado Programa Regional Angelópolis que dedicaba un espacio a la recuperación de los barrios antiguos contrastando con obras desechadas por las autoridades federales debido al desconocimiento de quienes hicieron los proyectos originales desde un despacho de Estados Unidos.

El “río navegable”, por ejemplo, y la conversión de la vivienda popular en áreas de residentes de otros nivel económico, más la construcción del Centro de Convenciones y área comercial, con poco éxito.

En aquél tiempo las mesas de diálogo con afectados y promotores se agotaron y el papel del INAH entre colaboracionista y negociador con fines personales, quedó manchado. El hallazgo de unos huesos en el centro del proyecto, donde había un horno de pan, permitió a la delegación del INAH abrir un espacio para que sus arqueólogos tuvieran trabajo extra y con eso se palió la crítica al proyecto del Paseo del Río de San Francisco. Al interior del INAH trascendió que los huesos habían sido “sembrados” para permitir la negociación.

La UNESCO tuvo que intervenir, envió a un perito a investigar y dar un dictamen, Giorgio Lombardi vivió varios meses en Puebla, contactó a todos los interesados y emitió un diagnóstico y varias soluciones sobre el impacto de la obra y fundamentalmente por el tema de la convivencia humana y el desplazamiento de la vivienda popular. ¿Alguien sabe dónde está el diagnóstico del perito internacional? Sí, al menos uno de los actores de este sexenio tiene una copia y lo guarda en el cajón del olvido.

El proyecto de recuperación de los barrios se truncó por el interés del gobierno de Melquíades Morales de comercializar con una sola firma los predios del Paseo del Río, OHL representada y asociada de Jacobo Martínez, actual dueño de la mayoría de predios y hoteles, pero además por la conversión de edificios de uso residencial en oficinas de gobierno debido al interés de convertir a la vecindad llamada “La Marranera” en “Casa Aguayo”, la sede del gobierno.

Esto y otros temas están ahora en manos del delegado del INAH Manuel Villarruel y su jefe Diego Prieto Hernández, quien por cierto hace unos días recibió un comentario en público respecto a las obras que podrían hacerse en Puebla en torno a la Estrella de Puebla ¿Le pedirán el mismo número de requisitos que al Ayuntamiento de Puebla por las obras del corredor 5 de Mayo?

Simplemente le recordaron esto a don Diego: Bartlett expropió o compró en beneficio de la ciudad y le mereció la llegada de un perito internacional de la UNESCO. Claudia Rivera quiso darle “mantenimiento” a las calles y el INAH le pidió 41 requisitos.

Barbosa quiere detonar una fuerte inversión privada en los barrios antiguos cambiando el uso del suelo y el impacto ambiental, o sea una “transformación” y “adecuación” a la modernidad, no un simple “mantenimiento”.

Hace casi un año, en casa del titular de Gobernación, David Márquez, el tema fue puesto en la mesa donde se sirvió una exquisita y bien preparada paella a la leña; el tema apareció entre tres o cuatro de los actores del Centro Histórico de la ciudad, las posiciones fueron contrarias al traslado de la “Estrella de Puebla”, que sólo beneficiaba, se dijo, a Jacobo Martínez. Valdría la pena preguntarles de nuevo a esos actores si siguen pensando lo mismo.

O por lo menos, así me lo parece.

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https://www.youtube.com/watch?v=Yy4ZU1u51jg&feature=youtu.be

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